El ébola se contagia sólo por contacto físico, por los fluidos corporales. Por tanto, a no ser que alguien te vomite en el metro, defeque o te manche de sangre, no te va a transmitir el ébola.
Una vez más, África está en el ojo del huracán. Y, como suele pasar, las noticias no son buenas.
Los medios de comunicación parecen alternar largos periodos de ignorancia absoluta hacia el continente con breves estallidos salpicados de locura, normalmente debidos al temor de que un brote de epidemia o terrorismo se extienda hacia nuestras costas.
El reciente brote de ébola en el África occidental, que ha infectado a casi 2.000 personas en los últimos seis meses, no es ninguna excepción. Los medios se han fusionado en torno a cinco mitos, mientras que se ignora el contexto de la sanidad pública y las increíbles desigualdades que existen en la Tierra.
Mito 1: el ébola es una enfermedad mortal en todo el mundo.
La tasa de mortalidad del ébola y del virus de Marburg, varía. El primer brote registrado de estas enfermedades, que tuvo lugar en Alemania y Yugoslavia en 1967, presentó una tasa de mortalidad del 23%; muy lejos del índice de letalidad que han mostrado los brotes producidos en el África subsahariana 40 años después.
El riesgo actual de muerte en los individuos infectados por el ébola en Occidente queda muy lejos. Los dos estadounidenses infectados en Liberia, por ejemplo, están mejorando, por la supervisión y el cuidado proporcionados por los trabajadores humanitarios y por la rápida evacuación a hospitales modernos con instalaciones de cuidados intensivos.
He cuidado a pacientes y he formado a médicos en decenas de hospitales urbanos y rurales en toda el África subsahariana. La tasa de mortalidad para casi todas las enfermedades, es más alta en el África subsahariana que en cualquier hospital occidental.
Mito 2: no existe tratamiento para el ébola.
Existen varios tratamientos para el ébola que pueden ayudar en las peores fases de la enfermedad e incrementar las posibilidades de supervivencia. Entre estos tratamientos se incluye la reanimación mediante fluidos intravenosos, glóbulos rojos, plaquetas, coagulantes, antibióticos, oxígeno, etc.
En los últimos seis meses en los que el brote de ébola se ha llevado la vida de casi mil niños y adultos, sólo en el África subsahariana han muerto aproximadamente 298.000 niños de neumonía, 193.000 de diarrea, 288.000 personas de malaria y 428.000 por lesiones, por ejemplo en accidentes de tráfico.
Mito 3: el ébola es la enfermedad más contagiosa y se extenderá rápidamente por Occidente.
El ébola no es la enfermedad más contagiosa que se conoce. No se transmite por el aire ni por aerosoles. Esto la hace menos contagiosa que otros portadores de enfermedades, como el sarampión, la varicela, la tuberculosis o incluso la gripe. El ébola se contagia sólo por contacto físico, especialmente por los fluidos corporales. Por tanto, a no ser que alguien te vomite en el metro, defeque o te manche de sangre, no te va a transmitir el ébola.
En términos médicos, lo único que se requiere para prevenir el contagio de ébola de paciente a trabajador sanitario es el uso de precauciones de contacto, que incluyen vestimenta adecuada, guantes y lavado de manos frecuente después de cada contacto con el paciente. Estas precauciones son las que siempre se llevan a cabo en los hospitales occidentales en caso de enfermedades contagiosas.
Muchos centros en África Occidental, carecen de productos básicos como guantes y batas, y en muchos otros escasea el agua o el alcohol, imprescindibles para la higiene. Los hospitales en África tienen salas abiertas con docenas de camas amontonadas. En muchos casos, además, he visto a varios pacientes compartiendo una misma cama. Así el ébola se puede extender con tanta rapidez.
La mejor forma para ayudar a África a contener este brote de epidemia es mediante la inversión y el despliegue de medidas básicas para el control de enfermedades infecciosas, como batas, guantes, agua y métodos de esterilización, junto con personal sanitario y de formación.
Mito 4: hay que administrar medicamentos experimentales contra el ébola al máximo número de africanos posible.
Experimentar en humanos no tiene por qué ser algo malo. Sin embargo, todas las personas que participan en estudios de investigación médica tienen derecho a recibir la misma protección internacional.
Asimismo, los formularios de consentimiento, que explican los riesgos y beneficios de los participantes en ese estudio en particular, deben traducirse a todos los dialectos locales, y se deben tener en cuenta los casos específicos de los pacientes que no sepan leer los formularios o firmar.
Tristemente, conocemos los virus de Marburg y ébola desde hace casi 50 años, y se han llevado a cabo muy pocas investigaciones, al igual que con otras muchas enfermedades tropicales olvidadas. Las compañías farmacéuticas no suelen estar dispuestas a invertir en investigaciones para tratar enfermedades que sólo afectan a gente pobre, ya que obtendrían pocos beneficios.
Mito 5: no se puede hacer nada para ayudar a África… Es demasiado pobre.
La verdadera tragedia del brote de ébola es que la mayoría de africanos no tiene acceso a los medicamentos, instalaciones y profesionales de los que disponemos en Occidente y que podrían haber evitado el descontrol de la epidemia.
Además, se podrían haber empleado las mismas medidas para reducir la mortalidad causada por otras enfermedades que en la actualidad están matando cada día a mil veces más personas que el ébola.
En este momento, a través de una colaboración entre la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el Fondo Mundial, el Ministerio de Sanidad de Ruanda, y un consorcio de universidades estadounidenses, estamos formando a un grupo de médicos y enfermeros de urgencias y de cuidados intensivos en Ruanda. Al mismo tiempo, estamos aumentando las infraestructuras y el suministro de medicamentos, para que los nuevos especialistas africanos tengan las herramientas necesarias. Antes del reciente brote de ébola, ya se estaba considerando un proyecto en Liberia, todavía estamos esperando la aprobación del Gobierno estadounidense.
Nuestra experiencia en Ruanda demuestra que con la suficiente voluntad política y el apoyo financiero y técnico, los países africanos pueden lograr mejoras a gran escala en su capacidad para prevenir las enfermedades y controlar las situaciones de urgencia. Puede que no ocurra de la noche a la mañana, pero sí con el tiempo suficiente como para frenar la próxima gran epidemia incluso antes de que comience.
Autor: Adam C. Levine, profesor adjunto de Medicina de urgencia, Brown Medical School. Traducción de Marina Velasco Serrano ( * Extracto)