El fabuloso negocio que tienen las multinacionales de la alimentación con la sustitución de la leche materna por leche artificial le cuesta la vida a muchos bebés. UNICEF estima que actualmente cerca de un millón y medio de niños mueren todos los años debido a los efectos, directos o indirectos, de la alimentación con biberón. En este artículo actualizamos la situación del boicot a las empresas que, sin escrúpulos, potencian la leche en polvo, del cual ya hablamos en mayo de 1992. Se sabe desde hace mucho tiempo que la leche humana contiene anticuerpos de la madre que protegen al niño de muchas infecciones, en particular el calostro, segregado por la madre en los primeros días que siguen al nacimiento y que actúa como un potente producto antiinfeccioso. Además la leche materna contiene la totalidad de elementos nutritivos que necesita el bebé. Lo ideal es no darle ningún complemento durante los cuatro o seis primeros meses de vida, ni siquiera agua. Por el contrario, la lactancia artificial supone la utilización de agua, un agua raramente pura en el Tercer Mundo. Es necesario hervirla al menos durante 20 minutos para eliminar de ella todos los microorganismos. ¿Con qué energía, salvo la madera u otro combustible comprado a un alto precio? Es necesario también que la familia disponga de los medios para adquirir los botes de leche a falta de los cuales es muy grande la tentación de diluir exageradamente el polvo y ahí comienza la mala nutrición.Los riesgos inherentes a la lactancia artificial son, por tanto, dobles: provoca por una parte múltiples agresiones microbianas, virales y parasitarias debido al agua sucia, al biberón no desinfectado, a la ausencia de medios de conservación; entraña, por otra parte, una malnutrición masiva debida a la excesiva dilución de la leche en polvo.Una gran mayoría de ese millón y medio de niños que mueren, fallecen por deshidrataciones diarreicas, pero también por enfermedades respiratorias cuya gravedad se habría atenuado con la alimentación maternal.Las multinacionalesFue a comienzo de los años 70 cuando apareció, en toda su crudeza, la estrategia de las grandes multinacionales para difundir la venta masiva de la leche en polvo. Estas multinacionales, auténticos gigantes económicos, no repararon en gastos publicitarios para conseguir su objetivo. Nestlé, por ejemplo, gasta en publicidad más que todo el presupuesto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y tiene una cifra de negocios mayor que el presupuesto de Suiza. Cuando estas multinacionales empezaron con su campaña para difundir la leche en polvo, se encontraron el obstáculo considerable de que en muchos países, especialmente del Tercer Mundo, las madres se empeñaban en seguir amamantando a sus hijos. Por ello la leche en polvo no representaba más que una fracción mínima de la cifra de negocio total de esas firmas —menos del 10%, por ejemplo, en el caso de Nestlé- mientras que el resto de sus actividades experimentaban un crecimiento exponencial. Para solucionarlo decidieron acudir a los hospitales y clínicas donde las madres daban a luz y hacer donaciones masivas de leche en polvo, tetinas y todos los medios necesarios para preparar los biberones. Así, millares de representantes con bata blanca, acudieron a las clínicas del Tercer Mundo para convencer a las madres de la superioridad de la leche en polvo frente a la lactancia materna. Idéntica estrategia se utilizó respecto al personal de los hospitales, gratificado con primas y regalos.A su vez las campañas de propaganda comercial han procurado llevar a la mente de la población la idea de que la lactancia artificial no sólo era igual, sino superior, a la materna. Los niños, según aquellas propagandas, se desarrollaban y crecían mejor, si cabe, que con la leche de la madre quien podía continuar con todas sus actividades sin limitaciones al no tener que estar sujeta a dar el pecho. Tal perfección se había llegado a conseguir con las fórmulas lácteas, que para algunas de ellas se acuñó el más que confuso término de «leches humanizadas» y «leches maternizadas». La propaganda llegó a límites abusivos. Las madres regresaban a sus casas repletas de leche en polvo, biberones, tetinas, de los métodos para usarlos y, lo que es peor, de la convicción de que su niño se criaría mejor gracias a la leche industrial. Fue lo que no tardó en llamarse la «cultura del biberón». Una vez fuera del hospital, donde no existen más obsequios de leche, se ven obligadas a comprarla a un precio que puede suponer más del 50% de los ingresos familiares. En Somalia, por ejemplo, el salario semanal de un médico no es suficiente para comprar dos envases de la leche que necesita un bebé durante seis días.Génesis del boicotA comienzo de los años 70 los militantes concienciados respecto a esta situación se organizaron y en 1974 se publicó en Gran Bretaña primero, y luego en Suiza un ensayo con un título deliberadamente provocador Nestlé mata a los bebés que valdría a sus autores un proceso por difamación. Nestlé, al obtener dos años más tarde la condena de los autores del ensayo tan sólo conseguía un éxito a medias pues el tribunal acompañó su decisión con un comentario desprovisto de cualquier ambigüedad «Si la parte civil (Nestlé) quiere ahorrarse en el futuro el reproche de una conducta inmoral deberá modificar profundamente su forma de publicidad». Así, bajo la coordinación de un grupo denominado International Baby Food Action Network (Red Internacional para la Alimentación Infantil) se comprometieron en un boicot a Nestlé, muy activo en América del Norte. Pero había que seguir avanzando y en particular concebir un código de conducta destinado a regular las prácticas de la industria de la leche. Por fin el 24 de mayo de 1981, 118 países del mundo adoptaban este código durante la Asamblea Mundial de la Salud, con las abstenciones de Argentina, Corea del Sur y Japón, y el único voto en contra de los Estados Unidos. El código internacional preveía, entre otras cosas, prohibir cualquier publicidad, visible o subliminal, a favor de la leche en polvo, especialmente en los establecimientos de salud; prohibir toda distribución de productos gratuitos incluso bajo forma de muestras; mencionar sistemáticamente la superioridad de la leche materna en todos los botes vendidos en los comercios. Todos los países miembros de la Organización Mundial de la Salud fueron invitados a integrar en sus legislaciones las principales disposiciones del código. La industria, presionada de esta forma, firmó el código anunciando a continuación que velaría directamente para que sus miembros lo aplicaran. Durante algunos años las prácticas comerciales fueron desterradas y el boicot al Nescafé, el producto estrella de Nestlé, se atenuó.Nueva violación del códigoLa Iglesia de Inglaterra en 1994 anunció que iba a reexaminar el informe y para ello creó, junto a otras 27 organizaciones la Interagency Group on Breastfeeding Monitoring (Grupo coordinador para el seguimiento de la lactancia materna). Se trataba de poner el acento en la aplicación del código, gracias a una investigación en profundidad. Esta se llevó a cabo en 1996 en cuatro países: Sudáfrica, Bangladesh, Polonia y Tailandia, con ochocientas madres jóvenes en cada nación y 120 agentes de salud, en 40 establecimientos.Los resultados demuestran que 32 sociedades comerciales entre las que figuran Nestlé, Abott-Ross, BSN, Heinz, Gerber (Sandoz), Johnson, etc. violan todos los códigos de conducta. Todas ellas siguen distribuyendo publicidad que da una imagen negativa de la crianza materna y presenta la leche en polvo como preferible para la alimentación; todas ellas siguen distribuyendo muestras y botes de leche y envían su personal a las maternidades para repartir información. En resumen, la encuesta demuestra que el sistema sanitario y los hospitales continúan siendo el instrumento elegido para la estrategia comercial de las firmas, especialmente en Tailandia y Bangladesh, los países más pobres del muestreo cuyas maternidades están subequipadas y el personal muy mal pagado. En Polonia y en Sudáfrica la estrategia está más diversificada y las mujeres son inducidas tanto desde dentro como desde fuera del sistema de salud.Qué se pretendeDesde hace algunos años la UNICEF y la OMS han elaborado una estrategia consistente en pedir a los hospitales que adopten una actitud sistemáticamente favorable a la lactancia materna. Se han definido diez condiciones tales como comenzar a dar el pecho inmediatamente después del nacimiento del niño, no proporcionar jamás ni tetinas ni biberones, prohibir la presencia de pseudoenfermeras pagadas por las firmas, etc. Los establecimientos que cumplen los diez puntos son declarados oficialmente «Hospitales Amigos de los Bebés». Desde entonces, millares de maternidades de todo el mundo han entrado en esta red.Pero es evidente que aún hay que hacer más. Así, las grandes multinacionales de leche artificial deben ceñirse a lo que ellas mismas firmaron en el código de conducta y si no lo hacen voluntariamente la sociedad debe organizarse para boicotear de nuevo sus productos. Esto es lo que está haciendo la Baby Milk Action al promover un boicot contra los productos de Nestlé por ser la mayor de las multinacionales, con la convicción de que cuando ella se vea obligada a cambiar su política las otras la seguirán.Los partidarios de la lactancia materna no rechazan la necesidad de la leche en polvo, o de alimentos de destete en condiciones muy determinadas: en los casos, muy raros, de una intolerancia fisiológica del recién nacido a la leche materna o en los casos, mucho más numerosos, en que los conflictos armados privan a los niños de sus madres. En todos los demás casos, dicen, se debe animar a las mujeres a alimentar ellas mismas a sus hijos, incluidos los países industrializados, pero siempre deben ser ellas quienes decidan libremente y con información, sin sufrir los engaños y la manipulación de las multinacionales.Henri NestléDurante el año 1860, en una Alemania que todavía no estaba unificada bajo la férula de Bismarck, un químico de Franckfurt conseguía poner a punto un producto al que auguraba cierto futuro: una mezcla de harina y leche de vaca deshidratada destinada a la alimentación de los lactantes. Este ingeniero se llamaba Henri Nestlé.La Europa del norte se llenaba entonces de fábricas, las obreras acudían a ellas, abandonando a la fuerza la lactancia materna, para confiar a sus recién nacidos a amas de cría. Se trataba ciertamente, de un descubrimiento esencial que iba a permitir -debería permitir- a la nutrición humana dar pasos de gigante.Sin embargo es la historia de un descubrimiento que ha descarrilado. Mientras Henri Nestlé escribía en 1867 de buena fe, que este polvo «compuesto en condiciones científicamente correctas» constituía «un alimento que es todo lo que se puede desear», no podía imaginar evidentemente que sus trabajos se volverían un día contra los niños y que cien años más tarde se escribiría un informe titulado «Nestlé mata a los bebés». Proporción de bebés alimentados sólo con leche materna durante los cuatro primeros mesesAfrica Subsahariana 1% Níger2% Nigeria3% Malawi3% Costa de Marfil3% Burkina Faso3% Angola7% Senegal7% Camerún8% Malí8% Ghana10% Togo12% Mauritania13% Zambia15% Liberia16% Zimbabwe16% Mauricio17% Kenya22% Namibia32% Tanzania41% Botswana43% Congo47% Madagascar54% Rep. Centroafricana68% Zaire74% Etiopía89% Burundi90% Rwanda Oriente Medio y Africa Septentrional 12% Túnez14% Turquía14% Sudán15% Yemen32% Jordania38% Egipto48% Irán65% MarruecosAsia Central12% KazakstánAsia y Pacífico4% Tailandia24% Sri Lanka25% Pakistán33% Filipinas36% Nepal47% Indonesia51% India54% Bangladesh64% China Américas 3% Haití4% Brasil7% Paraguay10% Trinidad/Tab.10% R. Dominicana11% Nicaragua11% Honduras17% Colombia20% El Salvador31% Ecuador35% Costa Rica38% México40% Perú53% BoliviaNota: El «amamantamiento exclusivo» excluye no sólo otros alimentos sino también agua y otros líquidos.
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