El Vaticano denuncia la falta de leyes que protejan a los niños de la explotación sexual.

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El arzobispo Pietro Monni –observador permanente de la Santa Sede ante al Organización Mundial del Turismo— denunció este viernes el vacío legal para detener el turismo sexual e invitó a valorar el empeño de las instituciones religiosas contra la pedofilia. Filipinas, Taiwán, Tailandia, la India, Sri Lanka, México, Brasil, Venezuela y Kenia son los países que el prelado citó como principales metas del turismo sexual.
Así se expresó durante su intervención en la Conferencia Europea para la protección de los niños de la explotación sexual, que se celebra en Roma el 3 y 4 de este mes, tema del que destacó su «alarmante actualidad».

Filipinas, Taiwán, Tailandia, la India, Sri Lanka, México, Brasil, Venezuela y Kenia son los países que el prelado citó como principales metas del turismo sexual.

«Una política despreocupada, la avidez económica de clases privilegiadas locales, la pobreza de ciertos países y la lucha por la supervivencia de sectores de la población –explicó— constituyen la base en la que se desarrolla esta nueva forma de esclavitud».

Una de las causas «del aumento desmesurado del turismo sexual –advirtió— es la carencia de leyes adecuadas, o que, a pesar de que se prevean severas normas penales, falten medidas eficaces orientadas a su aplicación o exista complicidad con la policía».

El delegado de la Santa Sede habló del papel de la Iglesia en la promoción de un turismo sano y responsable y de los incesantes esfuerzos y compromisos concretos de las instituciones religiosas en todo el mundo para combatir la explotación de los niños en todas sus formas.

«He acompañado personalmente a las monjas que salían a altas horas de la noche en jeep por las calles de Bangkok para recoger a los niños a los que se exhibía en locales y centros particulares», recordó.

«Su valor, que desafiaba situaciones dramáticas y grupos criminales, es un recuerdo que llevo siempre conmigo», reconoció.

Monseñor Monni recordó además la firme condena de Juan Pablo II de este fenómeno, expresada en diversas ocasiones. En octubre de 1997, el Papa «definió la prostitución infantil como un «flagelo mundial»».

El delegado de la Santa Sede ante la OMT finalizó su intervención constatando que «no sólo en Europa o en Estados Unidos, sino en todos los continentes las Conferencias Episcopales se están poniendo en marcha para afrontar con medios más adecuados los tentáculos de este monstruo desestabilizador de la pedofilia».