Del genocidio sirio a morir en una patera frente a Lesbos

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Los muros de hambre y guerra y destrucción acorralan a los empobrecidos de la tierra. Muros de hambre provocada, de miseria forzada y muros de violencia en su vida diaria. Siria es un ejemplo de disputa geopolítica y de campo de maniobras, ensayo de armamento sobre todo un pueblo, atrapado entre múltiples muros.

Con más de 300.000 muertos sepultados por los escombros o enterrados en fosas, en muchas ocasiones familias enteras, Siria se ha convertido cementerio de inocentes.

La prolongación de este infierno en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, ya de por sí una catástrofe humanitaria, también se está convirtiendo rápidamente en una diabólica jugada geopolítica (un ensayo de operaciones militares y armas sobre inocentes)

La guerra en el país árabe ha tenido dos vertientes claras: una guerra civil y una de poder geopolítico, con varias potencias que respaldan a diferentes facciones para promover sus propios fines.

Ahora, cuando el combate en esta región llega a un punto crítico, todo converge creando un barril de pólvora, cuya explosión podría tener consecuencias profundas que rebasarían las fronteras de Medio Oriente.

Recordemos que Idlib, es la región de Siria de la que 235.000 personas huyeron en dos semanas por un ataque del gobierno.

Recordemos que en 2017, todo parecía indicar que Rusia e Irán -los principales patrocinadores del régimen sirio- y Turquía -defensor de algunos grupos rebeldes- habían llegado a un acuerdo que establecía que:

  • Habría un alto el fuego en el área
  • Todas las partes mantendrían algún tipo de presencia en la zona, en la espera de un acuerdo final
  • Los rebeldes dejarían las armas
  • Turquía comenzaría a instalar una docena de puestos de observación manejados por sus propias tropas

Pero todo parece haber sido una táctica para ganar tiempo.

Siria siguió su ofensiva hacia el norte, con apoyo ruso e iraní. Mientras tanto Turquía, miembro de la OTAN,  intervino e invadió por su cuenta el norte de Siria en el mes de Diciembre, en una operación llamada por los otomanos «Operación Manantial de Paz», que ha generado una pinza sobre los kurdos y la población inocente en esta región tan aplastada por la guerra.

En medio de este infierno, con campos de refugiados que malviven en las fronteras turcas; Turquía sigue jugando con la presión sobre la Unión Europea, abriendo y cerrando el grifo de refugiados sirios y afganos en la frontera de Grecia.

Este mismo viernes, Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, reconocía «haber abierto las puertas» para que los refugiados avancen hacia la Unión Europea.

El pasado 1 de Marzo, los residentes de Thermi (Grecia) evitaban el desembarco de los solicitantes de asilo. Varios miles de personas pasaban la noche en los alrededores de la ciudad turca de Edirne esperando para poder cruzar la cercana frontera con Grecia, atrapados entre la Policía turca, que les anima a intentarlo, y la griega, que usa la fuerza para impedírselo. Más de 15000 personas esperan huir del infierno, algunos han muerto en el intento.

Así falleció un niño en un intento de llegar a Lesbos en una patera. Otro icono del la barbarie de la guerra, y del poder por el poder.