Henry Savid Thoreau (1817-62) es uno de los pensadores del siglo XIX que más ha contribuido a la lucha por la justicia con la desobediencia civil no-violenta. Combatió la esclavitud y la guerra de EE. UU contra México. . Su ensayo, de «La razón práctica por la que, una vez puesto el poder en manos del pueblo, se permite que una mayoría que gobierne y que lo haga por un largo periodo, no es por que tenga más probabilidades de estar en lo cierto, ni por que la minoría crea que esto es lo más justo, sino porque la mayoría es físicamente la más fuerte. Pero un gobierno en el que la mayoría decida en todos los casos no puede basarse en la justicia, ni siquiera en una justicia como la entienden los hombres. ¿No puede haber un gobierno en el que no sean de hecho las mayorías, sino la conciencia, quien decida lo que es justo e injusto; un gobierno en el que las mayorías decidieran únicamente sobre cuestiones de utilidad práctica? ¿Debe el ciudadano en algún momento, o en el mínimo grado, abdicar de su conciencia en el legislador? ¿Por qué, entonces, tiene todo hombre una conciencia? Creo que debemos ser primero hombres, y súbditos después. No conviene cultivar un respeto por las leyes tanto como por la justicia. La única obligación a la que tengo derecho a comprometerme es la de hacer en cualquier momento lo que creo justo. Se dice con razón que una corporación no tiene conciencia, pero una corporación de hombres conscientes es una corporación con una conciencia. Las leyes nunca han hecho a los hombres un ápice más justos; y, mediante el respeto a ellas, incluso los de mejor voluntad son cada día agentes de la injusticia. Un resultado corriente y natural de un respeto indebido a las leyes es que podéis ver una fila de soldados, coronel, capitán, cabo, soldados rasos, acemileros, etc., marchando en orden admirable a través de montes y valles hacia la guerra, contra sus voluntades, peor aún, contra su sentido común y sus conciencias, lo que hace la marcha verdaderamente dura, y produce palpitaciones en el corazón. Están seguros de que están metidos en un feo negocio; todos son de un natural pacífico. ¿Qué son, pues? ¿Son hombres? ¿O son fortificaciones y polvorines móviles, al servicio de algún hombre sin escrúpulos en el poder?…. En la mayor parte de los casos no hay ni rastro del ejercicio libre del juicio o del sentido moral… Sin embargo, tales tipos de hombres suelen ser considerados buenos ciudadanos. Otros -como la mayoría de los legisladores, políticos, abogados, ministros y funcionarios sirven al Estado principalmente con sus cabezas; y , como rara vez hacen distinciones morales, hay las mismas posibilidades de que sirvan al demonio, sin proponérselo, que a Dios. Muy pocos -héroes, patriotas, mártires, reformadores en un sentido amplio, y hombres- sirven al Estado también con sus conciencias, lo que les lleva a resistirlo en la mayoría de los casos, por lo que el Estado les trata como enemigos…
¿Cómo ha de comportarse un hombre frente a este gobierno americano de hoy? Respondo que no puede, sin ignominia, asociarse a él. No puedo por un instante reconocer como mi gobierno a esta organización política que es también el gobierno del esclavo… Todas las máquinas tienen sus puntos de fricción, y posiblemente ésta hace un bien suficiente para contrarrestar el mal. Pero cuando la fricción llega a tener su propia máquina, y la opresión y el robo están organizados, entonces yo no quiero conservar por más tiempo esa máquina. Existen leyes injustas. ¿Nos contentaremos con obedecerlas o nos esforzaremos por cambiarlas, obedeciéndolas en tanto que no lo hayamos conseguido, o las transgrediremos inmediatamente?…
De una cosa estoy seguro: si mil hombres, si cien hombres, si diez hombres…, incluso si un solo hombre honrado, en este Estado de Massachussets, renunciando a tener esclavos, se retiraran realmente de esta sociedad, y fueran encerrados por ello en la cárcel del lugar, esto significaría la abolición de la esclavitud en América…
Bajo un gobierno que encarcela a cualquiera injustamente, el lugar adecuado para un hombre justo es también una cárcel… «.