Desde hace más de 25 años la Campaña por la Justicia Norte-Sur viene denunciando que el hambre que padece más del 80 por 100 de la humanidad tiene como causa las finanzas mundiales (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, creadas después de la II Guerra Mundial), el comercio internacional (OMC) y su robo a los países empobrecidos, la tecnología (de la que estos países no disponen multiplicando su endeudamiento) y los grandes organismos internacionales.
Durante todos estos años hemos visto como el Fondo Monetario Internacional (FMI), BM y OMC han sido utilizados para imponer medidas a cambio de supuestas ayudas económicas a países endeudados. Lo vimos en Argentina a comienzos del siglo XXI, lo hemos visto en África, en Centroamérica… e incluso con la crisis de 2008 en Europa (con España y Grecia).
Estas medidas que de una u otra forma se han impuesto han sido principalmente privatizaciones de empresas (agua y electricidad); “liberalización del mercado de capitales” (como pasó en Indonesia y Brasil); “Precios regulados por el Mercado”, un término sofisticado para subir los precios de la comida, el agua y el gas de cocina; y la “salud reproductiva” que no es más que control de la población a través del aborto.
Esto se ha visto perfectamente en el pasado verano cuando en Argentina ni el partido que gobierna ni el de la oposición llevaban en su programa político el aborto y a raíz de la exigencia del FMI, (por la solicitud de un préstamo a dicho organismo) como condición para recibir la ayuda económica solicitada, se tramitó en el congreso para su aprobación. Finalmente no se logró por escaso margen aunque en breve se iniciará nuevamente otra iniciativa parlamentaria similar y con probabilidad se aprobará.
Matar a los pobres para acabar con la pobreza. Se ha visto con los hechos que no sólo no se ha acabado con la pobreza sino que ha aumentado.
Estas medidas ya se han visto anteriormente en Nicaragua, Honduras o El Salvador en la década del 2000. En el «Informe sobre Población de las Naciones Unidas” del 2002 ya se concluía que “Una buena salud reproductiva para las mujeres es esencial para finalizar con la pobreza» y el FMI junto con el Banco Mundial fueron los que ejecutaron ese mandato. Matar a los pobres para acabar con la pobreza. Se ha visto con los hechos que no sólo no se ha acabado con la pobreza sino que ha aumentado.
Al BM y al FMI les ha salido un competidor, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. A cambio de sus créditos, China no pide reformas políticas y financieras, sino materias primas y nuevos mercados. Para los países africanos, China supone una forma de escabullirse de la intervención del FMI y del Banco Mundial. Pero es escaparse de un depredador para acabar a manos de otro similar.
La acción que realiza el FMI y el BM forma parte de los mecanismos institucionales de robo que se realiza a los países empobrecidos. Esta dinámica institucional es causa, además del expolio de sus materias primas, del hambre que por tercer año consecutivo ha aumentado y, a su vez, de realizar un control de la población jamás visto antes en la historia de la humanidad.
Si queremos una cultura de la vida, donde no haya hambre, guerras, abortos… deben desaparecer organismos criminales como el FMI y el BM. De nosotros depende.
Editorial