Cómo Juan Pablo II evitó una guerra entre Argentina y Chile

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Las presidentas Cristina Fernández de Kirchner y Michelle Bachelet agradecen la mediación papal del 1978 y reafirman la relación bilateral

El 22 de diciembre de 1978, las fuerzas armadas de Argentina y Chile –gobernados por las dictaduras militares de Jorge Videla y Augusto Pinochet- estaban preparadas para enfrentarse por la ocupación de las islas en disputa Picton, Lennox y Nueva, en la zona del Canal de Beagle. Ese mismo día, el Papa Juan Pablo II anunció el envío de un representante que buscara en su nombre una solución al conflicto limítrofe, que logró detener el enfrentamiento minutos antes de que se desencadenara.


Diversas celebraciones civiles y religiosas están recordando aquellos sucesos, de los que se cumplen 30 años. Las presidentas de Argentina y Chile, Cristina Fernández de Kirchner y Michell Bachelet respectivamente, se reunieron el 5 de diciembre para reafirmar la relación bilateral entre los dos países y participan en la Misa de agradecimiento por los 30 años de la exitosa mediación papal, presidida por el enviado de Benedicto XVI, el cardenal arzobispo de San Pablo (Brasil) Odilo Pedro Scherer, en la catedral de Punta Arenas, en Chile.


Además, las mandatarias de ambos países descubren, en este templo, una placa de homenaje a Juan Pablo II, por su intervención para evitar la guerra y, después de la Misa, se trasladan en helicóptero al Monte Aymond, situado en la frontera que une Argentina y Chile, donde colocan la piedra fundamental de un monumento por la paz y la amistad.


En ese acto, el cardenal Scherer da a conocer el mensaje del Papa, quien ha recordado la mediación de Juan Pablo II como un «ejemplo admirable de construcción de la paz a través de la vía maestra y siempre actual del diálogo».


La colaboración aumenta 30 años después


La delegación vaticana ha mantenido un encuentro con las dos presidentas, en Punta Arenas, donde las mandatarias han anunciado diversos acuerdos de integración, entre los que destacan uno de exploración conjunta espacial y otro por el que las tesis de doctorado serán válidas en los dos países.


Entre los actos religiosos de celebración del aniversario, destacan dos misas simultáneas, el próximo 22 de diciembre en la Basílica de Luján, en Argentina, y en el Santuario Nacional de Maipú, en Chile, en las que participan las presidentas de ambos países.


Misa de la comunidad chilena en Roma


Además, durante su reciente visita ad limina. los obispos chilenos celebraron una Misa en la iglesia Santa María de la Paz, de Roma, presidida por el obispo de Rancagua y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Alejandro Goic, y concelebrada por el cardenal arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, por el canciller de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, Marcelo Sánchez Sorondo y por numerosos obispos y sacerdotes chilenos y argentinos, con una numerosa participación de la comunidad chilena residente en la capital italiana.


En la homilía, Goic señaló que «Argentina y Chile, pueblos creyentes y llamados a ser hermanos vivían desde hacía 30 años una controversia seria y difícil» y recordó la «psicosis de guerra» que vivía el pueblo en aquel momento.  


«Y ahí, en ese contexto, surge la voz y la palabra profética del sucesor de Pedro –añadió-. El 12 de diciembre de 1978 dirige una carta a los presidentes de la Argentina y de Chile, ante el encuentro de los cancilleres de ambos países, y les señala que el diálogo no prejuzga los derechos y amplía el campo de las posibilidades razonables, haciendo honor a cuantos tienen la valentía y la cordura de continuarlo incansablemente contra todos los obstáculos; será una solicitud bendecida por Dios y sostenida por el consenso de vuestros pueblos y el aplauso de la Comunidad Internacional».


El obispo agradeció a Dios el proceso iniciado entonces «con el enviado de Juan Pablo II, el inolvidable, inteligente y venerado cardenal Antonio Samoré, quien con sus colaboradores y ambas cancillerías y la oración de dos pueblos creyentes y hermanos, lograron el don de la paz para Chile y la Argentina».


Antes de concluir la ceremonia, el embajador de Chile ante la Santa Sede, Pablo Cabrera, destacó «la importancia de la intervención diplomática de la Santa Sede 30 años atrás para alcanzar la tan anhelada paz entre dos pueblos hermanos» y también el embajador de la Argentina ante la Santa Sede, Juan Pablo Cafiero, quien señaló: «Gracias a Dios que tuvimos un Papa como Juan Pablo II que nos dio una oportunidad de paz muy grande».


La paz, añadió, «no es solamente la ausencia de armas, sino que es también un espíritu de construcción colectiva del sentido de nación y del sentido de un continente pacífico por el bien de todos».


Para el cardenal Errázuriz, «siempre uno llega a temblar pensando en lo que pudo haber sido una guerra entre Argentina y Chile, la cantidad enorme de pérdidas de vidas humanas y, al mismo tiempo, la enemistad que crece entre los pueblos con ocasión de una guerra». «Gracias a Dios después de ese tratado de amistad, de colaboración, es otra la situación que surgió entre nuestros países –añadió- y también nació una fraternidad que ni siquiera antes conocíamos gracias a la mediación del Papa».