Cobalto rojo: «Cuando el Congo se desangra para que tu conectes»

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Acaba de publicar en español Cobalto Rojo (Capitán Swing), un libro, donde invita a reflexionar sobre el “componente” que hace posible que funcionen las baterías recargables.

El Congo es un país que las grandes potencias han usado históricamente como dispensador de las materias primas que más les convenía en cada momento -caucho, aceite de palma, marfil, diamantes, madera y cobre-, repasa el investigador, y, además, de las personas que se vendían como esclavos.

En los últimos años, y ahora más que nunca, exporta a todo el mundo -especialmente a China- un material muy codiciado: el cobalto, un metal crítico que se emplea sobre todo en la fabricación de teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos, así como en las baterías de vehículos eléctricos.

Actualmente cerca del 75 % del suministro global de este material proviene del Congo, que cuenta con más reservas de cobalto que el resto del planeta en su conjunto, algo que, más que una suerte, para la población local puede ser una maldición.

Violaciones a mujeres mineras, múltiples accidentes que hieren o matan a los empleados, trabajo infantil, contaminación del aire, de la tierra y del agua, destrucción masiva de los bosques… Kara expone algunos de los costes humanos y ambientales de la era digital y, también, de la transición ecológica.

“Cuando vamos y compramos un teléfono inteligente, un portátil o incluso un vehículo eléctrico, creyendo que estamos tomando una decisión ecológica, no pensamos que unos cuantos niños congoleses van a ser enterrados vivos para que disfrutemos de esta tecnología”. Siddharth Kara (Knoxville, Estados Unidos, 46 años), investigador y activista contra la esclavitud, intenta incomodar al consumidor del Norte global con afirmaciones como esa a el diario El País.

Movilidad eléctrica

La extracción del cobalto es clave, por ejemplo, para el impulso a la movilidad eléctrica que los países necesitan para dejar atrás los motores de combustión, responsables de una cuarta parte de las emisiones de efecto invernadero (culpables del calentamiento global).

Las baterías de la mayoría de los vehículos eléctricos requieren hasta 10 kilogramos de cobalto refinado y, “si multiplicamos esa cantidad por el número de vehículos eléctricos que se espera que circulen, de ahí procede la tremenda demanda futura, que ha provocado una loca carrera por extraer cobalto de la tierra lo antes posible”, señala el investigador.

La Agencia Internacional de la Energía contempla que la demanda del cobalto sea en 2040 entre seis y 30 veces superior a la actual en función de la evolución de la química de las baterías.

 

Acaba de publicar en español Cobalto Rojo (Capitán Swing), un superventas en su versión en inglés, donde invita a reflexionar sobre el “componente” que hace posible que funcionen las baterías recargables. “Alrededor de las tres cuartas partes del suministro mundial de cobalto se extraen en el Congo y, para ello, cientos de miles de personas, incluidos niños, rebuscan en la tierra para extraerlo por uno o dos dólares al día”, continúa.

Siddharth Kara: El Norte Global intenta salvar su medio ambiente y a sus hijos a base de destruir el entorno y a los niños del corazón de África

Kara ha contemplado en directo, en sus viajes a la República Democrática del Congo (RDC) durante los últimos años, cómo el mineral “se extrae en condiciones que violan gravemente los derechos humanos y que provocan una enorme destrucción ambiental”, especialmente en la región de Katanga, en el extremo sudoriental del país, “que posee más reservas del cobalto que el resto del planeta junto”. “El paisaje es de absoluta destrucción humana y ambiental, se han talado millones de árboles para dejar espacio a los grandes asentamientos mineros, mientras poblaciones enteras son desplazadas. La tierra, el aire, el agua… todo ha sido contaminado con vertidos tóxicos que emergen de las instalaciones de procesamiento”, describe.

El libro

Cobalto rojo es la primera y desgarradora revelación de la inmensa carga que la minería del cobalto supone para la población y el medio ambiente de la República Democrática del Congo, contada a través de los testimonios de los propios congoleños. El activista e investigador Siddharth Kara se ha adentrado en el territorio del cobalto para documentar los testimonios de las personas que viven, trabajan y mueren por el cobalto. Para desvelar la verdad sobre las brutales prácticas mineras, Kara investigó las zonas mineras controladas por las milicias, rastreó la cadena de suministro del cobalto extraído por niños, desde el pozo tóxico hasta los gigantes tecnológicos de cara al consumidor, y recogió testimonios estremecedores de personas que soportan un inmenso sufrimiento e incluso mueren extrayendo cobalto.

El cobalto es un componente esencial de todas las baterías recargables de iones de litio que se fabrican hoy en día, las baterías que alimentan nuestros teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores portátiles y vehículos eléctricos. Aproximadamente el 75% del suministro mundial de cobalto se extrae en el Congo, a menudo por campesinos y niños en condiciones infrahumanas. Miles de millones de personas en el mundo no pueden desarrollar su vida cotidiana sin participar en una catástrofe medioambiental y de derechos humanos en el Congo. En este libro crudo y crucial, Kara sostiene que todos debemos preocuparnos por lo que está ocurriendo en el Congo, porque todos estamos implicados.

 

Fuente: El País y agencia EFE