Si finalmente el hijo de Guerra es contratado en Bruselas, con un sueldo de medio millón de las antiguas pesetas, no debería acomplejarse: la capital comunitaria es el reino del nepotismo, repleto de apellidos conocidos, ya sean hermanos, hijos, sobrinos, cuñados, incluso algún amigo
SI FINALMENTE el hijo de Guerra es contratado en Bruselas, con un sueldo de medio millón de las antiguas pesetas, no debería acomplejarse: la capital comunitaria es el reino del nepotismo, repleto de apellidos conocidos, ya sean hermanos, hijos, sobrinos, cuñados, incluso algún amigo
Por ELENA ALJARILLA. Bruselas
Fuente: Crónica 1-08-2004
Alfonso Guerra hijo, más conocido como Pincho, está a la espera de cerrar un contrato con el grupo socialista del Parlamento Europeo para esta nueva legislatura. Es uno más de la larga lista de los que apoyados por su apellido llegan a la Eurocámara, en busca de la oportunidad perfecta para hacer carrera en Europa.Hijos, sobrinos, cuñados y amigos personales postulan para conseguir un puesto como asistente de eurodiputado, un trabajo bien remunerado que no requiere oposición, que muchas veces se otorga a dedo por el padrino de turno pero que está pagado con dinero público.
A nadie se le escapa que el paso por el Parlamento Europeo es una gran oportunidad para cualquiera, sobre todo cuando se tienen entre 25 y 30 años, una carrera universitaria, varios idiomas y varios masters en diferentes especialidades, sobre todo las relacionadas con la Unión Europea. Actualmente este es el caso de muchos miles de jóvenes en toda Europa, pero algunos lo tienen más fácil que otros. De hecho, amén de sus cualidades personales y profesionales, algo debió de contar el apellido para Javier Figaredo, sobrino del ex vicepresidente segundo del Gobierno, Rodrigo Rato, cuando consiguió su puesto de asistente con Cristina García-Orcoyen, diputada del PP, o para Daniel Olivenza, sobrino del ex secretario general del PP, Javier Arenas, para conseguir el suyo con el eurodiputado también popular, Juan Ojeda Sanz.
Tampoco ahora se ponen en duda los méritos del único hijo varón de Guerra, fruto de su primer matrimonio, para acceder al cargo de asistente de un eurodiputado. Guerra junior se enfrenta a otros 199 candidatos, probablemente igual de preparados que él pero que no tienen ni su apellido ni una carta de recomendación del mismísimo Enrique Barón Crespo, jefe de la delegación socialista española en la Eurocámara. Es cierto, como defiende Barón, que Pincho Guerra «es un ciudadano más y es hijo de sus padres, porque todos somos hijos de alguien», al menos la herencia genética no se le puede negar a nadie. Lo cierto es que la publicación de esta historia podría frustrar la contratación del vástago del ex vicepresidente del Gobierno, licenciado en Filología Inglesa.Hasta el viernes, sólo cuatro eurodiputados socialistas españoles no tenían asignado asistente. Uno era el jefe de la delegación, Enrique Barón, recomendador del hijo de Guerra; otro, Luis Yáñez, histórico dirigente socialista sevillano, paisano del ex número dos del PSOE; también carecían, por el momento, de asistente Antolín Sánchez-Presedo y Antonio Massip.
El hijo de Guerra trabajaría con uno de ellos. El despido de cuatro asistentes que han colaborado en los últimos años con la delegación socialista española ha causado una pequeña crisis interna. Entre los damnificados figura José Planas, hermano del actual embajador de España en Marruecos, Luis Planas. El despedido era un histórico en Bruselas, pero la influencia del apellido no ha pesado lo suficiente.
El otro nuevo fichaje de los socialistas para la Eurocámara podría ser, según todas las apuestas, Orestes Suárez, un amigo personal de José Blanco, secretario de Organización del partido socialista.De hecho, en la familia socialista, los compañeros y sus hijos han estado muy bien vistos a la hora de ocupar un puesto como asistente. Desde que desembarcó en el Parlamento Europeo en 1986, como eurodiputado y presidente de la delegación socialista, Enrique Barón ha tenido bajo su mando a varios hijos de históricos militantes socialistas, como Laura Baeza, hija de Fernando Baeza, que formó parte del contubernio de Múnich; a Marco Aguiriano, hijo de José Antonio Aguiriano, ex delegado del gobierno en el País Vasco, a Ana Ramos, hija de Agapito Ramos, socio suyo en el bufete de abogados y consejero de la última presidencia de Joaquín Leguina, entre otros. También Josep Borrell, el recién designado presidente de la Eurocámara, ha elegido a Ricardo Torrell, hijo de otro histórico socialista.
Ni son los primeros, ni serán los últimos. La lista es larga, tan larga como verdad es que cada cual barre para su casa, o para su casa política. Así al menos lo han hecho, en diferentes legislaturas la eurodiputada del PP Encarnación Redondo, que tuvo de asistente a su hija Ana; Alejo Vidal-Quadras, que ha elegido como asistentes a su cuñado, Albert Fuertes, hermano de su mujer, y a la esposa de éste como colaboradora, o el también popular Felipe Camisón, que tuvo de asistente a su mujer.
Es, según confirman todos en el Parlamento Europeo, una práctica habitual y extendida a todos los grupos y países. Aunque admitido y permitido, cuanto menos este hábito levanta una cierta inquietud ética, ya que los salarios de los asistentes proceden de las arcas de la Eurocámara. Cada diputado tiene una asignación de 12.000 euros al mes para poder dedicarla al pago de los asistentes.El dinero ni siquiera pasa por sus manos sino que es el Parlamento Europeo el que paga al asistente previa entrega del contrato.Es decir, que sus señorías tienen que demostrar que realmente han contratado a alguien y para ello entregan una copia del contrato, que debe ser legal, no importa cuál sea la legislación que se le aplique, y debe incluir el alta de la seguridad social y todas las cargas sociales. Hay diputados que tienen uno, dos, o hasta cuatro asistentes, e incluso varias secretarias. Es una decisión personal del diputado en función de sus necesidades, o de su generosidad, siempre que no supere los 12.000 euros mensuales.
También hay diferencias por grupos políticos. Por ejemplo, en el Partido Popular español, cada parlamentario hace sus contratos, y elige como asistente a quien y a cuantos quiere, siguiendo un modelo que se acerca más al de asistente-secretario, chico para todo, que tiene entre sus funciones lo mismo responder correos electrónicos, que asistir a comisiones, redactar informes, o reservar vuelos para el eurodiputado y su familia. Los honorarios de estos asistentes dependen siempre de la generosidad del diputado, por lo que es muy difícil saber cuánto cobran como media. Por otro lado, y para cubrir las necesidades más técnicas, los eurodiputados populares destinan parte de esos 12.000 euros a un fondo común para pagar a los que llaman asesores. Están contratados a través de la Asociación Parlamentaria Popular Europea y no están asignados a ningún diputado sino a comisiones parlamentarias sectoriales.Actúan de expertos, trabajan para todo el grupo y todos cobran lo mismo. Así empezó el cuñado de José María Aznar, José Botella Serrano, en 1996 cuando tenía 28 años, dedicado a temas de economía.
En el PSOE, por el contrario, los asistentes son elegidos por el partido, y de hecho, los contratos los hace el grupo parlamentario de las Cortes españolas, según la legislación nacional. Así, cuando el diputado llega a Bruselas ya tiene asignado a su asistente, y todos cobran lo mismo, unos 3.000 euros mensuales. Para su selección, el PSOE establece un procedimiento general de contratación en el que se exige una licenciatura superior, hablar dos idiomas extranjeros como mínimo y haber tenido experiencia en el ámbito comunitario con anterioridad. Además, se pide el aval de cartas de recomendación de personas vinculadas al PSOE, entre las que pueden incluirse cartas de eurodiputados. Los altos cargos, como el presidente de la delegación o ahora, Josep Borrell, pueden elegir personalmente su asistente, sin que éste pase el proceso de selección.
Pasar por el Parlamento Europeo no es sólo una ocasión para tener un sueldo apetitoso. La Eurocámara puede y suele ser una plataforma para conseguir un puesto de funcionario o hacer carrera política.Así lo demuestran ejemplos como el de Juan Salafranca, hermano del eurodiputado Ignacio Salafranca. Entró como asistente, luego pasó a agente temporal del PP, y finalmente aprobó una oposición de las de verdad, y siendo uno más entre los miles que se presentaron consiguió uno de los 15 puestos de funcionario de las comunidades europeas.
Capítulo aparte merecen los funcionarios de grupos políticos.Se eligen por concurso también, pero es más una oposición de partido en la que el jurado está compuesto por los mismos políticos que recomiendan a los candidatos. Una vez elegidos, pasan a tener todas las ventajas sociales, económicas y fiscales de los funcionarios, eso sí, hay que tener el carné del partido.
En este apartado también tenemos varios apellidos ilustres como el caso de Carmen Fraga, la hija de Don Manuel. Entró como funcionaria de grupo en 1986, año en el que su padre cedía temporalmente el liderazgo de AP. Ahora mantiene el estatus de funcionaria en excedencia del grupo popular europeo, después de haber pasado por varios cargos tanto en España como en Europa. También es el caso de José Botella, que comenzó primero como asesor del PP, y luego consiguió el puesto de funcionario en un tribunal compuesto, entre otras personalidades, por el destacado miembro europopular Gerardo Galeote. En el lado socialista está José Carlos Marín, hermano del ex comisario Manuel Marín, ahora presidente del Congreso, que entró en 1986 como funcionario de grupo. Tanto su mujer como la de su hermano aprobaron oposiciones para trabajar en la Comisión Europea, después de varios años trabajando en las instituciones con contratos externos.
MANUEL FRAGA. Su hija, en «euroexcedencia».
MANUEL MARIN. Su mujer, su hermano y cuñada.
JOSÉ BLANCO. Ha recomendado a un amigo.
ALFONSO GUERRA. Su hijo, pendiente de contrato.
ANA BOTELLA. Su hermano ya es funcionario.
ENCARNACION REDONDO. Contrató a su hija Ana.
LUIS PLANAS . La excepción: su hermano, despedido.
ENRIQUE BARON. Ha recomendado al hijo de Guerra.
RODRIGO RATO. Un Figaredo trabajó de asistente.
VIDAL-QUADRAS. Su cuñado y la esposa de éste.
LOS PECADOS
Además del conocido debate de los sueldos, los eurodiputados tienen que sortear otras críticas difíciles de eludir. La peor de todas: el absentismo. No es fácil explicar por qué con sueldos astronómicos y suculentas dietas hacen novillos. Su jornada laboral no es ni de lejos maratoniana, y tienen casi vacaciones escolares.
SUELDOS
Varían en función de la nacionalidad, ya que el reglamento actual establece el mismo salario que los diputados de sus países de origen. Los españoles, de los peores pagados, reciben 14 pagas de 2.723 euros (, pero los italianos, por ejemplo, reciben unos 12.000 euros cada mes. A partir de mayo las diferencias se han agravado ya que los diputados de los nuevos países miembros tienen sueldos muy por debajo de los demás. Sin embargo, imponer un salario único supondría en algunos casos, como el de los italianos, un drástico recorte de los honorarios, algo que no es fácil de aceptar. Así, los diputados piden un sueldo común de 8.671 euros mensuales, pero el tema lleva años estancado. Hay que tener en cuenta que el trabajo de eurodiputado es compatible con cualquier otra función, bien política, o bien en el sector privado, y que ninguno de los eurodiputados se dedica en exclusiva a este cargo (suele ocuparle una media de dos días a la semana). Además, desde los 60 años cobran una pensión de jubilación, independientemente de que reciban otra o trabajen.
ABSENTISMO
Dividen su trabajo entre las dos sedes de la Eurocámara: la de Bruselas, donde se celebran las comisiones parlamentarias sectoriales (de martes a jueves, generalmente), y la de Estrasburgo (con sesión plenaria una vez al mes). Sólo hay control de sus asistencias a las sesiones plenarias. De hecho, hubo que condicionar el pago de la dieta al voto en la sesión (se aprobó por los pelos y fue duramente contestado por algunos). Aun así, todavía hay quien llega, vota y se va, sin escuchar los debates. No faltó nadie, en cambio, el día de la aprobación de una propuesta para seguir sin trabajar los viernes de las semanas de sesión. Hay páginas web con el ranking de los diputados más remolones (www.europarliament.net) ordenados por países y partidos. Muy en cabeza aparece algún español. «Algunos eurodiputados son como el Yetti, nadie los ha visto», se bromea en Bruselas.
VACACIONES
El parón estival suele prolongarse desde la sesión plenaria de julio, más o menos a principios de mes, hasta la de septiembre, lo que supone casi dos meses de receso. Este año, sin embargo, los diputados se han ido más tarde y volverán antes.Motivo: se inicia una nueva legislatura y se tienen que hacer las audiencias para el nuevo equipo de comisarios que debuta en noviembre. También significativo es el descanso navideño: prácticamente un mes. En cualquier caso, no hay que fichar, no hay ningún control para presionar a sus señorías a trabajar.Su presencia en el Parlamento depende, las más de las veces, de lo ocupados que estén en sus negocios nacionales.
DIETAS
La Eurocámara aún se resiente al recordar el reciente escándalo en el que, a través de una cámara oculta, se veía a un diputado alemán explicando a otros colegas cómo sacar el máximo provecho de las dietas para conseguir más de 10.000 euros extras al mes. Y, es que las dietas por los viajes a Bruselas y Estrasburgo se calculan a la ligera y muy por lo alto: se trata de un forfait que incluye el billete de avión en la tarifa denominada «económica sin restricciones» que cuesta bastante más del habitual, más el transporte al y desde el aeropuerto y una compensación por la distancia que se calcula en función de la lejanía desde la que se desplaza el diputado. En general, las dietas aportan al bolsillo del diputado una media de 1.200 euros extra cada semana, una vez restado los gastos de viajes. Hay quien le parece poco, como el caso de un español que hace varios años intentó empadronarse en Canarias, para cobrar aún más compensación por la distancia.