El origen de la crisis está en la caída de la natalidad

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Llevo casi veinte años defendiendo desde la óptica económica asuntos como la defensa de la vida y la familia, y proponiendo la caída de la natalidad como el verdadero origen de la actual crisis económica. Tal vez sea por esta razón que una parte del mundo católico no me quiere.

Llevo casi veinte años tratando de explicar cualitativa y cuantitativamente que sin un aumento de la natalidad, el PIB – de hecho, y sin aplicar retórica académica – crece sólo si crece el consumo individual.

Para crear una cultura del consumismo se están instalando en la mente humana conceptos materialistas de satisfacción en lugar de la auténtica satisfacción intelectual y espiritual. Básicamente para que los hombres se sientan satisfechos, materialmente, deben sentirse “animales inteligentes.” Si no se sienten animales inteligentes tendrán que contentarse con bienes materiales (en sentido amplio).

Pero a pesar de este crecimiento del consumo, como compensación por el crecimiento cero de la población, el PIB no está creciendo, de manera real y sostenible, y necesita el crecimiento del poder adquisitivo en la demanda.

Si esta realidad no se da, se empieza a “comer” del ahorro para llegar a la magia de la deuda de forma progresiva. En un estado de bienestar maduro entonces el no crecimiento del PIB real produce un crecimiento real de los costes fijos (salud, pensiones, etc.) que se cubre vía aumento de los impuestos, lo que reduce el poder adquisitivo y por tanto el consumo y la  inversión.

Para sostener ese poder adquisitivo necesario para el consumo se traslada la producción a países de bajo coste. Pero esto, sin estrategias alternativas, vulnera la producción y el empleo… en efecto, crea la situación a la que hemos llegado.

Pero de esto no podemos hablar en un ámbito de verdadera libertad, porque el problema, cuando se va del diagnóstico al pronóstico, nos reconduce a una cuestión moral, y la orientación moral de la discusión, desde el punto de vista “científico”, se rechaza: Los niños ya no pueden hacerse.

La familia ¿Qué es?

Me gustaría aprovechar esta oportunidad para invitar al lector a leer la encíclica del Papa Francisco Lumen Fidei, que curiosamente no ha llamado la atención que merece. Tal vez porque explica las responsabilidades de la Iglesia cuando se limita a ser reconfortante y no maestra.

En la encíclica, Francisco explica que el hombre tiene necesidad de referencias de verdad para dar un sentido a su vida, a sus acciones y para mejorar la sociedad y la familia.

Los equilibrios socioeconómicos  dependen de que esto se aplique. El valor esencial, antropológico y lógico, de la vida humana es tratado por el Papa Pablo VI en la Humanae Vitae, encíclica que casi causa un cisma debido a las reacciones de los teólogos H. Kung o K. Rahner, más cercanas a las exigencias del mundo globalizado que a la doctrina católica.

Así los neomalthusianos tenían espacio para su juego de la imposición de los pensamientos antinatalistas que nos han llevado, casi, a la destrucción de la civilización.

Hace unos meses que leímos en los periódicos que los ingresos de los hogares italianos habían vuelto 27 años atrás. No, en realidad llevaban 27 años creciendo ilusoriamente, mediante la sustitución por el crecimiento del consumo de un crecimiento equilibrado de la población, bajo la loca ilusión de que al no tener hijos se harían más ricos.

Pero la naturaleza ha demostrado lo contrario, o lo que es peor: sin tener hijos ni siquiera se puede mantener a los viejos… esos que proclamaron las bondades del maltusianismo. En un tiempo de falta absoluta de ideas, las ideas falsas parecen verdaderas.

Prueba para el lector: ¿Fue primero la gallina o el huevo?

Quiero decir ¿usted tiene que ser rico para poder tener familia e hijos, o usted se hará rico mediante la familia y haciendo niños? Hoy nos quejamos de que una pareja con la misma categoría profesional, edad, etc. ganará, en promedio, menos que lo que se ganaba con un solo sueldo hace treinta años. Esto se debe a que durante treinta años, para apoyar los costes fijos del estado del bienestar, ya no absorbidos por el crecimiento real de la economía, se han incrementado los impuestos hasta alcanzar el 100% del PIB, es decir, se han duplicado y en consecuencia nos han reducido el poder adquisitivo.

En consecuencia, boicotear la familia ha contribuido a la situación de desventaja en que se encuentra toda la sociedad que se transforma en un sistema sin propósito, sin identidad, donde las personas se dan cuenta de sus propias aspiraciones y vocaciones de una manera casi “salvaje”, irresponsablemente, a menudo inconscientemente, sin ideales y sin las aspiraciones de proyectos de formar familias para educar a sus hijos.

Así que se está perdiendo (¿o ya se ha perdido?) el valor económico de la familia ligada al estímulo, el compromiso y la búsqueda de la responsabilidad de que presume, desde el punto de vista económico, representando un esfuerzo particular en la producción, el ahorro, la inversión  y el consumo.

Pero este tipo de familia también produce estímulos competitivos saludables en la educación y formación de los niños individuales, en beneficio de la sociedad. Dicha familia, que de hecho toma partido, subsidiariamente al estado, por la formación y las subvenciones a los jóvenes y la atención de las personas mayores y los enfermos, juega un papel en el desarrollo socio-económico triple: La inversión en capital humano, la redistribución de la renta dentro de ella, de acuerdo a las necesidades reales, y el beneficio del ahorro de la sociedad.

Esta familia debería cotizar en la Bolsa de Valores por lo que de valor económico produce… (Para entender esto recomiendo leer el capítulo IV de Lumen Fidei).

En lugar de escuchar las propuestas de apoyo a la familia, se escuchan aquellas a favor del decrecimiento demográfico centrado en la congelación de los nacimientos y la mortificación de la propia familia.

Los ecomaltusianos, todavía no arrepentidos, pueden seguir negándose a comprender la naturaleza de sus leyes… También Caín fue partidario de la disminución de la población, por motivos de celos, sí, pero también había inventado la excusa ecológico animalista: mató a Abel porque sacrificó muchos corderos al Señor, contaminando así el aire…

Publicamos la traducción del artículo del que fuera presidente del IOR, Ettore Gotti Tedeschi, titulado “Cómo hacer crecer una sociedad“, aparecido en el último número de “Formiche”.