El presidente de Guatemala, Álvaro Colom, decretó el estado de emergencia en el país centroamericano para hacer frente a la severa crisis alimenticia que sufren más de 54.000 familias pobres de este país y que, desde enero, se ha cobrado la vida de 462 personas
El presidente de Guatemala, Álvaro Colom, decretó el estado de emergencia en el país centroamericano para hacer frente a la severa crisis alimenticia que sufren más de 54.000 familias pobres de este país y que, desde enero, se ha cobrado la vida de 462 personas. En un mensaje emitido por la cadena nacional de radio y televisión, Colom enfatizó que la medida de excepción permitirá agilizar los trámites para acceder a los recursos de la cooperación internacional y para realizar las transferencias necesarias en el presupuesto estatal para atender la emergencia.
«Alimentos hay», dijo el presidente, «lo que ocurre es que la población no cuenta con los recursos económicos para tener acceso a los mismos». El mandatario atribuyó la agudización de esta crisis alimentaria a la prolongada sequía que este año ha causado la pérdida de un 36% de las cosechas de maíz y un 58% del frijol (alubias negras), los dos productos básicos de la alimentación popular. Este último ahora convertido en artículo de lujo que ya ha desaparecido de la mesa familiar.
Más de 54.000 familias pobres han sido declaradas en estado crítico por la falta de alimentos. Otras 300.000 familias corren el peligro de padecer una situación similar. Naciones Unidas inició ayer la distribución masiva de 20 toneladas de galletas nutritivas en las comunidades más castigadas por la crisis alimenticia.
En Guatemala, el 50% de los niños menores de cinco años padece de desnutrición crónica, la cifra más alta de toda América Latina y la cuarta en el mundo, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, en inglés).
La declaración del estado de emergencia no sorprendió a nadie en Guatemala, dada la gravedad de la situación. Según un estudio de la Oficina del Defensor del Pueblo, 17 niños han muerto de hambre hasta el 31 de julio de 2009. Las cifras de la Dirección de Epidemiología del Ministerio de Sanidad son peores: 462 guatemaltecos, 54 de ellos niños, han muerto este año por desnutrición. El número de muertos entre los niños puede ser aún mayor. Muchas de las muertes, particularmente de menores de cinco años, se disfrazan con diagnósticos como diarreas o bronconeumonías, las dos causas más comunes de las defunciones y cuyo origen es, precisamente, la falta de una nutrición adecuada. Según Unicef, en Guatemala mueren 36,9 niños por cada 1.000 nacimientos, y es el segundo país del hemisferio, sólo por detrás de Haití, en mortalidad infantil.
Álvaro Colom no precisó cuánto tiempo se mantendrá este estado de excepción que, entre otras cosas, permite al Gobierno realizar compras de alimentos al margen de la Ley de Contrataciones del Estado, cuya burocracia eterniza cualquier tipo de gestión.