Vietnam: El perdón me liberó del odio. Páginas de la historia.

2441

Kim Phuc (VIETNAN 8 DE JUNIO DE 1972)

«… Aún tengo muchas cicatrices en mi cuerpo y un fuerte dolor casi todos los días, pero mi corazón se ha purificado. El Napalm es muy potente. pero la fe, el perdón y el amor son más fuertes. No tendremos más guerras si todos aprendieran a convivir con el verdadero Amor, la esperanza, y el perdón…»

PÁGINAS DE LA HISTORIA

8 de junio de 1872, Vietnam.  Un consejero militar estadounidense coordina el bombardeo de la aldea en que Kim vive. Un avión bombardeó la aldea de Trang Bang en Vietnam del Sur, después de que el piloto confundiera a un grupo de civiles con tropas enemigas. Las bombas contienen napalm, un combustible gelatinoso que, en palabras de Kim misma, se siente como «quemarte con gasolina por debajo de la piel». … » Es terrible. Causa mucho dolor. El agua hierve a cien grados, pero el napalm llega a 800 grados. Se mete por debajo de la piel y sigue quemando. No entiendo como pude sobrevivir. Nos habíamos refugiado en un templo, pero los soldados vieron los aviones sobrevolando y nos dijeron que teníamos que salir. Empezamos a correr y de repente vi alrededor de mí un resplandor, el fuego quemó toda mi ropa…Agradecí a Dios que mis pies no se habían quemado, y pude seguir corriendo» . … Kim Phuc  contaba con sólo nueve años.

La foto, realizada por un autor vietnamita llamado Nick Ut, aparecía corriendo desnuda junto con otros niños por un sendero y llorando, con el cuerpo quemado por el napalm. Esta foto se convirtió en un símbolo de los horrores de la guerra de Vietnam, de la crueldad de todas las guerras para los niños y las víctimas civiles. Cualquiera que vea esa fotografía puede ver la profundidad del sufrimiento, la desesperanza, el dolor humano de la guerra, especialmente para los niños. Ella misma dice: «La foto de la niñita corriendo desnuda mientras su cuerpecito arde por el napalm es un símbolo de la guerra, pero mi vida es un símbolo de amor, esperanza y perdón. Solamente cuando encontré la fe, se atenuó el dolor de las llagas de mi corazón».

  Durante mucho tiempo Kim Phuc quería escapar de esa foto…quería olvidar que eso había pasado…pero con el tiempo consideró que podía ser «un regalo» para hacer más consciente al mundo de los horrores de la guerra. No fue fácil olvidar lo que había pasado: «Odio. Quería encontrarlos, herirlos, matarlos. Ellos tenían que sufrir más que yo. El odio es en realidad el mayor enemigo que siembra la guerra. Toma todo tu cuerpo, como un cáncer.»

Después de ser tomada la fotografía, Kim Phuc cayó al suelo y fue socorrida por el fotógrafo Nick Ut, que la llevó al hospital. Kim sufrió quemaduras en el 65% de su cuerpo.  Estuvo catorce meses de recuperación por las gravísimas quemaduras, con diecisiete operaciones, además de  catorce años de terapia: «Habría querido morir…fue difícil para mí llevar todo ese odio, esa rabia…». «Yo no sabía lo que era el dolor…me desmayaba cada vez que las enfermeras me metían en la tina y cortaban la piel muerta. »

Diez años después, en el año 1982, Kim quería estudiar medicina. Entró en la facultad, en Saigón. Pero en un régimen comunista no siempre es posible cumplir los sueños: «Por desgracia los agentes del gobierno se enteraron de que yo era la niñita de la foto y vinieron a buscarme para hacerme trabajar con ellos y utilizarme como símbolo e icono propagandístico.  Los soldados venían a clase para hacerme entrevistas con periodistas extranjeros. Yo no quería y les supliqué: ´¡Déjenme estudiar´ Es lo único que deseo». Entonces, me prohibieron inmediatamente que siguiera estudiando…

En el segundo año de la facultad, en Saigón,  encontró casualmente uno de los pocos  Nuevos Testamentos,  que no habían sido confiscados por el gobierno comunista de Vietnam,  en la biblioteca universitaria.  La curiosidad le llevó a leerlo; chocándole enormemente el mensaje de Jesús.  Quiso seguir a Jesucristo, tras escuchar el mensaje de perdón y salvación que ofrece Jesucristo.  «…Antes de ello, vivía en aquella batalla interna y oscuridad. Nadie puede ser feliz así. Ahora tengo una familia maravillosa». Actualmente predica un mensaje de amor y reconciliación, con la palabra perdón como eje: «No podemos cambiar el pasado, pero con amor podemos redimir el futuro», es una de sus frases.

En el año 1986 el gobierno permitió a Kim trasladarse a Cuba para estudiar medicina.  Allí vivió tres años y conoció a Bui Huy Toan,  estudiante vietnamita. Se casaron en 1992 y pasaron su luna de miel en Moscú: «solo podíamos ir a países comunistas».  En el vuelo de regreso a Cuba, la pareja huyó cuando su avión aterrizó en Ganther (Terranova) para repostar combustible: «Siempre estuve esperando la oportunidad de irme». Desde 1992 se establecieron en Toronto. Solicitó asilo político el cual le fue concedido.  «No tenía nada». recuerda Kim «sólo la cámara y el bolso, pero tenía fe y pensaba: si consigo la libertad voy a tener de todo».

Actualmente Kim vive en Canadá con su marido y sus dos hijos: Thomas y Stephen. Le fue muy difícil explicar a sus hijos lo que le pasó a «la niña de la foto»: «Un día, cuando Thomas era muy chiquito y lo alcé, vio mi brazo. Me preguntó: ´¿mami, te duele?, y comenzó a besar mis cicatrices. Fue muy sanador».

El 11 de noviembre de  1996, la Fundación para la Memoria de los Veteranos de Vietnam la invitó a Washington,  para dar una conferencia. Ese día dijo: «He sufrido muchos dolores físicos y psicológicos. A veces pensaba que no iba a poder vivir, pero Dios me ha salvado…»  Al término de su charla, donde habló del perdón, un grupo de hombres se acercó. Uno de ellos lloraba sin parar. Hubo que esperar cuarenta minutos hasta que pudo hablar. Era John Plummer, el oficial norteamericano que había coordinado los bombardeos a la aldea de Kim.  Durante esos años, Plummer había sufrido una culpabilidad extrema que la había llevado al alcoholismo y al fracaso matrimonial. Cuando pudo hablar dijo: «Lo siento mucho. ¿Usted podía perdonarme?. Instantáneamente Kim le dijo: «Sí, por supuesto»… «Nos abrazamos y lloramos juntos. Yo había conocido el perdón, pero ese día experimenté la reconciliación».  Le dijo: «Todo está ya en orden. Perdono, perdono…»

A quien le pregunta qué ha sido lo más difícil de todo su calvario, ella no duda en responder: «Sin duda alguna ha sido perdonar. Perdonar a los que mataron a mi familia, a los que incendiaron mi país; perdonar a quienes se empeñaron en utilizarme sin importarles mi vida personal…». «Las primera vez que leí las palabras de Jesús ´ama a tus enemigos´, ni las entendí,  ni sabía cómo hacerlo. Soy humana, tengo mucho dolor, muchas cicatrices y he sido víctima mucho tiempo. ¿perdonar?. Eso me resultaba imposible. Tuve que rezar mucho y no fue fácil…pero, con la ayuda de Dios, finalmente lo logré».