Felipe González, un hombre lobby en América (extracto)

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La vida es más apacible fuera de la Moncloa. Tras dejar la presidencia, González empleó sus contactos para tejer una rentable red de influencia. En los últimos cuatro años, sus tareas de asesor le han reportado millón y medio de euros.
Rentas millonarias para una tranquila vejez

Miguel Ángel de Lucas, diagonal periódico.


 


Para Felipe González, lo más parecido que existe a un ex presidente de Gobierno «es un jarrón chino enorme en un apartamento chiquitito. Como se supone que es valioso, nadie se atreve a romperlo, pero estorba en todas partes». Desde su derrota en las elecciones de 1996, son pocas las entrevistas en las que González no recurre en algún momento a esta metáfora.


Pero en estos 11 años, el ex presidente no se ha conformado con un papel decorativo. El líder socialista posee una importante oficina de influencia estratégica desde la que realiza gestiones del más alto nivel (una de las últimas, su encuentro con el presidente iraní, Ahmedineyad), actúa como agente del magnate de los medios Carlos Slim (considerada la mayor fortuna del mundo) y se embolsa cifras millonarias gracias a su asesoramiento a políticos y empresarios, especialmente en América Latina. Según El Economista sólo estas tareas de consejero a través de su empresa Ialcon, fundada en 2001, le han supuesto millón y medio de euros en cuatro años.


Un sueldo por no trabajar
Para no tener que recurrir a esta clase de préstamos, el diario digital El Confidencial recuerda cómo González institucionalizó para los ex presidentes «un estatuto ad hoc que les garantiza oficina, secretaria, seguridad y un salario de por vida». También los ex presidentes cuentan con la posibilidad de entrar a formar parte del Consejo de Estado. No obstante, la cláusula que lleva a que el puesto no sea compatible con la empresa privada llevó tanto a Calvo-Sotelo, como después a González y a Aznar, a desinteresarse de formar parte de este organismo consultivo. González, además, en las dos últimas legislaturas contó con el generoso sueldo de diputado (4.000 euros mensuales) por un escaño casi siempre vacío. Por ejemplo, entre noviembre de 2000 y marzo de 2002, sólo acudió seis veces al Congreso.


Aún así, sus intereses, por encima de lo económico, se centran en el trato con el poder. Con ese fin puso en marcha, junto al ex ministro chileno Fernando Flores, su primera oficina desde la que actuó como lobby entre destacados miembros de la Internacional Socialista en América Latina, como Carlos Andrés Pérez en Venezuela o Fernando de la Rúa en Argentina. Fue Fernando Flores quien le presentó al multimillonario Carlos Slim, dueño de Teléfonos de México (Telmex), que vio en González al aliado perfecto para abrirse puertas entre círculos empresariales españoles y marroquíes. No en vano, González también realiza operaciones a la inversa, para beneficios en América Latina del holding informativo y editorial del Grupo PRISA.


Cuando no viaja, la vida de Felipe González es en cambio bastante relajada. El ex presidente interviene poco en la política interna española, y pasa más tiempo dedicado a actividades como tallar pequeñas piedras para joyas o realizar esculturas. Sus negocios de consultoría se canalizan desde 2001 a través de Ialcon, la empresa familiar donde figura como accionista junto a sus tres hijos. Pero a pesar de su trabajo internacional, que supuso 595.000 euros en 2005, el objeto social que declara es totalmente distinto. En el Registro Mercantil, Ialcon aparece como dedicada: «a la compraventa de fincas rústicas».


Amistades provechosas
La afinidad personal entre Felipe González y Carlos Slim es reconocida públicamente por ambos. Slim se hizo con el control de Telmex a un precio sustancialmente inferior a su valor de mercado tras la privatización de la telefonía mexicana por parte del presidente Carlos Salinas de Gortari. Después de la operación, Slim trata de situarse cerca del poder político internacional. González, con un pasado de 14 años en el poder, le sirve como relaciones públicas. En enero de 2005, por ejemplo, los deseos de Telmex por entrar en el mercado marroquí se concretaron en un encuentro entre González, Mohammed VI y Carlos Slim. Todavía hoy, Marruecos da un trato privilegiado a González después de que en su presidencia el PSOE diera un giro de 180 grados en sus posiciones respecto al Sahara occidental. Un giro que, para la revista Más, puede tener relación con la lujosa residencia que Felipe posee en Cabo Espartel, cerca de Tánger.