En esta entrevista a Cascioli, quien estuvo presente en El Cairo, destaca las ideas que se esconden detrás de los proyectos y el informe del UNFPA de la ONU… Veamos las manipulaciones de este informe del Fondo de Población de Naciones Unidas, que insiste en relacionar pobreza con crecimiento demográfico y relacionar embarazo con muerte.
Habla el periodista Riccardo Cascioli, experto en demografía
ROMA, jueves, 16 septiembre 2004 (ZENIT.org).- El informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) sobre las previsiones de crecimiento demográfico es «totalmente ideológico», confirma un experto en cuestiones demográficas.
Riccardo Cascioli, periodista del diario italiano «Avvenire», autor de numerosos libros sobre demografía, asegura que el objetivo del UNFPA es promover el aborto en todo el planeta.
El informe considera que la población mundial aumentará casi un 40 por ciento para 2050, con lo que el planeta alcanzará los 8900 millones de habitantes, 2500 millones más que hoy.
«Estado de la población mundial 2004» ve en el aumento demográfico un obstáculo para el desarrollo y para el medio ambiente.
El informe es publicado diez años después de que se celebrará la Conferencia de las Naciones Unidas sobre población y desarrollo en El Cairo.
En esta entrevista concedida a Zenit, Cascioli, quien estuvo presente en El Cairo, destaca las ideas que se esconden detrás de los proyectos y el informe del UNFPA.
–¿Cómo evalúa este informe?
–Cascioli: Es un informe totalmente ideológico. Es increíble que al describir el estado de la población en el mundo no se mencione el principal problema demográfico que hoy experimentamos: es decir, el rápido envejecimiento de la población.
Y esto se da también en los países, donde las consecuencias serán todavía más dramáticas a causa de la ausencia de seguridad social: jubilaciones, servicio sanitario, etc. Por el contrario, el UNFPA sigue haciendo propaganda de la necesidad de reducir aún más los índices de fertilidad, afirmando que así se favorece el desarrollo.
La realidad demuestra lo contrario. Basta pensar que en África, ante un descenso del índice de fertilidad de 6,65 a 4,91 hijos por mujer, en los últimos diez años la pobreza del continente ha aumentado en un 43%.
La verdad es que el único interés que demuestra el UNFPA es el de promover el aborto como derecho humano fundamental, operación que no logró en El Cairo hace diez años, pero que es un objetivo cada vez más explícito.
–Hemos pasado de la «bomba demográfica» al «invierno demográfico». ¿Qué ha pasado en estos diez años, desde El Cairo 1994?
–Cascioli: La tan temida explosión demográfica ha sido siempre un argumento instrumental para poder lograr un consenso universal sobre temas que preocupan a ciertas élites, es decir, el control de los nacimientos.
Los demógrafos más clarividentes, incluso ya hace diez años eran escépticos ante estas alarmas, y en todo caso la realidad se ha encargado de demostrar que no tenían fundamento. Es verdad que el descenso de la fertilidad ha ido más allá de todas las previsiones, por motivos que todavía hay que investigar adecuadamente, pero repito: el drama es que a nivel de agencias internacionales no se afrontan los problemas demográficos reales, prefiriendo más bien promover una agenda ideológica.
Esto lleva a invertir ingentes recursos en políticas que no son sólo inútiles, sino peligrosas por dos motivos: quitan fondos a las verdaderas ayudas al desarrollo y agravan la tendencia del envejecimiento de la población.
Habría que añadir, además, que sobre todo en algunas regiones, estas políticas crean peligrosos desequilibrios sociales, como es el caso de China, donde hay 120 varones por 100 mujeres, mientras que la relación media es de 106-107 varones por 100 mujeres.
–La administración estadounidense, que en 1994 se opuso totalmente a la Santa Sede, parece apoyar hoy los programas en defensa de la vida y la familia. ¿Qué ha pasado en la política estadounidense?
–Cascioli: Hoy Bush es acusado por el UNFPA y las organizaciones abortistas de matar a las mujeres porque ha quitado su apoyo financiero al UNFPA.
En realidad, la decisión de la Casa Blanca se basa en datos evidentes que muestran cómo esta agencia de la ONU y otras organizaciones no gubernamentales apoyan programas que prevén el aborto coercitivo, sobre todo en China.
En realidad, Bush no ha hecho más que aplicar el Programa de Acción aprobado en la Conferencia de El Cairo, que en el artículo 8.25 afirma claramente que «el aborto en ningún caso puede ser considerado como un medio de planificación familiar».
Hoy nos tenemos que revelar al hecho de que el dinero de nuestros impuestos vaya a promover el aborto, incluso coercitivo, en el mundo, con la etiqueta de «ayudas al desarrollo».
¿Muertes por embarazo o muertes por pobreza?
Fuente: ForumLibertas.com
El Fondo de Población de Naciones Unidas ha editado su informe anual, que insiste en relacionar pobreza con crecimiento demográfico y relacionar embarazo con muerte.
Es interesante comparar cómo titulan distintos medios.
-590.000 mujeres mueren cada año en el embarazo y el parto (El Periódico de Catalunya)
-La ONU alerta de que 500.000 mujeres mueren de parto cada año en el mundo (La Vanguardia)
En estos dos diarios, el embarazo y el parto son causas de mortandad… cuando normalmente deberíamos relacionarlo con la llegada de nuevas vidas. Otros medios titulan, más adecuadamente:
-Cada minuto muere una mujer en el mundo por falta de asistencia en el embarazo o el parto, ABC
-Más de 500.000 mujeres mueren cada año por complicaciones del embarazo o en el parto, Telenoticies.com
No es lo mismo “morir de parto” que “morir por falta de asistencia en el parto”. En los titulares de ABC y Telenoticies.com queda claro que la causa de muerte es la pobreza, falta de ayuda médica, la no aplicación de medios que en Occidente son comunes.
El lenguaje de la UNFPA
Thoraya Ahmed Obaid, la directora ejecutiva del UNFPA, ha sido la encargada de presentar el informe El estado de la población mundial 2004. “Cada minuto, una mujer pierde la vida a causa de complicaciones del embarazo. En África, esa causa matará a una mujer de cada 16, en comparación con una de cada 2.800 en los países desarrollados. Sabemos cómo reducir el número de defunciones”, declaró la funcionaria de Naciones Unidas. Según el texto, el número de partos que atendidos por personal cualificado es sólo del 35% en el sur de Asia y del 41% en el África subsahariana (datos oficiales de 2000).
¿A qué llaman “salud reproductiva”?
Hace 10 años, en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD), celebrada en El Cairo, los Estados acordaron promocionar la “salud reproductiva”. ¿Y qué es la salud reproductiva? Los países hispanos y los musulmanes se negaban a incluir el aborto (y a veces también la anticoncepción) dentro del concepto “salud reproductiva”, ya que ni el aborto ni la anticoncepción curan nada ni sirven para reproducirse. Se dejó el término en los documentos delegando la interpretación a la voluntad de cada país.
Durante estos 10 años Naciones Unidas ha ido incorporando el aborto y la anticoncepción en diversos documentos sobre “salud reproductiva”, no sólo en cumbres sobre población, sino en las cumbres sobre mujer, desarrollo, sida, refugiados, vivienda o violencia. La idea original de El Cairo era ligar desarrollo a “acceso universal a la atención de la salud reproductiva”, es decir, al aborto.
“En verdad, estamos avanzando y tenemos muchos motivos de celebración”, ha dicho Obaid al presentar el documento actual. “Muchos países han comenzado a integrar los servicios de salud reproductiva en los de atención primaria, a mejorar las instalaciones y a ampliar las opciones entre distintos métodos de planificación de la familia”.
Las ONGs del abortismo
Para difundir el aborto y la anticoncepción, esta corriente de Naciones Unidas cuenta con la ayuda de un rosario de ONGs, muchas de ellas filiales o satélites de la cadena abortista internacional IPPF (International Planned Parenthood). Especialmente activas son las filiales de la IPPF en los países hispanos, donde el aborto y la anticoncepción están sometidos a legislaciones restrictivas. En estos países, por ejemplo, la IPPF ha potenciado su rama “católica”, con el nombre de “Católicas por el Derecho a Decidir”. Estas ONGs reciben fondos de los distintos Estados, de la IPPF o de Naciones Unidas para “promover los derechos de la mujer” y otros fines en principio loables, pero su auténtico objetivo es en realidad fomentar el aborto.
Diversos cargos directivos de Naciones Unidas han sido trabajadores de la IPPF y, a la inversa, gente que trabajaba para Naciones Unidas se recolocó en el sector privado del lobby abortista cuando la Administración Bush recortó los fondos para UNFPA y decidió asignar financiación sólo a programas sin aborto ni anticonceptivos (por ejemplo, el Plan Bush contra el sida en el mundo, 15.000 millones de dólares en 5 años, establece que un tercio se dedique a fomentar la abstinencia sexual).
La industria del aborto
Del 30 de agosto al 2 de septiembre se celebró en Londres la llamada “Countdown 2015: Derechos sexuales y reproductivos para todos”. Ante la prensa era una asamblea de ONGs con presencia de la UNFPA, figuraba en el calendario de actividades de Naciones Unidas y la misma Thoraya Obaid presidía el encuentro. Una de las conclusiones del encuentro fue “fortalecer las alianzas con las asociaciones que se dedican a temas de derechos humanos, de desarrollo, de salud pública, de HIV/SIDA y de ayuda humanitaria”, a fin de “impulsar una nueva generación de líderes y activistas que promuevan una clara comprensión de la igualdad de género y la asignación de más recursos a programas y políticas que promuevan la salud y los derechos sexuales y reproductivos”.
Allí hablo con claridad Thoraya Obaid como Secretaria Ejecutiva del UNFPA: “Los derechos sexuales y reproductivos, afirmó, están en la base del desarrollo de los países pobres. (…). Es necesario extender la capacitación y el acceso a los ‘cuidados obstétricos de emergencia’”.
Según Juan Claudio Sanahuja, director del boletín Noticias Globales, especializado en analizar las políticas de población, familia y vida de las Naciones Unidas, en el lenguaje de la UNFPA “cuidados obstétricos de emergencia, significa aborto quirúrgico y se refiere especialmente al aborto por succión”. Allí estaban las organizaciones satélite del sector aborto (Family Care International, la IPPF) pidiendo maternidad segura (“que incluye el aborto químico y quirúrgico”, según explica Sanahuja) y derecho al aborto legal y seguro.
Cifras difíciles
Las cifras del informe 2004 son difíciles de comprobar. Por ejemplo, contar 20 millones de aborto de riesgo que matan cada año a 78.000 mujeres (0,39% de las que se someten a ese riesgo si hacemos las cuentas), es difícil de demostrar. Precisamente, por ser de riesgo son ilegales, y por eso no se pueden contar.
De hecho se dan casos continuamente de cifras confusas. En Uruguay, por ejemplo, un estudio hablaba de que el Hospital Pereira Rossell, tenía una mortalidad materna por abortos provocados del 71% en 2001, una cifra escalofriante que defensores del aborto esgrimían para aprobar el “aborto seguro” en el país. Pero un análisis más detenido demuestra que el 71% surge de dividir 5 muertes maternas por aborto en condiciones de riesgo en esa institución, entre 7 muertes maternas totales ocurridas en el año 2001 en ese hospital (durante el cual nacieron unos 9.500 niños). En este hospital, que recoge los casos más difíciles del país, murieron una mujer por aborto provocado en 1996, otra en 1997 y ninguna en 1998, 1999 y 2000. Las cinco de 2001 fueron un caso atípico, pero convertidas en un impresionante 71% creaban la sensación de que miles de uruguayas morían desangradas por abortos ilegales y que era necesario legalizar esta práctica.
Algo similar sucede con las cifras de UNFPA. Además, es llamativa la falta de conciencia crítica ante ciertos países. Por ejemplo, se contabilizan cien millones de abortos practicados a chicas de entre 15 y 19 años. Sin embargo, buena cantidad de esos abortos son forzados y se practican industrialmente en China por orden de las autoridades. Pero la UNFPA en vez de condenar la práctica de los abortos forzados en el gigante asiático financia programas de “salud reproductiva” en este régimen comunista.
Cuando el informe afirma que en 2001 se invirtieron 7.832 millones de euros en salud reproductiva, resulta difícil calcular qué cantidad se ha invertido en ayudar a las mujeres a tener un parto sano o en curar y prevenir enfermedades ginecológicas, y cuánto es, simplemente, aborto y anticoncepción, actividades que en realidad no entran en el campo médico ya que no curan ninguna dolencia.