Nuevos documentos desclasificados de EEUU muestran que el Secretario de Estado norteamericano obvió las masivas violaciones de derechos humanos de la dictadura militar y les advirtió «Si pueden terminar antes que el Congreso [de EEUU] vuelva, seria lo mejor» para evitar sanciones. En los últimos años las cosas se le vienen complicando a Henry Kissinger, ex Secretario de Estado norteamericano y miembro de la Comisión Trilateral, El Club de Bilderberg y del C.F.R.. La mundialización de la Justicia, desde un número creciente de países, lo convoca a testimoniar y pretende enjuiciarlo…
KISSINGER Y EL GENOCIDIO DE LA DICTADURA MILITAR ARGENTINA,
Solidaridad.net
08/12/2003
Aconsejó que el genocidio fuese rapido: «MIENTRAS MAS RAPIDO TRIUNFEN MEJOR»
Por: Carlos Osorio, asistido por Kathleen Costar
Nuevos documentos desclasificados de EEUU muestran que el Secretario de Estado norteamericano obvió las masivas violaciones de derechos humanos de la dictadura militar y les advirtió «Si pueden terminar antes que el Congreso [de EEUU] vuelva, seria lo mejor» para evitar sanciones.
Fuente: Gaceta Electrónica del National Security Archive No. 104
Documentos del Departamento de Estado desclasificados recientemente obtenidos por el National Security Archive muestran que en octubre de 1976, el Secretario de Estado Henry Kissinger y altos funcionarios de EEUU dieron su total respaldo a los generales Argentinos y les alentaron a terminar la represión antes que el Congreso redujera la ayuda militar. Las memorandums de conversaciones (conocidos como «memcons») entre el Ministro de Relaciones Exteriores, Almirante Cesar Augusto Guzzetti, y el Secretario y Sub-Secretario de Estado corroboran la sospecha que por largo tiempo han tenido los historiadores que el Secretario Kissinger dio la luz verde a la guerra sucia del los militares argentinos. En ese entonces, el Congreso de EEUU estaba apunto de aprobar sanciones contra el régimen argentino debido a los miles que se estimaba habían sido secuestrados, asesinados y desaparecidos por la Junta militar.
Uno de los «memcons» muestra que durante su encuentro con Guzzetti el 7 de Octubre de 1976, el Secretario de Estado interrumpió el informe sobre la situación de Argentina del Ministro de Relaciones Exteriores y dijo:
«Mire, nuestra actitud básica es que nos gustaría que triunfen. Tengo una posición anticuada que los amigos deben ser apoyados. Lo que no se entiende en los Estados Unidos es que ustedes tienen una guerra civil. Leemos sobre los derechos humanos pero no sobre el contexto. Mientras mas rápido triunfen mejor. El problema de los derechos humanos esta creciendo. Su embajador puede informarle. Deseamos una situación estable.
No les causaremos dificultades innecesarias. Si ustedes pueden terminar antes que el Congreso vuelva, seria lo mejor. Ayudaría si pueden reestablecer cualesquiera libertades.»
El día anterior, el 6 de octubre de 1976, el Secretario de Estado Interino Charles W. Robinson había dicho al Almirante Guzzetti «que es posible comprender la necesidad de ser duros». Pero Robinson también remarcó la «cuestión de cuando relajar las medidas de contra subversión excesivas» antes que el Congreso de EEUU votara sanciones sobre Argentina.
El memorando de conversación con Robinson continua diciendo que «El Secretario Interino dijo… El problema es que los Estados Unidos es un país idealista y moralista y sus ciudadanos tienen grandes dificultades en entender el tipo de problemas que enfrenta Argentina hoy. Hay una tendencia a aplicar nuestros estándares morales en el exterior y Argentina debe entender la reacción del Congreso respecto de los préstamos y la asistencia militar. El pueblo norteamericano, correcta o incorrectamente, tiene la percepción de que en Argentina existe hoy un patrón de grandes violaciones de los derechos humanos.»
En contraste, desde septiembre de 1976, El Embajador de EEUU en Argentina Robert Hill, bajo instrucciones del Departamento de Estado, había estado presionando a los militares argentinos sobre los derechos humanos, en medio de un dramático incremento de victimas de la contra subversión que habían desaparecido, sido muertas y torturadas, incluyendo una media docena de ciudadanos norteamericanos. Los generales argentinos miraron en menos los esfuerzos de Hill haciendo alusión a que existía un entendimiento con altos funcionarios de los EEUU «que la preocupación principal del gobierno de EEUU no eran los derechos humanos sino que el gobierno de Argentina «terminara rápido»».
Luego del encuentro entre Kissinger y Guzzetti en EEUU, el 19 de octubre de 1976, el Embajador Robert Hill escribió «una nota amarga» desde Buenos Aires reclamando que difícilmente podría hacer gestiones de derechos humanos si el Ministro de Relaciones Exteriores de Argentina no escuchaba el mismo mensaje de parte del Secretario de Estado. Guzzetti le había dicho a Hill que «el Secretario… había conminado a Argentina «a ser cuidadosa» y había dicho que si el problema terrorista se acababa para diciembre o enero, él (el Secretario) estaba convencido se podrian evitar serios problemas en los EEUU…» Hill escribio asi mismo que «Guzzetti fue a los EEUU esperando escuchar advertencias fuertes, firmes y directas sobre las prácticas de derechos humanos de de su gobierno, en lugar de eso, ha retornado en un estado de jubilo, convencido que no hay un problema real con los EEUU en este asunto».
En una nota condescendiente y poco honesta, el Secretario de Estado Asistente para Asuntos Interamericanos Harry W. Shlaudeman, quine participó en las reuniones con Guzzetti, respondió a Hil en nombre de Kissinger:
«Tal como en otras circunstancias que sin duda usted ha encontrado en su carrera diplomática, Guzzetti escuchó lo que quería escuchar. Se le dijo en detalle cuan fuertemente ha reaccionado la opinión de este país en contra de informes de abusos por las fuerzas de seguridad en Argentina y la naturaleza de la amenaza que esto supone a los intereses argentinos… El gobierno de EEUU contempla muy seriamente los compromisos internacionales de Argentina para proteger y promover los derechos humanos fundamentales. No debe caber dudad al respecto …»
Una nota final de Hill muestra que el Embajador se mostró tranquilizado por la fuerte reacción de Washington «Su mensaje sobre la visita de Guzzetti fue muy útil. Es tranquilizador tener los detalles sobre lo que se le dijo a Guzzetti. Seguiremos presionándolo así como a otros oficiales del gobierno argentino» escribió Hill. No hay evidencias que el Embajador Hill haya visto alguna vez las transcripciones de las conversaciones con Guzzetti que hemos incluido aquí.
Los dos memorandos de conversaciones clave incluidos en esta gacetilla no se encontraban entre los 4700 documentos hechos públicos en agosto de 2002 por el Proyecto de Desclasificación de Argentina del Departamento de Estado. Los memcons fueron obtenidos en noviembre pasado por el National Security Archive en respuesta a una petición amparada bajo la Ley de Libre Acceso a la Información de EEUU (Freedom of Information Act – FOIA) enviada al departamento de Estado en noviembre de 2002.
En la selección de documentos que sigue a continuación, los memorandos deconversaciones de Guzzetti y el Departamento de Estado, están precedidos de dos cables del Embajador Hill informando sobre los inútiles esfuerzos hechos ante el Almirante Guzzetti y el Presidente Jorge Rafael Videla sobre derechos humanos en septiembre, un análisis de inteligencia del Departamento de Estado sobre las prácticas contrasubversivas de los militares argentinos y el testimonio de una ciudadana norteamericana torturada por fuerzas de seguridad argentinas.
En los últimos años las cosas se le vienen complicando a Henry Kissinger, ex Secretario de Estado norteamericano y miembro de la Comisión Trilateral, El Club de Bilderberg y del C.F.R.. La mundialización de la Justicia, desde un número creciente de países, lo convoca a testimoniar y pretende enjuiciarlo. La lista de jueces que lo buscan no ha cesado de ampliarse, estando el Juez Garzón y la magistrada Chateau entre ellos.
HENRY KISSINGER Y LA MUNDIALIZACIÓN DE LA JUSTICIA
Estas son las algunas de las últimas citas de la justicia:
2001 mayo, Francia: La policía francesa intima a Kissinger, hospedado en el hotel Ritz de París, a testificar en el proceso que investiga la muerte de cinco franceses en Chile durante el régimen de Pinochet. Kissinger abandona Francia a toda prisa, sin responder.
2001 julio, Chile: La Justicia chilena envía al gobierno de EEUU una lista de preguntas dirigidas a Kissinger sobre el asesinato del periodista estadounidense Charles Horman, durante el golpe militar de 1973. Horman fue apresado, con ayuda de la CIA. La historia de Horman fue luego narrada en el film «Missing», Desaparecido, de Costa Gavras.
2001 agosto, Argentina: Un juez federal pide a EEUU interrogar a Kissinger sobre la Operación Cóndor, el vasto plan de represión organizado en la década de los 70 por las dictaduras suramericanas con el apoyo de la CIA. La operación es responsable de prisiones ilegales, atentados terroristas y asesinatos.
2001 septiembre, EEUU: La familia del general chileno René Schneider, muerto en 1970 por golpistas de extrema derecha, entra con una acción judicial en Washington, pidiendo a Kissinger una indemnización de 3 millones de dólares por el involucramiento de la CIA en el crimen, cometido para intentar impedir la toma de posesión de Allende.
2002 febrero, Brasil: Kissinger desiste de viajar a São Paulo, en marzo, donde recibiría de Fernando Henrique Cardoso la medalla de la Orden Nacional del Cruceiro del Sur. La decisión es tomada después de una multitudinaria recogida de firmas de repudio a la visita y de una convocación a un acto de protesta.
La materia prima para las denuncias que gravitan sobre Kissinger surgió de la presión para que Pinochet fuera juzgado por crímenes contra la humanidad. En relación con el caso de tres ciudadanos estadounidenses asesinados por la dictadura chilena la Casa Blanca desclasificó 16 mil documentos, dejando el nombre de Kissinger más expuesto que nunca. El caso más grave es respecto al involucramiento directo de EEUU en el asesinato del general René Schneider, comandante de las Fuerzas Armadas chilenas, por militares de extrema derecha, en 1970, con la intención de impedir la toma de posesión de Salvador Allende. Como jefe del comité que supervisaba las «operaciones encubiertas» de la CIA, Kissinger tiene que rendir cuentas sobre ese crimen.
Los documentos liberados en EEUU han dado materia al periodista inglés Christopher Hitchens para escribir el libro The Trial of Henry Kissinger, en el cual consolida las acusaciones formuladas contra Kissinger. Los escenarios forman un verdadero mapa-mundi: Camboya, Bangladesh, Timor Este, sin hablar, claro está, de América del Sur. Receloso, en los últimos meses el veterano diplomático ha limitado al mínimo sus viajes al exterior.
Analizando la política estadounidense hacia América Latina, y especialmente lo sucedido en los años 70, Cristopher Hitchens sostiene en su libro The Trial of Henry Kissinger que Kissinger debe ser juzgado ya que el arresto de Pinochet ha cambiado la atmósfera internacional para quienes en el pasado cometieron crímenes de lesa humanidad: «La presión que la comunidad internacional ejerció en la ex Yugoslavia y la instauración de un órgano institucional para juzgar los crímenes contra la humanidad muestran la necesidad de que Estados Unidos, que se cree y se presenta como maestro de los derechos humanos, empiece a aplicar la ley en su propio país».
HE AQUÍ UN BREVE RELATO DE LAS RESPONSABILIDADES DEL SR. KISSINGER:
VietNam:
Kissinger «explotó» las conversaciones de paz desarrolladas a lo largo de 1968, como parte de la campaña para la elección de Nixon a la presidencia del país. La mitad de los millones de muertes ocurridas en Viet-Nam y en Indochina tuvieron lugar entre 1968 y 1972, cuando él era el todopoderoso secretario de Estado.
Camboya:
Kissinger convenció a Nixon a ampliar el escenario de la Guerra de Viet-Nam, con el lanzamiento de millares de toneladas de bombas sobre Camboya (600 mil civiles muertos) y Laos (350.000).
Bangladesh:
usando armas proporcionadas por EEUU, el general Yahya Khan realizó un golpe de estado que produjo la muerte de 500 mil civiles, en 1971. El Consejo de Seguridad Nacional de EEUU quiso condenar el golpe, pero fue impedido por Kissinger, que, públicamente, agradeció al general su «delicadeza».
Chile:
Kissinger participó activamente del planeamiento del golpe de 1973, que depuso al presidente Salvador Allende y llevó al general Augusto Pinochet al poder. Asesinatos armados por la CIA incluyeron al general legalista René Schneider y el ministro de Relaciones Exteriores de Allende, Orlando Letelier.
Timor Oriental:
en 1975, el presidente Gerald Ford y Kissinger mantuvieron encuentros con el dictador Suharto. Kissinger declaró que EEUU no reconocería la independencia de Timor Oriental, antigua colonia portuguesa. Fue la señal para que Suharto invadiese el país, asesinando por lo menos 200 mil civiles.
SAUL LANDAU: «KISSINGER DEBIERA SER JUZGADO POR SU AMPLIO CONOCIMIENTO EN LAS GUERRAS SUCIAS DE ARGENTINA Y CHILE»
En entrevista desde Estados Unidos con lanacion.cl, el analista político Saul Landau, autor del libro «Asesinato en Washington», afirmó que el departamento de Estado de su país debe desclasificar la documentación secreta que posee para ponerla a disposición de los jueces que en Argentina y Chile instruyen procesos por el doble homicidio contra el general (r) Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert, cometido en septiembre de 1974 en Buenos Aires por agentes de la DINA.
lanacion.cl
Por Carmen Muñoz
09-03-2005
La mirada acuciosa del documentalista, profesor y analista político, Saul Landau, se posa de nuevo en el proceso que desarrolla Chile en busca de la verdad en causas de derechos humanos. Y tal como deja entrever en su libro «Asesinato en Washington» sobre el crimen de Orlando Letelier, el especialista lanza los dardos hacia su país -Estados Unidos-, el rol de Henry Kissinger y el hermetismo que mantiene Michael Townley, el ex agente de la DINA que recientemente compareció ante el juez Alejandro Solís para dar a conocer detalles del caso por el homicidio de Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert.
– ¿Cree que existe en Estados Unidos información que no ha sido revelada y que pueda incidir en los procesos que se llevan a cabo en Argentina y Chile por el caso Prats?
Si claro, varias personas tienen información, principalmente Henry Kissinger, Vernon Walters (ex subdirector de la CIA) y Theodore Shackley (subdirector de Planes de la CIA)
– ¿Qué opina sobre las investigaciones que se están realizando en Argentina y Chile con respecto al caso Prats?
Ambas investigaciones son muy importantes y valiosas, sólo la justicia y la memoria va a beneficiar a los familiares de las víctimas de violaciones a los derechos humanos. Además, de limpiar en algo, un pasado reciente muy sucio para la historia de esos países.
– ¿Cree que Estados Unidos como gobierno, debiera tomar la decisión de cooperar con más antecedentes a ambos jueces?
Si, absolutamente, la CIA y Kissinger tienen amplio conocimiento y participación de las guerras sucias en Argentina y Chile
– ¿Cuándo cree que Estados Unidos debiera desclasificar los documentos?
Ahora mismo, esos documentos no debieran estar clasificados.
-¿Cree que esos documentos podrían ayudar a ambas investigaciones?
No es posible que la información pueda perjudicar un proceso judicial, la base de la justicia es la verdad, no un pedazo de ella.
– Manuel Contreras ha insistido en que el crimen de Prats y su esposa fue perpetrado por Townley en su calidad de agente de la CIA, en sus investigaciones, ¿hasta qué punto se ha podido establecer el rol del organismo estadounidense en este ilícito?
Contreras sigue diciendo lo mismo, pero no ha entregado evidencias al respecto, yo hasta el momento no tengo pruebas fehacientes que me permitan confirmar que Townley perteneciera a la CIA.
– ¿Usted cree que Estados Unidos debiera iniciar un juicio en contra de Henry Kissinger, por todas las intervenciones militares que hubo en Latinoamérica?
Absolutamente, y va a pasar un juicio contra Kissinger sólo cuando la hierba crezca en la palma de mi mano.
Townley
-Uno de los actores fundamentales en el caso Prats fue Michael Townley recientemente interrogado por el ministro Alejandro Solís ¿Qué opina de Townley?
Es un asesino que justifica sus homicidios con ideología e idioteces militares, él decía que: Letelier era un soldado en su ejército y yo en el mío.
-Maneja antecedentes sobre el verdadero rol que cumplía Townley al interior de la DINA
La casa de Michael Townley en Lo Curro era un laboratorio de fabricación de gas sarín, explosivos y maquinaria electrónica para la DINA y además la construcción de una cámara de tortura para la brigada Mulchen, en donde Townley tenía un rol protagónico de todas las actividades que se realizaban.
– ¿Usted cree que Townley pueda tener más antecedentes en la investigación que realiza el magistrado Solís, en el caso Prats?
Townley revela poco a poco los detalles de su historia criminal, Prats, Leighton, Letelier y otros atentados logrados o no, entre ellos el intento frustrado de matar a Carlos Altamirano, dos veces en Europa y una vez a Clodomiro Almeida, también en ese continente.
-¿Cree que hubo recompensa por parte de Pinochet a Townley por realizar exitosamente el crimen de Carlos Prat y su esposa?
Townley siempre tuvo privilegios, como la casa de Lo Curro, además subió hasta el grado de capitán del ejército, entre otros
VERSION ORIGINAL EN INGLES:
KISSINGER TO ARGENTINES ON DIRTY WAR: «THE QUICKER YOU SUCCEED THE BETTER»
Fuente: ARGENPRESS.INFO
Newly declassified documents show Secretary of State gave green light to junta, Contradict official line that Argentines «heard only what [they] wanted to hear.»
While military dictatorship committed massive human rights abuses in 1976, Kissinger advised «If you can finish before Congress gets back, the better.»
National Security Archive Electronic Briefing Book No. 104 Edited by Carlos Osorio, Assisted by Kathleen Costar
Posted December 4, 2003
Washington, D.C., 4 December 2003 – Newly declassified State Department documents obtained by the National Security Archive under the Freedom of Information Act show that in October 1976, Secretary of State Henry Kissinger and high ranking U.S. officials gave their full support to the Argentine military junta and urged them to hurry up and finish the «dirty war» before the U.S. Congress cut military aid. A post-junta truth commission found that the Argentine military had «disappeared» at least 10,000 Argentines in the so-called «dirty war» against «subversion» and «terrorists» between 1976 and 1983; human rights groups in Argentina put the number at closer to 30,000.
The new documents are two memoranda of conversations (memcons) with the visiting Argentine foreign minister, Admiral Cesar Augusto Guzzetti – one with Kissinger himself on October 7, 1976. At the time, the U.S. Congress was about to approve sanctions against the Argentine regime because of widespread reports of human rights abuses by the junta.
The memcons contradict the official line given by Assistant Secretary of State Harry Shlaudeman in response to complaints from the U.S. ambassador in Buenos Aires that Guzzetti had come back «euphoric» and «convinced that there is no real problem with the USG» over human rights. Schlaudeman cabled, «Guz;etti [sic] heard only what he wanted to hear.»
According to the memcon»s verbatim transcript, Secretary of State Kissinger interrupted the Foreign Minister»s report on the situation in Argentina and said «Look, our basic attitude is that we would like you to succeed. I have an old-fashioned view that friends ought to be supported. What is not understood in the United States is that you have a civil war. We read about human rights problems but not the context. The quicker you succeed the better… The human rights problem is a growing one. Your Ambassador can apprise you. We want a stable situation. We won»t cause you unnecessary difficulties. If you can finish before Congress gets back, the better. Whatever freedoms you could restore would help.»
One day earlier, on October 6, 1976, Admiral Guzzetti had been told by Acting Secretary of State Charles W. Robinson «that it is possible to understand the requirement to be tough.» But Robinson also remarked on the «question of timing of the relaxation of extreme countersubversion measures» before Congress voted sanctions on Argentina. The memcon with Robinson goes on to note that «[t]he Acting Secretary said… The problem is that the United States is an idealistic and moral country and its citizens have great difficulty in comprehending the kinds of problems faced by Argentina today. There is a tendency to apply our moral standards abroad and Argentina must understand the reaction of Congress with regard to loans and military assistance. The American people, right or wrong, have the perception that today there exists in Argentina a pattern of gross violations of human rights.»
Beginning in September 1976, the U.S. ambassador to Argentina, Robert Hill, had been pressing the Argentine military on human rights issues, amid a dramatic increase in the number of victims being disappeared, killed and tortured, including half a dozen American citizens. The Argentine generals dismissed Ambassador Hill»s demarches, according to previously declassified cables written by Hill, and alluded to an understanding with high ranking U.S. officials «that the USG»s overriding concern was not human rights but rather that GOA «get it over quickly.»»
After Admiral Guzzetti returned from Washington, Ambassador Hill wrote «a sour note» from Buenos Aires complaining that he could hardly present human rights demarches if the Argentine Foreign Minister did not hear the same message from the Secretary of State. Guzzetti had told Hill that «[t]he Secretary… had urged Argentina «to be careful» and had said that if the terrorist problem was over by December or January, he (the Secretary) believed serious problems could be avoided in the U.S…» Wrote Ambassador Hill, «Guzzetti went to U.S. fully expecting to hear some strong, firm, direct warnings on his government»s human rights practices, rather than that, he has returned in a state of jubilation, convinced that there is no real problem with the USG over that issue.»
Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs Harry W. Shlaudeman, who attended both the Kissinger and the Robinson meetings with Guzzetti, responded to Hill on behalf of Kissinger with a cable that directly misrepresented the actual conversations recorded in the memcons: «As in other circumstances you have undoubtedly en countered in your diplomatic career, Guz;etti [sic] heard only what he wanted to hear. He was told in detail how strongly opinion in this country has reacted against reports of abuses by the security forces in Argentina and the nature of the threat this poses to argentine interests… [T]he USG regards most seriously Argentina»s international commitments to protect and promote fundamental human rights. There should be no mistake on that score…»
A final note from Hill shows that the Ambassador was appeased by the strong response from Washington. «Your message on Guzzetti»s visit was most helpful. It is reassuring to have chapter and verse on what Guzzetti was told. We will keep after him and other GOA officials,» Hill wrote. There is no evidence that Ambassador Hill ever saw the actual transcripts of the conversations with Guzzetti included here.
The two new memorandums of conversation (memcons) were not among the 4700 documents released in August 2002 by the Argentina Declassification Project of the U.S. Department of State. Much to the credit of Secretary of State Colin Powell and his predecessor, Madeleine Albright, who began the project, thÿSMB € ðI ð: Ô5ÿÿÔ5 ^ 6 a at release made front page news in Argentina, contributed dramatically to civilian control of the military, provided documentation on military decisionmaking now being used in dozens of court cases related to the «dirty war,» and for some of the families of the «disappeared,» gave the first available evidence of what had actually happened to their loved ones.
The State Department project, however, did not included documents from the often-vigorous internal U.S. policy debates over Argentina; and neither the CIA nor the Pentagon participated in the declassification effort. The National Security Archive obtained the new memcons in November 2003 in response to a Freedom of Information Act request filed with the Department of State in November 2002, seeking to fill in the missing pieces from the larger release.
In the following selection of documents, the memoranda of conversations Guzzetti had at the Department of State are preceded by two cables from Ambassador Hill reporting on the fruitless human rights demarches he had made to Admiral Guzzetti and President Jorge Rafael Videla in September, together with the contemporaneous Department of State intelligence analysis of the counter-terrorism practices of Argentine military, and the testimony of an American citizen tortured by the Argentine secunterview with the victim on October 4, 1976 by the same U.S. official, Fernando Rondon, who served as the notetaker at the October 7, 1976 Kissinger-Guzzetti meeting.
The Documents
Document 1: Subject: Other aspects of September 17 conversation with Foreign Minister, September 20, 1976
Source: U.S. State Department, Argentina Declassification Project (1975-1984), August 20, 2002.
Ambassador Robert Hill had just returned to Argentina amid reports of massacres of prisoners and widespread human rights violations by Argentine security forces, as well as mounting evidence of assassinations of foreigners under Operation Condor. On instructions from Washington, Hill was charged with raising the human rights issue at the highest level of the Argentine government. But, as Hill reported to Washington, «the Foreign Minister said that GOA had been somewhat surprised by indications of such strong concern on the part of the USG in human rights situation in Argentina. When he had seen SECY of State Kissinger in Santiago, the latter had said he «hoped the Argentine Govt could get the terrorist problem under control as quickly as possible.» Guzzetti said that he had reported this to President Videla and to the cabinet, and that their impression had been that the USG»s overriding concern was not human rights but rather that GOA «get it over quickly.»» [Note: Argentine Foreign Minister Guzzetti met Secretary of State Kissinger in Santiago in June 1976. The National Security Archive has requested the minutes of this meeting which are still classified.]
Document 2: Subject: Ambassador discusses U.S.-Argentine Relations with President Videla, September 24, 1976
Source: U.S. State Department, Argentina Declassification Project (1975-1984), August 20, 2002.
In this cable, Ambassador Hill reported how his human rights concerns were also dismissed by the Argentine president.
«[The] President said he had been gratified when FONMIN Guzzetti reported to him that Secretary of State Kissinger understood their problem and had said he hoped they could get terrorism under control as quickly as possible. Videla said he had the impression senior officers of the USG understood situation his govt faces but junior bureaucrats do not. I assured him this was not the case. We all hope Argentina can get terrorism under control quickly – but to do so in such a way as to do minimum damage to its image and to its relations with other governments. If Security Forces continue to kill people to tune of brass band, I concluded, this will not be possible. I told him Secretary of State had told me when I was in US that he wanted to avoid human rights problem in Argentina.»
Document 3: Argentina: Six Months of Military Government, September 30, 1976
Source: U.S. State Department, Argentina Declassification Project (1975-1984), August 20, 2002.
Produced just a week before Argentina»s Foreign Minister Guzzetti visited Washington, this analysis from the Department of State»s Bureau of Intelligence and Research (INR) provides the baseline of U.S. knowledge about the Argentine military»s counterterrorism activities and complicity in human rights abuses.
«Counterterrorism and Human Rights…
There is no doubt that most, if not all, of the right-wing terrorists are police or military personnel who act with the knowledge and/or direction of high-level security and administration officials. …
They continue to act with an impunity that belies government denials of complicity.…
Videla and others who probably oppose the abuses fear that a severe crackdown on the illegal activities of security personnel would dampen their morale and under- mine the battle against subversives…
These factors do not absolve Videla of ultimate responsibility for the abuses. However, they point out the problems he faces in correcting the situation and suggest that the excesses are likely to continue until: –the security forces have reduced the subversive threat to what they consider to be an acceptable level; and –Videla feels sufficiently secure and strong in the presidency to assert his authority over free-lancing subordinates.»
Document 4: [deleted] Statement, October 4, 1976
Source: U.S. State Department, Argentina Declassification Project (1975-1984), August 20, 2002.
Also circulating at the time of the Guzzetti meetings among top State Department officials including Assistant Secretary Schlaudeman was this report produced by State»s Argentina desk officer, Fernando Rondon. Under pressure from Congress, the Department persuaded the Argentines to free American citizen Gwenda Loken Lopez, who had been detained and tortured for handing out communist leaflets – one of thousands arrested by the military in 1976. Once back in the U.S., Loken Lopez gave this shocking testimony of her suffering in the hands of the Argentine security forces. «[They] started using the picana [an electric prod]. Then they tied me down and threw water on me… They questioned me but it was more just give it to her. There. There. There. In genital area… They said they»d fix me so I couldn»t have children.» The document also points to the involvement of President Videla»s intelligence service, Servicio de Informaciones del Estado (SIDE).
Document 5: Subject: US Argentine Relations, October 6, 1976
Source: Freedom of Information Act request by the National Security Archive, released November 2003.
While Secretary of State Henry Kissinger was in New York, Acting Secretary of State Charles W. Robinson and Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs Harry Shlaudeman received Argentine Foreign Minister Admiral Cesar Augusto Guzzetti in Washington.
After Guzzetti described the situation in Argentina, Acting Secretary Robinson stated, «Argentina is now facing a kind of subversive civil war. During their initial period the situation may seem to call for measures that are not acceptable in the long term. The real question, he emphasized, is knowing how long to continue these tough measures and noted that the Foreign Minister had indicated that they might be required for another three or four months.»
«The Acting Secretary said that it is possible to understand the requirement to be tough at first but it is important to move toward a more moderate posture which we would hope would be permanent. It is helpful, he remarked, to hear the Minister»s explanation of the situation. The problem is that the United States is an idealistic and moral country and its citizens have great difficulty in comprehending the kinds of problems faced by Argentina today. There is a tendency to apply our moral standards abroad and Argentina must understand the reaction of Congress with regard to loans and military assistance. The American people, right or wrong, have the perception that today there exists in Argentina a pattern of gross violations of human rights. Under current legislation the administration might be prevented under certain circumstances from voting for loans in the IDB, for example. The government is placed in a difficult position. In reality there are two elements that must be considered. First, how long is it necessary to maintain very firm, tough position? Our Congress returns in January and if there is a clear cut reduction in the intensity of the measures being taken by the Government of Argentina, then there would in fact be a changing situation where the charge that a consistent pattern of gross violations exists could be seen as invalid. Second, it is very important that Argentina find a means to explain the Argentine position to the world. There is also a third element and that is that there are many well meaning people in the United States, though perhaps somewhat naïve, who indiscriminately take the side of those imprisoned in Argentina. Their attitudes are reinforced by instances where the U.S. government has been unable, in the case of arrested U.S. citizens, to have consular access. The U.S. is not going to defend these persons if they break your laws but we must have prompt consular access.»
«In summary there are three issues: the question of timing of the relaxation of extreme countersubversion measures; promoting an understand [sic] of the problems facing Argentina; and consular access.»
Document 6: Subject: Secretary»s Meeting with Argentine Foreign Minister Guzzetti, October 7, 1976
Source: Freedom of Information Act request by the National Security Archive, released November 2003.
The following are excerpts of the memorandum of conversation, previously classified SECRET NODIS, between Secretary of State Henry Kissinger and Argentine Foreign Minister Cesar Guzzetti, at the Waldorf Astoria Hotel in New York City:
«Foreign Minister Guzzetti: The terrorist organizations have been dismantled. If this direction continues, by the end of the year the danger will have been set aside. There will always be isolated attempts, of course.»
«The Secretary: When will they be overcome? Next Spring?»
«Foreign Minister Guzzetti: No, by the end of this year.»…
«The Secreatry: Look, our basic attitude is that we would like you to succeed. I have an old-fashioned view that friends ought to be supported. What is not understood in the United States is that you have a civil war. We read about human rights problems but not the context. The quicker you succeed the better.»
«The human rights problem is a growing one. Your Ambassador can apprise you. We want a stable situation. We won»t cause you unnecessary difficulties. If you can finish before Congress gets back, the better. Whatever freedoms you could restore would help.»
Document 7: Subject: Foreign Minister Guzetti Euphoric over visit to United States, October 19, 1976
Source: U.S. State Department, Argentina Declassification Project (1975-1984), August 20, 2002.
Transcription
Admiral Guzzetti had just returned from the U.S. and Ambassador Robert Hill wrote what Assistant Secretary of State Shlaudeman termed «a bitter complaint» to Secretary of State Henry Kissinger protesting that the Argentine military were not receiving a strong disapproving signal from Washington for their human rights violations. Hill wrote that the Embassy was now in an awkward position to present demarches on human rights and protest the treatment received by American citizens.
In this memo Hill wrote that «[Guzzetti] spoke first of his lunch in Washington with Deputy Secretary Robinson, Assistant Secretary Shlaudeman and Ambassador Martin. He emphasized how well they understood the Argentine problem and said that «the consensus of the meeting was to [unintelligible] the terrorist problem as soon as possible.»»
«He considered his talk with Secretary of State Kissinger a success. The Secretary… had urged Argentina «to be careful» and had said that if the terrorist problem was over by December or January, he (the Secretary) believed serious problems could be avoided in the U.S….»
«Guzzetti»s remarks both to me and to the argentine press since his return are not those of a man who has been impressed with the gravity of the human rights problem as seen from the U.S. Both personally and in press accounts of his trip Guzzetti»s reaction indicates little reason for concern over the human rights issue. Guzzetti went to US fully expecting to hear some strong, firm, direct warning of his govt»s human rights practices. Rather than that, he has returned in a state of jubilation. Convinced that there is no real problem with the USG over this issue. Based on what Guzzetti is doubtless reporting to the GOA, it must now believe that if it has any problems with the U.S. over human rights, they are confined to certain elements of Congress and what it regards as biased and/or uninformed minor segments of public opinion. While that conviction lasts it will be unrealistic and unbelievable for this embassy to press representations to the GOA over human rights violations.»
Document 8: Ambassador Hill and Human Rights in Argentina, October 20, 1976
Source: U.S. State Department, Argentina Declassification Project (1975-1984), August 20, 2002.
In a SECRET note to Secretary of State Henry Kissinger, Assistant Secretary Shaludeman reported:
«Bob Hill has registered for the record his concern for human rights in a bitter complaint about our purported failure to impress on Foreign Minister Guzzetti how seriously we view the rightist violence in Argentina (TAB 2)»
Document 9: Guzzetti»s Visit to the US, October 22, 1976
Source: U.S. State Department, Argentina Declassification Project (1975-1984), August 20, 2002.
Assistant Secretary Harry Shlaudeman responded to Ambassador Hill on behalf of Secretary Kissinger: «As in other circumstances you have undoubtedly encountered in your diplomatic career, Guz;etti [sic] heard only what he wanted to hear. He was told in detail how strongly opinion in this country has reacted against reports of abuses by the security forces in Argentina and the nature of the threat this poses to argentine interests.»
«Finally, with respect to Guzzetti»s «jubilation» and its effect, we doubt that the GOA has such illusions. It was obvious in our contacts that Guzzetti knew his country has a problem–one that requires a speedy solution. And we will continue to impress on argentine representatives here, as we expect you to do there, that the USG regards most seriously Argentina»s international commitments to protect and promote fundamental human rights. There should be no mistake on that score… Kissinger»
Document 10: Guzzetti»s visit to the US, October 27, 1976
Source: U.S. State Department, Argentina Declassification Project (1975-1984), August 20, 2002.
Ambassador Hill got the message and brought the issue to an end in this memo stating:
«Your message on Guzzetti»s visit was most helpful. It is reassuring to have chapter and verse on what Guzzetti was told. We will keep after him and other GOA officials.»
«At the same time we continue to believe many in GOA maintain their illusions GOA has no serious human rights problems, and Guzzetti»s behavior since his return has done nothing to change their views. Presentation of protest by department should be most effective way, at this point, of reinforcing message Guzzetti got in Washington.»