Entrevista a Don Ramón Echarren

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Con motivo del reciente fallecimiento de D. Ramón Echarren, recuperamos esta entrevista realizada en enero de 1998 para la revista «Id y Evangelizad»
La Iglesia es la servidora de los pobres y no cada uno es el que sirve a ‘sus’ pobres. Un cristianismo sin Iglesia habría desaparecido ya. Tampoco es posible un cristianismo sin moral.

P. Estamos ante la mundialización de la economía. El hambre, el paro, etc. El mundo actual requiere respuestas sociopolíticas. ¿Por qué tantos cristianos se desentienden de esto? ¿Es intrínseco al cristianismo el compromiso político?

R. Ya Pío XII hablaba de la CARIDAD POLÍTICA. Es curioso que los cristianos todavía se pregunten por esto. Dios es Caridad y una dimensión esencial del cristianismo es la caridad política. La tendencia -muy grave- a hablar de crisis económica sin mentar a los más pobres es un enmascaramiento de la realidad.

Los problemas económicos no son sólo económicos. Tienen una dimensión social, política, cultural y ética. Callar la moral es falsear la realidad y -más grave todavía- cerrar la puerta a la solución de ellos. Las medidas típicas tienden a hacer a los ricos más ricos y a los pobres más pobres. El abismo se agranda por no ver todas las dimensiones del problema. Hoy es más necesario que nunca ver todas las dimensiones de los problemas.

P. ¿Cuál es la razón profunda de esta relación?

R. Escuchemos el Evangelio, el Juicio Final, las Bienaventuranzas, celebremos la Eucaristía, caminemos con María… Sí, desde la política se pueden atacar en su raíz los problemas y por eso el verdadero amor del cristiano que celebra la verdadera Eucaristía y escuche las Bienaventuranzas no puede dejar de amar desde la política. Lo contrario es ser «campana que tañe». Amar a los pobres y no tocar la política es pura verborrea. Incluso los gestos pueden quedar vacíos, porque las estructuras deben ser modificadas.

P. Muchos cristianos creen que el Evangelio sólo debe dirigirse a los corazones…

R. El Papa habla de los mecanismos perversos. Un cristiano que no se preocupa de suprimir esos mecanismos no ama de verdad. Es como si queremos curar un cáncer con una aspirina; eso no es amar a esa persona. Decir amar a los demás y no darle más que una aspirina. Un amor a los pobres que se quede en la limosna, que no incluya compartir la causa de los pobres, su lucha, no es un amor auténtico. Un cristiano que no se plantea todo eso está traicionando su fe, porque está traicionando el amor.

P. Pero Dios no pide a todos lo mismo.

R. Cada uno tiene su tarea pero no se puede desentender ningún cristiano del amor. Por tanto de la pobreza. Además los pobres son sacramento de Cristo, le hacen visible entre nosotros; lo que dejamos de hacerle a los pobres dejamos de hacerlo a Cristo mismo. Por eso hay que recuperar aquello de la Caridad Política.

P. En una sociedad plural el compromiso de los cristianos, ¿puede ser confesional? ¿Cómo ser fiel a la fe que se profesa?

R. El Concilio en la GS contestó muy bien. El cristiano es libre para optar por la solución más cercana al Reino de Dios y sus valores. Diferentes partidos, diferentes ideologías… pero siempre con la capacidad de relativizarlos, que solo Dios es absoluto… El concilio dice que nadie puede reivindicar su opción política como la única evangélica. Por eso hay cristianos en diferentes ideologías. El concilio acepta el pluralismo político e ideológico.

El cristiano debe ver en conciencia qué se acerca más al Evangelio. Hay que pedirle a todos que se dejen interrogar por el Evangelio, por la Iglesia de Jesús. Y por su moral personal y social. Sin olvidar que la opción preferencial por los pobres es nuclear en la moral cristiana. Conclusión: no podemos hablar de un partido confesional.

P. Habría que considerar por una parte la fidelidad, pero ¿qué hacer ante el dilema entre la propia conciencia y la disciplina de partido?

R. Conozco a muchos cristianos que optaron por un partido político en el que alcanzaron cierto lugar. Porque fueron profetas fueron expulsados del partido. Este un riesgo que debe asumirse con toda tranquilidad. Yo he dado gracias a Dios por la libertad ante esta persecución. La verdad nos hace libres. Y el salario del profeta es el ridículo o la persecución. Forma parte de nuestra fe la libertad para oponernos a una disciplina de partido que va contra la persona humana.

P. Usted sabe que muchos laicos que trabajan en este terreno se sienten solos. ¿Qué valor se da en la Iglesia al compromiso de los laicos? ¿Por qué muchos sacerdotes no entienden de esto?

R. Mi experiencia me dice que la derecha ha politizado mucho más el Evangelio que la izquierda. Si alguien hace política comprometida enseguida se le acusa de politización. Pero se confunden. Voy a señalar dos niveles: El Papa y nuestra diócesis. El Papa actual es el profeta social evangélico de este siglo; es una maravilla evangélica. En el otro nivel, en nuestro Sínodo muchas conclusiones van en la línea del compromiso. Pero hay una cierta pereza y una falta de cualificación para estar con quienes se comprometen en lo político. Hay mucho miedo a no saber hacerlo; pasa en nuestra diócesis y creo que en otras diócesis pasa algo parecido, aunque conozco menos.

P. ¿Cuál es el gran peligro de los cristianos que se comprometen en la acción socio-política?

R. El peligro de quienes se comprometen es la pérdida de la identidad cristiana. La Iglesia debe mimarlos. Cuando están en política necesitan más todavía la liturgia, los sacramentos, la catequesis,la oración, etc porque necesitan amar verdaderamente y dejarse interrogar por el Evangelio. Todo ello para convertirse y amar cada día más verdaderamente, y cada día más a los más pobres. Es necesario un profundo compromiso político y eclesial. Conozco políticos comprometidos que llevan una vida espiritual muy seria, que son buenos catequistas… Son aspectos complementarios y compatibles.

P. ¿Por qué hoy se habla menos de la Teología de la Liberación?

R. Creo que ya ha sido asumida y por eso ya no es noticia. En Vancouver (Canadá) en el corazón del capitalismo, el Papa fue muy claro. En sus documentos es clarísimo. Se dice que la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe condenó la Teología de la liberación. Y lo que dijo es que hay varias teologías de la liberación. Lo que señaló es que el marxismo como análisis puede acabar en la violencia y en la muerte; y la Iglesia quiere que el pecador «se convierta y viva».

La opción preferencial por los pobres está claramente proclamada. Es curioso que los documentos dicen que a nadie se le ocurra usar esos documentos para ir contra la opción preferencial por los pobres o para atacar a la Teología de la Liberación.

P. ¿Por qué la opción preferencial por los pobres es una exigencia para todo cristiano?

R. El Papa, en la Sollicitudo Rei Socialis, dice que es un elemento nuclear, central en la moral de Jesucristo. Está conectado íntimamente con la Eucaristía. La opción preferencial por los pobres arranca del Evangelio y está asumida por toda la Iglesia. Por tanto es un camino obligado para todo cristiano.

P. ¿Qué se ha hecho desde el Sínodo de su diócesis en la afirmación del Compromiso sociopolítico?

R. Se está profundizando. En la catequesis, en la predicación, a través de Cáritas, de la ayuda al Tercer mundo, en el Seminario, en los movimientos apostólicos… es está realizando una tarea que anime a comprometerse. Están los partidos, los sindicatos, las ONGs, las Apas, etc. Está idea de la Caridad Política se está extendiendo. En este campo se avanza a buena marcha.

P. ¿Qué le diría en estos momentos a sus diocesanos y a todos los ciudadanos en general?

R. Jesucristo ha inaugurado el Reino de Dios y su Justicia y esto se lo decimos a todo ser humano. Estamos hablando de paz, justicia, libertad, etc. Eso afecta a todo hombre. Estamos hablando de valores auténticos. Justicia y Libertad en su más noble sentido; y eso sirve a todo ser humano.

Pero estamos en una sociedad muy manipulada. Los medios de comunicación social están en un liberalismo salvaje y animan a un egoísmo colectivo y personal que imposibilita la apertura al Evangelio. Está haciendo mucho daño a los jóvenes. Quizá deberíamos hacer un esfuerzo por transformar los valores dominantes de nuestra sociedad.

P. ¿Hay moral en nuestra sociedad?

R. En nuestra sociedad pesa demasiado el dinero, el hedonismo, etc. Se adora a los ricos y se pisotea a los pobres. Está sociedad está comida por un subjetivismo moral. Ortega habló de una «sociedad invertebrada». Si lo que cuenta es la ley de la selva, y subo pisando a amigos y enemigos. En este campo de las estructuras culturales puede estar la gran batalla evangelizadora.

P. ¿Quién paga las consecuencias de esta brutalidad?

R. Predominan las actitudes inhumanas. Dar más valor al éxito que a la solidaridad tiene graves consecuencias. Esta situación destroza a los pobres, a los que aspirar a ser ricos y a los ricos. Y no son felices. Van corriendo detrás de una felicidad que no logran alcanzar. La infancia y la juventud están sufriendo demasiado. Es el ser humano y la convivencia los que están siendo atacados.

P. Mucha gente opone la pobreza cercana a la pobreza estructural ¿por qué?

R. Juan Pablo II ha hablado de la revolución del amor a lo largo y ancho del mundo. Hay dos posturas que me molestan como cristiano. Unos no ven más que los pobres que hay a su lado; otros no ven más que la pobreza del Tercer Mundo y dejan morir a su vecino.

Hoy las soluciones deben ser mundiales y hay que erradicar todas las pobrezas. Los problemas objetivos son más graves en el Tercer Mundo; pero aquí es muy grave la pobreza del que ve la opulencia y la riqueza a su lado y puede haber un sufrimiento subjetivo incluso mayor. Todos son seres humanos. Cada ser humano que sufre es Jesucristo Pobre que sufre y nunca se puede pasar de Él.

P. ¿Es posible la transformación de la sociedad sin cambiar la conciencia?

R. Si sólo se cambian las estructuras puede quedar una sociedad igual de injusta que la anterior. Juan Pablo II nos invita la revolución del amor; cambiar el corazón humano, la conciencia, y desde ahí cambiar la sociedad y sus estructuras. Por eso es muy importante predicar el Evangelio de Jesucristo. Sólo desde el Resucitado el hombre puede amar a todos: lejanos y cercanos, amigos y enemigos…

P. ¿Qué lugar ocupa la ‘coordinación’ de las acciones en la Iglesia?

R. Los movimientos, asociaciones, etc. deben coordinarse. El gran problema pastoral que tenemos es que el liberalismo imperante ha lanzado -desde los medios de comunicación social- un Evangelio sin Iglesia y sin moral. Y un Evangelio sin moral y sin Iglesia no es cristianismo auténtico. Hay que enfrentarse con esa tesis y por ello es necesaria una coordinación de instituciones que sirvan realmente a la sociedad.

La Iglesia es la servidora de los pobres y no cada uno es el que sirve a ‘sus’ pobres. Un cristianismo sin Iglesia habría desaparecido ya. Tampoco es posible un cristianismo sin moral.

El cristianismo es una forma de conducirse. Así -coordinados- el protagonismo lo tiene Jesucristo. Y eso exige moral e Iglesia. Otra razón para la coordinación es que hay que ser realmente eficaces. Hay que servir a los pobres y que nadie tenga ‘sus’ pobres; todavía algunos creen que tienen ‘sus’ pobres. Los pobres son Jesucristo, y la comunidad cristiana también es Jesucristo. Los pobres mismos (y no nosotros) son los protagonistas porque son el Señor. Sólo unidos seremos capaces de respetar el protagonismo de los pobres en su propia liberación.

Entrevista publicada en la revista «Id y evangelizad» en enero de 1998