Crisis en los más pobres

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Escribo estas líneas desde la tristeza y rebeldía que me causa ver la postración de nuestros representantes: acaban nuestros Gobiernos de garantizar 2,5 billones de euros para el actual sistema financiero, el mismo que, según la ONU, ha incorporado en el último año a más de cien millones de nuevos hambrientos al planeta.

Es perversa, y falsa, la línea argumental que afirma que la comida de los más pobres (mayoría) depende del enriquecimiento de los más ricos (minoría).  ¡Qué espectáculo más triste y vergonzoso es presenciar a Jefes de Gobiernos de casi 800 millones de personas arrastrarse tras unas empresas que provocan tanto sufrimiento en sus ciudadanos!


Si estos Gobiernos fuesen dignos de ser representantes de sus pueblos, se pondrían radicalmente y sin dudarlo enfrente de estos tinglados especulativos para exigirles, con el código penal en la mano y toda la fuerza de la ley, que con sus pueblos no se juega. Pero no lo harán; los pobres de la tierra, que llevan sufriendo décadas la voracidad de esta economía, saben que no lo harán, saben que, como hoy demuestran, nuestros Gobiernos son simples títeres de las grandes empresas.


Una vez más todos nuestros Gobiernos nos están engañando, cuando afirman que el motor de la economía es el capital. No, señores del Gobierno, el motor de la economía ha sido, es y será siempre el trabajo de tantas personas que hacen posible que, solidariamente, todos vayamos recibiendo los frutos de él.


Si nuestros Gobiernos nos representaran lo sabrían bien y no tendrían tanto miedo y servilismo a especuladores y banqueros. Una cosa queda clara, no obstante, y es que cada hambriento que exista, cada familia que quede en paro o cada inmigrante expulsado son hechos que, si se quiere, se podrían evitar.


¿Y cómo se llama a aquellos que, pudiendo, no dan auxilio al que está en necesidad extrema y llega hasta morir? Que tomen nota nuestros Gobiernos. Al pueblo está lección nos ha quedado clara.