China y el oro a punta de Kalashnikov

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La empresa Kun Hou Mining armó y pagó a un grupo armado en Congo para extraer el metal y extorsionar a los mineros locales, según Global Witness, que la define como «depredadora»

En Shabunda, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), el oro que atesora el lecho del río Ulindi ha servido para poco más que para aumentar el hambre de la población. También para atraer a una sociedad minera china, Kun Hou Mining, definida como “depredadora” por un informe de la organización británica Global Witness.

Esta compañía no dudó en proporcionar armas de guerra y financiar a un brutal grupo armado, las milicias Raïa Mutumboki, para comprar su “protección” y facilitar que sus sicarios extorsionaran a punta de Kalashnikov a los mineros locales, que de forma artesanal y arriesgando sus vidas extraen el oro del río. Todo ello con “la bendición” de las autoridades de la región de Kivu Sur, que no impidieron estos abusos, denuncia esta organización británica dedicada a denunciar la explotación ilegal de los recursos naturales en el mundo.

El acuerdo entre la empresa china y el grupo armado permitió que, en 2014 y 2015, más de una tonelada de oro por valor de 38 millones de dólares se esfumara cada año sin dejar rastro y sin pagar impuestos de Shabunda. El metal extraído por la compañía en esta localidad situada a 150 kilómetros al oeste de Bukavu, capital de la región de Kivu Sur, no aparece en los registros oficiales de exportación del mineral y todo indica que fue sacado del país ilegalmente a través de Estados vecinos como Ruanda, Burundi y Uganda, desde donde fue encaminado a los mercados internacionales del sector joyero, fundamentalmente a Dubái (Emiratos Árabes Unidos).

El contrabando de oro tiene además una gran ventaja: un lingote de oro puro de un kilo, que puede llegar a costar 40.000 dólares, tiene el tamaño de un teléfono móvil, con lo cual es muy fácil de transportar.

Los pobres son ahora más pobres

Mientras el grupo armado y Kun Hou Mining -cuyos dos principales directivos en Congo son el chino Michael Wang y el francés Franck Menard-, se lucraban, la vida de los habitantes de Shabunda empeoraba si cabe aún más, en una ciudad en la que se carece de todo, desde el agua corriente a la electricidad, pasando por la comida. La promesa de enriquecimiento fácil con el oro no solo ha atraído a la ciudad en los últimos años a buscavidas de todo tipo, sino que también ha provocado una importante subida de precios cuya consecuencia ha sido que los pobres de la localidad -casi todos sus habitantes- son ahora más pobres, hasta llegar a pasar hambre. En 2014 el único hospital con el que cuenta la ciudad registró 534 casos de malnutrición.

Una carta a la que ha tenido acceso Global Witness da cuenta de cómo la sociedad minera china empezó su relación con los criminales ofreciéndoles 4.000 dólares y dos fusiles de asalto AK-47 (Kalashnikov), así como walkies-talkies y comida. Con estas armas, los milicianos de Raïa Mutumboki protegieron la instalación de las cuatro dragas semiindustriales de la compañía china -estás máquinas dragan el lecho del río para sacar la arena mezclada con el oro- y también extorsionaron a los mineros artesanales locales exigiendo la entrega de 5 gramos de oro dos veces al mes a cada equipo de mineros. Este atraco periódico les proporcionó unos ingresos de hasta 25.000 dólares mensuales, de acuerdo con el informe de la organización británica. A esta cifra se suman cantidades más modestas, de alrededor de un euro semanal, que cada minero tenía que satisfacer si no quería que los sicarios le impidieran trabajar.

Fuente: El Confidencial