Disidencia luminosa (Frente a las guerras de ayer y de hoy)

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La "Rosa Blanca" , grupo de resistencia organizada en la Alemania nazi

Las guerras, antes ocultas y lejanas, se han acercado a nosotros. Ucrania, Israel, Palestina. Lo que parecía inimaginable ha vuelto a Europa: una gran guerra. Y con las guerras desaparecen libertades, empezando por la libertad de expresión.

Editorial revista Autogestión

Hay otra guerra, invisible para los que no quieren ver, pero no menos cruenta, muy parecida a la que llevaron a cabo los nazis contra su propia población y que fue combatida a muerte, literalmente, por los jóvenes valientes que formaban el famoso grupo de resistencia anti-nazi, la Rosa Blanca: la agresión contra la vida humana y su dignidad inviolable a través de políticas eugenésico-abortistas, de experimentación con cuerpos y mentes, la eutanasia de los improductivos.

Denunciar cualquiera de estos crímenes se castigaba entonces como hoy con la “cancelación” social o con la cárcel, en el Tercer Reich por “generación de odio en el pueblo” (Volksverhetzung), hoy por “delito de odio” aplicable a todo tipo de críticas al pensamiento único generista.

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El totalitarismo en Occidente sigue siendo invisible porque nos envuelve totalmente, pero se ha vuelto más violento haciéndose más bio y psicopolítico. El sistema que nos domina ha pasado del discurso de la deconstrucción a la acción de la destrucción de la persona y sus últimas células de resistencia social, como la familia. En el mundo de las redes sociales y la inteligencia artificial vivimos más vigilados, manipulados, solitarios y socialmente desamparados que los amigos, amigos hasta la muerte, de la Rosa Blanca bajo el régimen nazi.

Más sobre la Rosa Blanca

Ellos lucharon por la Verdad y la Justicia; vivían su profunda disidencia con alegría, como lo que da sentido a la vida. Por eso, tenemos que preguntarnos qué significa ser disidente hoy.

¿Qué dio a los miembros de la Rosa Blanca el discernimiento para posicionarse fuera del discurso hegemónico y fuerza para luchar contra su endemoniada crueldad para con las personas humanas? Su apertura a la transcendencia, su fe luminosa en que hay razones para la esperanza, que da sentido y energía vital más allá del interés material.

Nuestra sociedad occidental postmoderna es una excepción histórica porque ridiculiza a los creyentes en lugar de compadecerse de los que viven en una realidad absurdamente plana, que debilita al individuo separándolo de la sociedad y de la realidad. Tal vez lo más triste en nuestra sociedad capitalista es que ha perdido la capacidad de maravillarse ante el misterio de la eternidad, sentir felicidad por el increíble regalo gratuito de la vida y extraer esperanza y sentido del deber moral de cuidarla.

La Rosa Blanca y su representante femenina más conocida, la alemana Sophie Scholl, no eran unos “postmodernos unidimensionales”. Desde su arraigo cultural, social y espiritual fueron capaces de discernir la propaganda y la mentira (cien veces repetida, como hoy) de la verdad y a comprometerse con esta Verdad, no a relativizarla. Eso les dio la increíble fuerza, siendo apenas unos muchachos muy unidos, de ser luz y acción esperanzadora en un mundo moral y físicamente devastado.

Vivimos en otra gran guerra por el reparto del mundo que destroza cuerpos, mentes, pueblos y esperanzas. ¿Dónde están los jóvenes combatiendo el totalitarismo actual, las mujeres verdaderamente protagonistas de sus vidas como lo fue Sophie Scholl? Su disidencia luminosa es un testimonio para nosotros, 80 años después de su asesinato por otro totalitarismo que despreciaba la vida humana relegándola a ser mero recurso económico.


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