Cuatro millones de mujeres vendidas al año como esclavas en el mundo.Para la clase diplomática muchas veces inmucidad significa impunidad. El Consejo Europeo presentó un informe sobre la «esclavitud doméstica» en el que se revela que un 20% de las y los diplomáticos tiene a su servicio personas esclavas. Por primera vez una institución internacional decide regular el trabajo doméstico para evitar que se produzcan abusos en un ámbito difícil de controlar como es el privado.
Las mujeres padecen especialmente la esclavitud doméstica. Algunas viajan a países occidentales mediante engaños de una vida mejor, otras son un elemento más del equipaje de la clase diplomática; pero todas comparten el mismo destino. Lo primero que pierden es la identidad, ya que se les confisca el pasapaorte, después sufren jornadas de 15 a 18 horas al día, sin vacaciones, sin remuneración de ningún tipo, viviendo en alojamiento inhumanos y sufriendo a menudo violencia física que incluye abusos sexuales. Son mujeres que viven secuestradas entre las paredes de casas pudientes con un miedo atroz al exterior inculcado por sus secuestradoras/es. Si logran fugarse pueden ser detenidas por las autoridades del país de acogida y expulsadas al no tener documentos de identificación.
Italia y Bélgica son los dos únicos países de la Unión Europea que contemplan la situación de estas mujeres y facilitan permisos de residencia temporales para que las víctimas puedan perseguir judicialmente a las y los esclavistas. En el informe presentado por Yvette Roudy, Presidenta de la Comisión de Igualdad del Consejo de Europa, se propone la legislación suiza como la idónea para evitar estas situaciones al no concederse ningún permiso de residencia sin un permiso de contrato, haciendo caso omiso de los privilegios diplomáticos que permiten a un alto cargo trasladarse con las personas que trabajan para él o ella sin necesidad de pasar ninguna inspección de trabajo.
En el mes de junio, el Consejo de Europa tenía que decidir si aprobaba o no las recomendaciones del informe entre las que se encuentran: la elaboración de una Carta Europea sobre Servicio Doméstico, la creación de fondos de indemnización para las víctimas de esclavitud y la concesión de permisos de residencia por razones humanitarias.
Las personas esclavas en Europa proceden de todos los continentes. En esferas diplomáticas abundan las esclavas de origen indio, indonesio, filipino y de Sri-Lanka.
Cada año cuatro millones de mujeres son vendidas en el mundo para trabajar como esclavas