Ecuador: Estudiar o caer en la espiral de violencia

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Ante la más reciente oleada de violencia en Ecuador, todas las escuelas de cuatro ciudades de una de las provincias más pobres, Esmeraldas, cerraron por varios días las puertas a 130.000 estudiantes el pasado mes.

En un país con una tasa de pobreza del 28%, la incertidumbre educativa de no contar lo mínimo –un espacio físico para que los maestros impartan clases–, ha vuelto el país invisible para las nuevas generaciones.

El gobierno continúa fallando a los niños y jóvenes y contribuye activamente al aumento de la violencia generalizada.

Durante siete años y sin apenas darse cuenta, Ecuador ha ido mostrando poco a poco todos los signos de estar convirtiéndose en un «punto caliente» del crimen organizado. Un indicador de la amplitud y profundidad que ha alcanzado la actividad criminal son las 15.000 municiones encontradas la semana pasada en el interior de la mayor prisión de Ecuador, desde donde se vienen denunciando reiteradamente desde hace años tiroteos y motines en los que los presos son decapitados y sus cadáveres quemados.

La última estimación del Centro Estratégico de Geopolítica (CELAG) cifró en 3.500 millones de dólares el dinero sucio que se lavó durante el año 2021 en el sistema financiero de Ecuador, triplicando así la estimación de 1.200 millones del período 2007-2016. El estudio de CELAG encuentra que el crecimiento de dinero ilícito en el torrente legal coincide con el proceso de desregularización del sistema financiero y las superlativas tasas de ganancia que reporta la banca ecuatoriana desde el año 2017. Los hallazgos de CELAG están en concordancia con análisis periodísticos que aseguran que en el país se lava entre 2 % y 5 % del PIB anualmente.

En medio de asesinatos políticos, extorsiones sistemáticas, secuestros, tiroteos en restaurantes y peluquerías, la clase dominante ha podido mantener a sus hijos dentro de los confines de sus comunidades cerradas cercanas a privilegiados colegios privados.

Sin embargo, privar a los jóvenes de la herramienta fundamental que es la educación puede contribuir en realidad a la crisis actual. La falta de escolarización en Ecuador tiene una clara correlación con la violencia: El 11% de los 31.300 presos totales tienen entre 18 y 22 años, mientras que el 19% de todos los presos no han terminado la escuela secundaria.

Ecuador mostró una débil respuesta educativa durante la pandemia de covid-19, cuando las autoridades y líderes nacionales y locales hicieron poco por garantizar la enseñanza a distancia, al no proporcionar a los estudiantes la tecnología necesaria para conectarse, ni acceso a Internet. Cancelar hoy las clases presenciales significa que los alumnos no podrán seguir las lecciones a distancia, volverán a quedarse rezagados y, más pronto que tarde, abandonarán la escuela por completo. Ante la reducción de oportunidades, los desertores escolares gravitan hacia grupos delictivos que se solapan con los cárteles de la droga o se integran en ellos librando batallas territoriales, lo que abona aún más el conflicto.

Fuente: Talcualdigital.com, CELAG