Hoy se niega el derecho de propiedad a la mayoría de la humanidad. La base del sistema capitalista está en el arrendamiento de todo tipo de bienes siendo su máximo exponente el préstamo de dinero con interés o usura.
Hoy nadie habla ya de usura y si de interés, pero durante siglos la usura estuvo prohibida por ser considerado un robo. Y sobre la base de este sistema económico, la especulación permite acaparar bienes de todas clases más allá de las propias necesidades para arrendarlas a los que carecen de ellas. Con ello se usurpa al hombre de los frutos de su trabajo.
No hay un problema de deuda externa sino de usura, ya que los países han pagado con creces la deuda y sin embargo ésta no deja de crecer. No hay prima de riesgo, como si el capital arriesgase algo y hubiera que pagarle por ello, sino que hay intereses abusivos para el enriquecimiento rápido de los prestamistas. La deuda pública es un problema de usura con un pago de intereses que exige cada vez más sacrificios. Sobre cada español recaen más de 20.000 euros de deuda pública. Se especula con la vivienda y millones de familias o no tienen vivienda o están sujetos al yugo de la deuda eterna y del alquiler. Solo en nuestro país se realizaron 212 ejecuciones hipotecarias diarias en el 2012.
El capitalismo ha despojado a la mayoría de la humanidad del derecho de propiedad concentrando este derecho en unos pocos. Vivimos una humanidad dividida entre una minoría que lo posee todo y una mayoría desposeída de todo. En nombre del liberalismo se está negando la libertad económica para que el hombre pueda desarrollar las posibilidades que trajo consigo al nacer. Las leyes que se aprueban no dejan de apuntalar esta usurpación acrecentando el poder de los “bien situados” y dificultando el acceso a la libertad económica de los económicamente débiles.
Los préstamos con interés y todo tipo de arriendos representan siempre una servidumbre del económicamente débil frente al fuerte. El dinero no produce riqueza, sólo el trabajo genera riqueza. Un sistema económico que se basa en el arriendo o alquiler divide la humanidad en rentistas y no rentistas, y envilece el trabajo por momentos llegando a su forma más perversa en la esclavitud infantil.
Guillermo Rovirosa, promotor de militantes cristianos pobres en proceso de beatificación, a este sistema le llamó fenerismo, que viene de “fenus” (interés, en griego) y hace ya sesenta años afirmó la necesidad de meter la gratuidad en el corazón de la economía. Solo desde el servicio y la colaboración, eliminando todos los intereses y usuras, se podrá dar respuesta a este mundo de hambrientos, esclavos y oprimidos.
Editorial de la revista Autogestións sacrificios. Sobre cada espa