Tras destinar varias legislaturas a construir un producto político, “su nación”, ahora resulta que “la idea” no encaja entre los pueblos de España. Toneladas de tinta para crear una identidad nacional, un nosotros, un pueblo y su nación; el resultado es una voluntad nacionalista orientada desde el momento cero a provocar un enfrentamiento contra el estado español
El conflicto contra el estado español no lo es por ser éste un estado capitalista, ni por ser un estado opresor de los empobrecidos, sino por no compartir “su idea” nacionalista.
Cataluña se otorga el derecho supremo a prescindir de la moral, las leyes, la historia y la justicia que fundan el bien común. Juez y parte
Que “Cataluña es una nación” es la verdad primera del credo nacionalista; es la idea fundante, engendrada por el nacionalismo y que otorga a “su idea” de nación un origen natural y ahistórico. De esta manera pretende legitimarse constantemente: “nuestros derechos como nación son anteriores a cualquier estado. Somos catalanes por naturaleza”.
Esta manipulación de la realidad es la base del nacionalismo catalán. No todos los derechos son de origen natural. Y una vez parida “su nación” catalana, el resto es darle de comer, atribuirle todo tipo de derechos: “Somos sujetos de soberanía porque somos una nación”. Cataluña se otorga el derecho supremo a prescindir de la moral, las leyes, la historia y la justicia que fundan el bien común. Juez y parte.
En julio de 2010, la sentencia del Tribunal Constitucional afirmó que la nación española es única e indivisible. La réplica del nacionalismo catalán fue manifestarse bajo el lema: “Somos una nación, nosotros decidimos”. Aparece así el otro gran actor, el derecho de autodeterminación, alias derecho a decidir. Su misión será convocar al pueblo a dar el paso definitivo en su historia de redención.
Argumentan que las naciones tienen derechos y no reconocérselos es antidemocrático. La gente lo cree, algunos con fe religiosa. Es inconcebible que desde las alturas de Montserrat algunos no puedan salir de su patriotismo para comprender la manipulación ideológica que encierra este proyecto nacional.
Así llegó la consigna “referéndum o referéndum”, levantada a base de palabras mágicas como democracia, soberanía, cambio de régimen, libertad, estado propio, súbdito, etc. Esta consigna no es más que el larguero de un marco político que ha cotizado en el mercado de la propaganda con cierto éxito, hasta el punto que para una parte significativa del pueblo catalán la propuesta “referéndum o referéndum” es “la única propuesta democrática”.
Con tantas lecciones de democracia que imparten por cancillerías, universidades, medios, redes y foros, llama la atención que no alcancen a ver otras propuestas para Cataluña que no sea crear un estado propio. ¿No tiene ningún tinte totalitario identificar Cataluña con un único proyecto político?
En sentido político estricto, el procés no es más que una ideología bien articulada en medio de una sociedad que tiene hambre de esperanzas. Un proyecto totalizante, que lo envuelve todo. La crisis económica que atraviesa Europa ha hecho el caldo gordo a ideologías de este tipo. En estas aguas revueltas la ideología independentista ha ganado muchos adeptos.
En sentido moral, el soberanismo catalán pierde legitimidad desde el momento que su finalidad es constituirse en un nuevo estado de la Europa del capital y las fronteras. Poca base moral puede tener un proyecto que aspira a formar parte del engranaje duro del sistema imperialista. Por ello, no sorprende su connivencia con los amos de Cataluña, que se han servido del manto nacionalista para camuflar la corrupta CaixaBank, capaz de evaporar 20.000 millones de euros en activos tóxicos y evitar la “nacionalización”(…).
¿No se construye Cataluña encarcelando políticos corruptos? ¿No se construye Cataluña rechazando los perversos 500 millones de la Obra Social de CaixaBank? ¿No se construye Cataluña abriendo las fronteras a los empobrecidos? ¿No se construye Cataluña dejando de comprar móviles manchados de sangre? ¿No se construye Cataluña trabajando por una cultura solidaria? ¿No se construye Cataluña creando puestos de trabajo? Para todo ello no se necesita un estado, se requiere una sociedad vertebrada alrededor de instituciones solidarias con los empobrecidos, cimentadas en una cultura que Cataluña hace años ha dejado de cultivar.
¡Menos ideología nacionalista y más cultura!
Editorial de la revista Autogestión
Puedes descargarte aquí un extracto del último número Revista Autogestión 119. Extracto