Nos hemos reunido con C.G., testigo directo de lo que ocurre en la obra de la Avenida de Lugo, en Santiago, la que llamamos del túnel de la Galuresa.
En esta obra, que es de la Xunta de Galicia, trabajan sobre todo rumanos, portugueses, gallegos y asturianos. Algunos españoles ocuparon antes puestos que hoy tienen los rumanos y portugueses, pero no aguantaron. Se trabaja en unas condiciones “inhumanas”, según C. “Trabajan 10 o 12 horas cuando menos, de las 7 a las 19 horas, y muchos días más.
Comen de bocadillos en el coche, muchos tienen los dedos deformados, quemados del sol…”. Los trabajadores, según M. “tragan porque tienen hijos e hipoteca que pagar, y porque si se quejan, los echan”. “A uno que cantó a la inspección lo echaron ese mismo día”. También los echan si cogen una baja por enfermedad. Uno se quemó con una soldadura y se le iba carcomiendo el brazo, durante días, no se atrevió a ir al médico.
Cuando preguntamos a C. por la inspección no duda, “avisan siempre”, si ves a todos con los cascos nuevos, las vallas bien colocadas, agujeros tapados… “si ves mucha tensión es que viene una inspección o auditorías”.
De todas formas, a los responsables de la obra les sale más barato pagar multas (a ellos mismos, claro, ¡a la Xunta!) que acondicionar bien la obra.
Pero esto en las obras es lo habitual.
Cuando hay elecciones también pasa, “para que se hagan la foto los políticos y se coman sus pinchos hay que acelerar todo, tapar agujeros que luego tendremos que abrirlos, o sea más trabajo para los de siempre, los que no salen en la foto ni son invitados a los pinchos”.
No hay más que ver a esta gente para entender que su familia está sufriendo las consecuencias. No duermen en casa porque no les da tiempo, incluso hay uno que duerme en el coche. Trabajan obligados.
Antes el trabajador tenía una profesión que le daba sentido e identidad “yo soy cantero”… Hoy no se identifican con su puesto de trabajo. Cuando tienes una jornada laboral interminable en condiciones inseguras y agotadoras, cuando tu contrato o no lo tienes o no significa nada, cuando pesa sobre ti la amenaza del despido permanente… no puedes trabajar a gusto, y ese malestar acaba con la salud del trabajador y de su familia. “En esta obra, nadie está contento. La presión de los plazos recae sobre el trabajador. Si se acaba antes el político y el empresario ganan más”.
Los que están peor son los de 45-50, si los echan saben que no encuentran otra cosa.
Pero “todos los trabajadores trabajamos más de lo que dice el contrato sin que nos lo paguen”.
Además, todos trabajan con subcontratas, así ninguna gran empresa es responsable de nada. “Esto hace que haya muchísimos encargados pero cada vez menos currantes, los que hay se revientan”, dice C. “La subcontratación la paga el trabajador, porque para pagar al intermediario se va rebajando más su salario…”. “Todo está a medida del dinero, no de las personas”.
Hay algo que día tras día escandaliza a C: “Todo esto está a la vista de muchos, y nadie hace nada. Los vecinos, los ciudadanos protestan porque la obra molesta al tráfico, o porque hace mucho ruido, pero nadie levanta la voz al ver a un trabajador 15 horas aquí”. Por último C. G. dice con seriedad:“Antes, los trabajadores se unían, levantaban la voz y el empresario tenía que callar. Hoy es al revés porque no estamos unidos”. La unión hará la fuerza. Una vez más la crisis es la forma de someter al trabajador con el miedo al despido. Es la excusa para explotarnos más y mejor.
Empecemos rompiendo el silencio. ¡La Xunta de Galicia es responsable de la explotación.