Los debates sobre los vientres de alquiler y sus consecuencias para el bebé y la madre son relativamente nuevos. Normalmente se centran en la explotación de la madre de alquiler obviando al otro involucrado, justamente el motivo de la transacción: el bebé deseado
La explotación y manipulación a la que son sometidos desde la misma concepción, son detalles que se quiere pasar por alto, silenciado, donde los embriones son seleccionados y eliminados, abortados por sus características y si llegan a superan esos “estándares de calidad” pueden ser abandonados, simplemente porque el “tan elevado deseo” de ser padres se ha acabado al separarse los padres-compradores.
A pesar de ésta realidad, los vientres de alquiler son, sin embargo, una práctica cada vez más extendida, a la que se le han dado otros nombres con un objetivo eufemístico para favorecer una labor de maquillaje previa a la aceptación social de tal práctica: Maternidad subrogada o Gestación por sustitución.
En Europa, la maternidad de alquiler está prohibida total o parcialmente en la mayor parte de los países, ésta es una actividad comercial en auge en que las agencias se lucran a costa de la vulnerabilidad de las mujeres empobrecidas, desarrollándose todo un negocio de selección y proceso de calidad de mujeres y futuros bebés.
Suecia tomó una posición firme contra la subrogación. La investigación gubernamental sobre subrogación publicó sus conclusiones, que se espera que el Parlamento apruebe a finales de este año. Estos incluyen la prohibición de toda subrogación y tomar medidas para evitar que los ciudadanos vayan a las clínicas en el extranjero. Esta es una decisión innovadora, un verdadero paso adelante en la defensa de la dignidad humana. El Parlamento Europeo también ha pedido a los Estados su prohibición.
El periódico The Guardian se ha hecho eco de esta investigación del gobierno sueco donde explica cómo detrás del aura de felicidad de Elton John y la visión de la familia moderna hay una industria que compra y vende la vida humana. Donde los bebés están hechos a medida para adaptarse a los deseos del mundo de ricos. Cuando una madre no es nada, incluso privada del derecho a ser llamada «madre», y el cliente lo es todo. Por ello, la investigación pone de manifiesto la necesidad de prohibir toda forma de maternidad sustituta, sea comercial o no, a pesar de ser una fórmula apoyada por el lobby gay y homosexuales de renombre mundial como Elton John.
El artículo revela como toda maternidad subrogada es explotación y destaca que en los vientres de alquiler se da la “verdadera mercantilización de la vida humana que mediante un clic, elige la raza y color de ojos; paga, y puede obtener al niño”.
Ningún país permite la venta de seres humanos. Algunos recurren a hablar de la llamada maternidad subrogada «altruista». Si no se paga a la madre, no hay explotación. Aquí, por supuesto, se olvidan del niño.
En cualquier caso, la noción de madres de alquiler «altruista» tiene un soporte ideológico muy extraño. Como si la explotación solamente consistiera en dar dinero a la mujer. En ese caso, cuanto menos se paga, menos se explota.
Los vientres de alquiler como forma de explotación y trata de personas:
Julie Bindel, feminista, periodista y escritora inglesa, activista para la erradicación de la violencia hacia las mujeres y niños desde 1979 lo ha llegado a denunciar como el proxenetismo del embarazo.
Existen 3.000 clínicas en la India que ofrecen servicios de vientres de alquiler. La subrogación es una industria de 2.300 millones de dólares anuales. Alrededor de 10.000 parejas extranjeras visitan la India para los servicios de reproducción cada año.
Mientras que los occidentales ricos que compran los servicios de vientres de alquiler a menudo ven el «servicio» como un derecho humano, está visto casi como un acto de bondad por parte de los padres contratantes, ya que, se argumenta, las mujeres subrogadas no tienen otra manera de ganarse la vida.
Otros defienden que el uso de las mujeres pobres como incubadoras es racista, colonialista, y similar a la prostitución.. Ocultando una vez más, las verdaderas causas del hambre y la miseria de la mayoría de la humanidad: un sistema neocapitalista salvaje
Así es que en Gujarat, y otras zonas rurales de la India, los padres con varias hijas, a veces venden a las mayores a bandas de traficantes y proxenetas, que las llevan a las ciudades para trabajar como vientres de alquiler y ganar dinero para la dote de sus hermanas más jóvenes. A las mujeres subrogadas de la India se les suele pagar menos de $ 8.000.
Una vez allí, las mujeres suelen estar hacinadas. Se les dice cuando comer, beber y dormir. Vigiladas como prisioneras, también se les impide el uso de analgésicos, incluso para condiciones tales como la migraña. La situación de explotación y humillación que sufren estas mujeres es perfectamente comparable a la de las reclutadas para la prostitución, agravado además por el altísimo índice de mortalidad post-parto.
En Estados Unidos, se desmanteló una red de abogados que había creado un inventario de bebés no nacidos para venderlos al precio de $100.000 utilizando vientres de alquiler. En Asia se desmanteló una red de venta de bebés, Babe 101, en la que se liberó a veintiuna jóvenes vietnamitas secuestradas bajo el engaño de una oferta de trabajo, para utilizarlas como madres gestantes a través de la implantación de embriones o la violación.
A primeros de junio de 2012, la policía nigeriana rescató de una casa a 32 niñas embarazadas, de entre 15 y 17 años de edad. Algunas de ellas declararon que les habían ofrecido aproximadamente 192 dólares por vender a sus bebés, el precio final dependía del sexo de los bebés. Los bebés eran vendidos después por una cantidad que oscilaba entre los 2.000 y los 6.000 dólares.
La periodista Milena Castigli investigó esta realidad en Nigeria para la revista italiana In Terris, en ella habla de mujeres jóvenes que “son secuestradas, segregadas, violadas durante meses y utilizadas como incubadoras para los recién nacidos, que serán luego vendidos al extranjero para fines desconocidos”. El fenómeno es tan conocido que se le llama con un nombre específico: las “baby factory”. “Las denominadas fábricas de niños no son más que chozas donde viven abarrotadas como animales de reproducción, decenas de mujeres y chicas muy jóvenes. Las tienen en secreto escondidas hasta el momento del parto, con torturadores pagados por poderosos grupos criminales locales.
¿Qué ocurre con estas madres después del parto?, no se sabe. Y, aún más abominable, “nada cierto se sabe de los hijos”, denuncia Castigli. Muchos recién nacidos son “colocados” como mercancía, en el circuito de las adopciones internacionales y “vendidos a un alto precio a las parejas heterosexuales u homosexuales. Sin embargo, de muchos otros se han perdido las pistas. Existe el temor fundado de que han sido usados para la extracción de órganos o que han sido reciclados para el mercado en auge de la pornografía infantil.
La mercantilización de la vida humana:
El precio de los bebés en el mercado varía dependiendo del país donde se gestione la maternidad subrogada. Pero el negocio es siempre rentable. En los países empobrecidos las cifras son mucho menores.
En mayo de 2012, un reportaje de The Telegrap reveló que en el último año habían tenido lugar en la India 2000 nacimientos por vientre de alquiler, de los cuales la mitad (1000) provenían de «clientes» británicos.
Como en cualquier proceso industrial, las materias primas han de pasar unos controles de calidad que se repiten con el producto final, asimismo ocurre con las madres de alquiler y los bebés. Los procesos de selección de las madres de alquiler incluyen un sinfín de pruebas y requisitos personales para garantizar esa “calidad” de los óvulos y del vientre que llevará a su futuro hijo.
Y es que, cuando se ha invertido una gran cantidad de dinero en la compra de algún producto, evidentemente las expectativas respecto a su calidad, son muy altas e incluso se llega a asumir que no sólo se tiene derecho a recibir el bebé sino además que éste ha de tener unas características concretas y unas ciertas garantías de éxito social y personal.
¿Y a la madre gestante? ¿Están en igualdad de condiciones los padres contratantes y las madres de alquiler? ¿Pueden ellas exigir un certificado para ver que no tienen delitos por abusos a menores? ¿Puede siquiera decidir cómo tener al bebé, si un parto normal o por cesárea?… y ¿Alguien piensa en el bebé? Desde hace décadas, los expertos han insistido en la importancia de los lazos que se crean entre la madre y el hijo durante el embarazo y su importancia en el futuro desarrollo de hijo, cabe presuponer que un embarazo considerado como un negocio y la relación con un hijo al que se renuncia de antemano y al que se considera como un producto y una fuente de ingresos, pueda afectar al correcto desarrollo psicológico del niño.
Así es que la madre de alquiler se convierte en un objeto de usar y tirar una vez se haya satisfecho el deseo de los ilusionados padres, pues durante el embarazo, el contacto entre la madre de alquiler y los padres que la han contratado se hace estrecho. Pero una vez que el procedimiento jurídico ha terminado y el contrato concluye, la pareja contratante desaparece y la madre de alquiler se convierte en un elemento innecesario, molesto y amortizado, en términos de mercado.
A esto se le han de unir complicaciones imprevistas como la posibilidad de un embarazo de alto riesgo para la salud de la madre gestante, la respuesta de los padres contratantes ante posibles malformaciones o que se echen atrás a mitad del embarazo, etc… Hay ya casos en los que el bebé presentaba malformaciones o no era del sexo “adecuado” y han sido rechazados por los padres contratantes o han exigido que fuese abortado. Casos que han llegado al delirio en esta cultura consumista, donde una madre se vio obligada a entregar a su hijo entre lágrimas a un millonario japonés que había ordenado su compra dentro de un paquete de 16 niños que adquirió en varios hospitales de Tailandia.
La legislación internacional y la necesidad de prohibir la subrogación por ser contraria a la dignidad humana y los derechos fundamentales:
La Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) establece la dignidad humana como pilar fundamental de los derechos humanos, y por tanto, fundamento de la libertad, la justicia y la paz en el mundo. Y los tratados internacionales ratificados por España y vigentes en el resto de Europa generalizan las políticas de protección de la dignidad humana prohibiendo el tráfico de personas –especialmente el de las mujeres y los niños-, garantizando el bien de los niños en cualquier circunstancia y contra la interferencia en el proceso natural de la concepción y el nacimiento.
Nuestro ordenamiento jurídico, y los de la gran mayoría de países no aceptan que los avances en las técnicas de reproducción asistida vulneren la dignidad de la mujer gestante y del niño, mercantilicen la gestación y la filiación o permitan a determinados intermediarios realizar negocio con ellos.
Pero con la Ley 13/2005 24 de 1 de julio por la que se aprobaba el matrimonio homosexual en España se incrementaron los casos de gestación por sustitución realizadas en el extranjero y solicitadas por parejas del mismo sexo que querían tener hijos. Y es que ésta es una clientela potencial. Cada vez es mayor el número de peticiones de parejas homosexuales y hombres solos. Se da el caso de clínicas donde el 100% de los clientes son extranjeros, y la mitad de ellos parejas homosexuales.
El experto en bioética Michael Cook, director de BioEdge investigó en profundidad esta cuestión, tanto en la India como en clínicas norteamericanas. Los doctores y directores de las clínicas afirmaron que cuando un país empieza a considerar la legalización del matrimonio gay, hay un incremento de consultas en las clínicas de fertilidad sobre la contratación de los vientres de alquiler. Una vez legalizado un 40% firma los contratos.
¿Conseguirá la presión del mercado que se legisle a favor de una minoría y en detrimento de los Derechos Humanos? La incidencia de los países occidentales se dirige hacia la aprobación del comercio del cuerpo de la mujer y el tráfico de niños.
Europa parece dispuesta a consagrar y facilitar la compra-venta de niños para que todo el que quiera, y se lo pueda permitir, pueda comprarlo y exigir unos estándares de calidad del “producto” adquirido. Resulta evidente que la dignidad de la mujer y la maternidad no se contemplan como algo indisponible y digno de protección sino que, tal y como sucede con la prostitución, se puede utilizar a la mujer para satisfacer un deseo.
Esta nueva forma de explotación, de cosificación de seres humanos, de tráfico de personas y de prostitución del cuerpo de la mujer, se va abriendo camino en los países e instituciones, al margen de cualquier consideración ética siguiendo la línea de creación de neoderechos para una parte mínima de la población a la vez que se vulneran las legislaciones vigentes bajo la exigencia de los lobbies, el negocio que genera este tipo de transacciones y los intereses económicos.
Es urgente reaccionar ante la situación que se está produciendo. Ahora es el momento de que los países enriquecidos como los europeos asuman la responsabilidad. Somos los compradores, tenemos que mostrar la solidaridad y detener esta industria mientras podamos.
Autor: Carolina Martín