El papa Francisco denunció la cultura del soborno y el flagelo de la corrupción que impera en todo el mundo. «Hijos, quizás educados en colegios caros, quizás crecidos en ambientes cultos, que han recibido de su papá como alimento la suciedad, porque su padre, llevando pan sucio a casa ha perdido la dignidad. ¡Y esto es un pecado grave!», advirtió.