Id y Evangelizad 133. Benedicto XVI: «Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir!

1971

Con motivo del triste fallecimiento de Benedicto XVI, muchos son los que se han aventurado a describir cuáles han sido sus principales aportaciones como teólogo y, sobre todo, como sucesor de Pedro. Varios lo han hecho con escaso acierto.

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Algunos se han atrevido a defender que su mayor contribución ha sido la abdicación del «oficio» papal. Otros se han acercado mucho más, al indicar que es su propuesta sobre el diálogo y la armonía entre fe y razón lo que le hará pasar a la historia. Lo que, en realidad, hace de Benedicto XVI un papa grande es su clarividente comprensión del tiempo crítico en que vivimos y la respuesta valiente que debe dar la Iglesia.

El llorado Pontífice nos situó ante el drama de la Modernidad, que se basa en el viejo gnosticismo voluntarista: la verdad pasa a estar sujeta al capricho del individuo autónomo; de esta manera, el logos se subordina al ethos a través del liberalismo y toda forma de filosofía materialista, tal y como afirmaba el juez Anthony Kennedy en Planned Parenthood contra Casey (1992): “En el corazón de la libertad está el derecho a definir el propio concepto de la existencia, del significado, del universo y del misterio de la vida humana”.

Cuando se trata de la verdad, nos enfrentamos a dos caminos diferentes: una verdad (logos) que hemos recibido o una que nos hemos hecho nosotros mismos (ethos). En esta encrucijada, Benedicto XVI hizo suya la tesis de Romano Guardini: la primacía del logos sobre el ethos. La primacía de la Liturgia y de la Encarnación sobre todo lo demás. Bene- dicto nos enseña, con un dominio extraordinario de la historia y de diversas disciplinas, pero sobre todo con su mirada mística, que si queremos hacer razonable el logos, entonces debemos estar profundamente enraizados en la vida del Logos encarnado, que no se da en experiencias individualistas y subjetivas, sino principalmente a través de la liturgia, que es la bella y trágica actualización de la Pascua de Cristo y la comunión con su humanidad gloriosa, que nos lleva a comulgar con la Iglesia y con todo sufriente. Y, vinculada a la liturgia, la lectura orante de la Escritura y el servicio a los empobrecidos desde la caridad política y la caridad en la verdad, no solo con el amor asistencial.

Con su magisterio, Benedicto ha sentado las bases para una teología verdaderamente cristiana de la política o filosofía política. Por ello, el itinerario que proponemos para entender a Benedicto XVI es: liturgia-encarnación-teología política.

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Por defender este sendero, Benedicto XVI sufrió persecución desde los comienzos de su ministerio apostólico, tanto en las facultades teológicas donde enseñó como en reiteradas campañas de difamación de los principales medios de comunicación e incluso de grupos de presión intraeclesiales. La imagen de su figura frágil, arrodillada e imperturbable ante el Santísimo en la Vigilia de la JMJ de Madrid de 2011, mientras una tormenta con ventisca parecía que iba a derrumbar toda la tramoya del escenario, es un expresivo reflejo de su personalidad y de su programa para la Iglesia, que cual débil embarcación navega en un proceloso mar de mentiras, desvaríos y ataques. En estas circunstancias, Benedicto XVI nos recuerda: “Manténgase firmes en la fe, no se dejen confundir”.

Benedicto XVI, cooperador de la Verdad, humilde y fiel servidor del Evangelio. Damos gracias a Dios por habernos dado a este Hijo de la Iglesia.·

Editorial de la Revista Id y Evangelizad.