El otorgamiento del máximo beneficio de las multinacionales farmacéuticas, (…) hacen que más de 2.000 millones de seres humanos se vean privadas de su derecho a la salud, de su derecho a la vida.
ALAI, América Latina en Movimiento.-
A los profesionales de la salud nos enseñaron que siempre el derecho a la vida está por encima del resto de los derechos fundamentales del hombre. De él se desprende otro sin el cual no es posible vivir: el derecho inherente a la salud. Sin embargo, los que estamos inmersos en este quehacer médico, observamos a diario que la Industria farmacéutica antepone sus derechos comerciales y el derecho a la propiedad intelectual de sus patentes, sobre el derecho a la salud y a la vida de las personas.
La globalización está consolidando el desarrollo de una nueva forma de poder: la farmacocracia, capaz de decidir qué enfermedades (aunque sean dolencias inventadas) y qué enfermos merecen tratamiento. ¡Algo totalmente injusto!
En países emergentes como el nuestro, donde millones de personas no tienen acceso a los medicamentos esenciales para superar enfermedades casi endémicas, como el sida, malaria, enfermedad de Chagas, etc. Viven condenados a un sufrimiento lento y padeciendo de males para los que si hay curación. Lo que no hay es SENSIBILIDAD y DECISION de parte de los gobernantes de turno.
Cada vez que el gobierno de algún país emergente decide saltarse una patente para reducir el costo de algún medicamento como ocurre con las llamadas importaciones paralelas, (Acuerdos ADPIC 1994 –DOHA) y mejorar así la deficiente salud de su población, saltan las empresas farmacéuticas y transnacionales tratando de atemorizar a la opinión pública con posibles consecuencias que pueden traer para la ciencia y la investigación, tales decisiones.
Una muestra de ello es lo que hemos visto recientemente con la decisión adoptada por el Gobierno brasileño de romper la patente del » Efarivenz», un antirretroviral comercializado por Laboratorios Merck Sharp & Dhome.
En Brasil, 75.000 de los 200.000 enfermos de sida toman este medicamento, que se considera de primera línea para combatir las infecciones del VIH. La transnacional Merck vendía el medicamento en ese país a 1.65 dólares por unidad, mientras que un genérico con las mismas propiedades que el «Efarivenz», como el fabricado en la India, cuesta 0,44 dólares, ¡un 150% menos!
Los Laboratorios Merck, que es una de las 3 transnacionales farmacéuticas con mayor volumen de negocios en el mundo y además con una facturación anual superior a los 16.000 millones de euros, no tardó en manifestar que con esa medida el Gobierno de Lula tan sólo conseguiría «frenar la investigación científica». Para el laboratorio, esta expropiación de la propiedad intelectual podría frenar su interés por la investigación de enfermedades que afectan a países empobrecidos .
Según esta hipótesis, la investigación científica tendría como único sentido el beneficio económico de los laboratorios que anteponen sus bolsillos a los intereses de la salud pública. La investigación farmacéutica entonces, viéndolo desde su óptica mercantilista, tendría como objeto primordial el beneficio económico, sin importar la salud de las personas que necesitan del resultado de dichas investigaciones.
Entonces se podría entender que el 90% del presupuesto dedicado por las farmacéuticas para la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos esté destinado a enfermedades que padecen solamente un 10% de la población mundial. ¿En donde estaría el principio de la equidad entonces?
El otorgamiento del máximo beneficio de las multinacionales farmacéuticas, las trabas burocráticas, los aranceles y LA CORRUPCION de los gobiernos de países empobrecidos hacen que más de 2.000 millones de seres humanos se vean privadas de su derecho a la salud, de su derecho a la vida.
En el caso del Perú, sin embargo tenemos ahora que los precios de los medicamentos han descendido en los últimos años por la fabricación de medicamentos genéricos. Pero esto no se debe a la «benevolencia ni a la sensibilidad social» de las empresas farmacéuticas, sino a que el Acuerdo de Propiedad Intelectual (acuerdos ADPIC) , de la Organización Mundial del Comercio reconoce que un país puede si se dá el caso, ignorar las leyes sobre patentes si ocurren emergencias médicas , como el dengue, el cólera, etc.
En salud las urgencias médicas no se deben hacer esperar. Si hasta en el mundo de los negocios existe también una ética que no se puede olvidar, entonces cómo podrá ocurrir esto sobre todo en el campo de la salud, del dolor y de la enfermedad.
Recordemos que el objetivo de la ciencia es el de permitir un mejor conocimiento, colaborar con el progreso de la humanidad y mejorar la calidad de vida de todas las personas. No se pueden anteponer los negocios el comercio, el lucro a la salud pública . Los más de ocho millones de peruanos que se ven privadas del derecho a la salud, en nuestro país exigen ser escuchados y atendidos.
Comerciar con la salud es poner precio a la vida.
¡A romper la hegemonía de las transnacionales …a romperlas ya!
Dra. Milagros del Rosario
Especialista en Salud Pública y Políticas de Salud de Perú