RETOS Y OPORTUNIDADES DE LA TECNOLOGÍA AL SERVICIO DE LA SALUD
Un estudio en 36 países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que la esperanza de vida para el año 2050 será de 93 años en España. El análisis elaborado por Our Life Plan, aplicando fórmulas de crecimiento exponencial a los datos históricos de la OCDE, estima que la esperanza de vida global pasará de los 82 años en el año 2021 a situarse en los 90 años en 2050. Esta previsión cuenta con que se podrá mantener un estado de salud aceptable con una calidad de vida digna, lo que supone un desarrollo tecnológico en el campo de la salud al que no todos tendrán acceso debido a las desigualdades sociales.
Avance vertiginosa de la IA en el sector sanitario
En los últimos meses el avance vertiginoso de la inteligencia artificial (IA) y sus múltiples aplicaciones en nuestra sociedad ha tomado una relevancia sin precedentes. Un sector destacado en el uso y aplicación de la IA es el sanitario.
La IA permite monitorizar volúmenes ingentes de datos, buscar patrones y tendencias para encontrar soluciones que atiendan a la salud de las personas, mejorando la precisión y rapidez en aplicaciones tales como diagnósticos médicos, apoyo a tratamientos de pacientes o incluso ampliar las capacidades de telemedicina.
Algoritmos de aprendizaje profundo, aprendizaje automático y las redes neuronales se están explorando intensamente para nuevas aplicaciones en el diagnóstico por imagen, el análisis de riesgos, la gestión y el seguimiento del estilo de vida, la gestión de la información en salud y la asistencia virtual.
Valga como pinceladas sobre algunos usos que ya se están empleado en la actualidad, los siguientes:
- “Robot-assisted surgery” ( asistente robótico para cirugías):
La combinación de la inteligencia artificial y la robótica ha dado lugar a la creación de un robot de asistencia en cirugías. Su papel es actuar como una extensión del profesional sanitario, brindando la posibilidad de realizar operaciones quirúrgicas a distancia.
Junto a él, también se han creado las “virtual nursing assistant” – asistentes de enfermería-, con el objetivo de atender al paciente en todo momento.
- Inteligencia Artificial en el diagnóstico precoz del cáncer de mama:
Un nuevo sistema de inteligencia artificial para la detección temprana del cáncer de mama a través del análisis de mamografías, en la Universidad de Valencia, ha demostrado ser altamente eficaz, arrojando un porcentaje de diagnósticos precoces del 89%
- Descubrimiento de nuevos medicamentos:
El hallazgo de nuevos fármacos y compuestos bioactivos se ha beneficiado de herramientas de IA con avances clave como la comprensión de la estructura de las proteínas. También es posible inferir nuevas propiedades de medicamentos usando la literatura científica y procesamiento de lenguaje natural.
- Análisis de redes sociales para la prevención de problemas de salud mental:
El procesamiento del lenguaje, mediante el análisis de sentimientos, permite detectar patrones de comportamiento en redes sociales. Puede contribuir, por tanto, a la prevención del ciberacoso, a señalar los discursos del odio, a la detección de conductas pro-suicidas o de cuadros de ansiedad o depresión.
Para evitar el suicidio y evaluar estados emocionales también se contempla el uso de datos de teléfonos inteligentes.
- Medicina personalizada
Según nos cuenta el Informe Inteligencia artificial y salud: potencial y desafíos de la CE, la IA tiene un papel relevante en el desarrollo y aplicación de la medicina personalizada de precisión, con modelos ajustados a cada perfil personal.
En un estudio que evaluaba el uso y dosis de distintos tratamientos se comprobó que la mortalidad de pacientes fue más baja cuando el procedimiento utilizado coincidía con las recomendaciones de un asistente basado en IA.
- Terapias digitales
También pueden prescribirse o recetarse dispositivos que usen IA, de forma análoga a medicamentos, en las llamadas terapias digitales. O puede incorporarse en robots, en los que los datos llegan a través de sensores (como percepción visual o de posición inteligentes). El resultado es una interacción física directa del dispositivo con el entorno del paciente o del personal sanitario y asistencial.
- Uso de gemelos digitales
Parece que no está muy lejano el uso de gemelos digitales: modelos computacionales de órganos o incluso de individuos completos que, entre otras funciones, permitirán simular la respuesta a tratamientos antes de ser aplicados. Esta línea de investigación ya ha sido financiada en proyectos del programa Misiones de I+D en IA, gestionado por la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial (SEDIA).
Pero… ¿Se acabará con las desigualdades en salud?
Sin embargo, las herramientas clínicas basadas en la IA también crean una serie de situaciones en las que los valores, las desigualdades y los principios éticos, así como sus consideraciones legales, pueden verse cuestionados.
Un reciente estudio del Parlamento Europeo en 2022 denominado “Artificial intelligence in healthcare – Applications, risks, and ethical and societal impacts”, sugiere que el riesgo de discriminación social a través del uso de la IA existe por dos motivos: por el uso de bases de datos que no representen de forma equitativa grupos concretos de personas, o por decisiones tomadas durante el desarrollo e implementación de los algoritmos por parte de los equipos desarrolladores.
Por un lado, se ha producido un desarrollo en el que no se han tenido en cuenta criterios de diversidad en dispositivos que exacerban sesgos y discriminaciones ya presentes en la sociedad (origen racial, situación socioeconómica, región de residencia o género, entre otros). Estos sesgos algorítmicos producen más fallos diagnósticos en los grupos discriminados, y pueden crear una brecha digital en la asistencia sanitaria.
Por otro lado, cuando el informe Global Health and Healthcare Strategic Outlook del Foro económico mundial, aborda la cuestión de cómo pueden mejorar estas innovaciones el sector sanitario del futuro y beneficiar por igual a toda la población mundial, encuentra graves inconvenientes que son más bien de carácter político.
Un ejemplo. Las enfermedades crónicas (como la diabetes) suponen más de un 85% de los costes sanitarios globales. Sin embargo, estas ya no solo afectan a una parte importante de la población de los países desarrollados. Según la OMS, las enfermedades no transmisibles causan 41 millones de fallecimientos al año, de los cuales un 77% se encuentran en países de renta media y baja. La innovación tecnológica podría ayudar a reducir estas cifras. No obstante, advierte el informe, la innovación por sí sola no es suficiente cuando faltan infraestructuras básicas. La pobreza y la desigualdad plantean obstáculos importantes.
Está claro que la IA por sí sola, sin un reparto justo entre los países enriquecidos y empobrecidos de los beneficios económicos que puedan llegar a generarse, no ayudará a avanzar hacia la igualdad en el ámbito de la atención sanitaria, así como en otros campos de la salud.
La IA diseñada no está al margen de los negocios en la salud
Según el Informe de la Comisión Europea anteriormente mencionado, es imprescindible la disponibilidad de datos de calidad e interoperables para desarrollar ciertas aplicaciones de IA. El valor de los datos sanitarios ha sido resaltado por la Comisión Europea, que ha estimado que su reutilización para I+D+i puede suponer un valor económico de 25 a 30 billones de euros cada año. El informe indica que en Europa este potencial está todavía infrautilizado.
Por su parte, la consultora Accenture estimó que para el 2021, los hospitales invertirán 6.600 millones de dólares anuales en tecnologías relacionadas con la IA, fundamentalmente en países desarrollados. Los investigadores Safavi y Kalis, estiman que estas aplicaciones de IA podrían generar hasta 150 mil millones de dólares de ahorro anual para el sistema de salud estadounidense en 2026.
La incursión de la IA en la rama médica supone un negocio que se prevé escale 10 veces en una década. De acuerdo con datos recuperados por Statista, en 2021 el mercado de la inteligencia artificial en la atención sanitaria se valuó en alrededor de 11 mil millones de dólares en todo el mundo. Para 2030 se pronostica que alcance 188 mil millones de dólares. Esto supone una tasa de crecimiento anual del 37 por ciento desde el 2022 al 2030.
La obsesión por mantener la salud y el miedo al sufrimiento son un nicho de negocio millonario para las empresas que gestionan la IA. Se juega con la vulnerabilidad de las personas para aprovechar una creciente demanda de productos e intervenciones que nos prometen conservar, e incluso mejorar, nuestra salud o la de nuestros familiares, y esos deseos son usados por las empresas farmacéuticas, tecnológicas y de seguros privados de salud para obtener beneficios económicos incalculables.
La necesaria regulación de la IA
Esta tecnología avanza imparable y las legislaciones que las regulan, administran, controlan su uso y sancionan, se van quedando obsoletas, resultan insuficientes o directamente ni existen.
Legalmente controlada o no, la IA es ya el presente y no para de crecer, por lo que legislarla, de manera seria y responsable, aun tardíamente, se convierte en una necesidad ineludible.
Según dice Álvaro Lavandeira Hermoso en New Medical Economics, la Unión Europea está trabajando en una regulación armonizada de la IA a través de Reglamento Comunitario, con objeto de asegurar la mayor uniformidad regulatoria posible a nivel de la UE. Este instrumento legislativo permite la aplicación directa e inmediata de la normativa europea en todos los Estados miembros, sin necesidad de incorporación a las legislaciones nacionales, con lo que se obtiene rapidez en la entrada en vigor en el conjunto de la UE y se evita introducir modulaciones nacionales que provoquen diferencias entre Estados y, por tanto, inseguridad jurídica. En este sentido, ayuda que la IA es aún incipiente y que no existan demasiadas normas nacionales que diferencien y atomicen el espacio europeo.
El Reglamento normativo debe considerar algunas áreas clave de regulación relacionadas con la aplicación de la IA en la sanidad tales como la privacidad, intimidad y protección de datos
La recopilación y procesamiento de datos de salud por parte de IA debe cumplir, naturalmente, con la regulación de protección de datos europea y nacional. Probablemente se deben implementar medidas de seguridad adecuadas para la protección de los ciudadanos, por las propias características de la IA. Sin embargo, la nueva regulación no debe ser un obstáculo para el desarrollo científico. Es por ello, que el equilibrio entre estos dos aspectos se antoja como una cuestión fundamental y prioritaria.
En este sentido, continúa Álvaro Lavandeira, el consentimiento informado deviene como un instrumento fundamental. Los pacientes deben estar plenamente informados sobre la utilización, procedimientos y fines en el uso de la IA. Se hace necesaria la revisión de la regulación del consentimiento informado y de la autonomía del paciente, actualizándose para adaptarse a las nuevas situaciones generadas con esta tecnología.
Sin embargo, el desarrollo de la IA sobrepasa el ámbito europeo y se ve necesaria una regulación a nivel global, que incluya a todos los países para evitar abusos de poder por un manejo desigual de las ventajas tecnológicas.
Un nuevo paradigma de la salud
La tecnología no es neutral. La IA tampoco. El desarrollo del instrumento está imbuido en un proyecto que trasciende al ámbito de la salud misma. «La salud perfecta», la «Gran salud» o el también llamado “nuevo paradigma de la salud”, es uno de los pilares de la utopía de este principio de siglo, que tiende a imponerse como el único proyecto mundial.
La salud ha dejado de ser una condición del propio existir y se propone ahora como un fin en sí mismo, como una meta a conseguir, como un ideal… pudiendo situarse incluso por encima de la vida de otro ser humano.
Podemos decir que el cuidado de la salud en una cultura materialista y utilitarista, con la imposición de la inteligencia artificial en los procesos de salud, propone corregir la naturaleza e incluso sustituir el cuerpo recibido por el cuerpo construido. El objetivo es ser y permanecer joven y sano.
De esta forma se privatiza la salud y se convierte en un capital que los individuos deben administrar eligiendo consumos y hábitos de vida a través de estrategias de costo-beneficio y eficacia. Pero a aquel que incumpla los cánones propuestos, se le excluirá o se le “dejará morir”, impidiéndole acceder a los seguros sanitarios, a puestos de trabajo e incluso a líneas de tratamiento.
Se fomenta un modelo de persona individualista y narcisista que alimenta una medicalización de la vida en función de un eterno estado de salud óptimo a costa de lo que sea.
Devolver al ser humano y su dignidad a su centralidad
La humanización de la tecnología en salud comienza con reconocer que detrás de cada dato, cada imagen de resonancia magnética o informe clínico, hay una persona. Cada paciente es único, con experiencias, emociones y preocupaciones propias.
El valor de la dignidad sagrada de la persona, y el acompañamiento en el proceso de la enfermedad no pueden ser sustituidos por la tecnología, que debe estar al servicio del ser humano y no al revés.
En sanidad, es fundamental sumar empatía y compasión. Es necesaria una manera de ejercer la medicina que vaya unida a los conceptos de cuidar y curar. Es importante abrazar la incertidumbre, afrontar las dificultades de la enfermedad y el deterioro de la salud desde una cultura del cuidado.
Sólo desde el paradigma de la centralidad del ser humano y su dignidad inalienable se podrá reorientar esta tecnología y convertirla en un instrumento de liberación del sufrimiento que se deriva de la injusticia.
Nuria Fuentes. Enfermera especialista en Salud Familiar y Comunitaria