IKEA Y La Campaña de Juguetes Navideños

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Son más de seis años que IKEA viene colaborando con UNICEF y Save the Children en proyectos para ‘prevenir el trabajo infantil’, llegando a donar 16.7 millones de dólares. Sin embargo esta ‘filantrópica organización’ oculta que su negocio se apoya en el trabajo esclavo, reconociendo en mayo de 2009, en la Universidad de Miami, ‘que si las multinacionales prescindieran del trabajo infantil se hundirían y desaparecerían’

En estas fechas ha lanzado de nuevo una campaña de juguetes,  llamada “1 euro es una fortuna”, que este año destinará a proyectos educativos en Vietnam, Bangladesh, Albania y Rusia. Por cada juguete que el consumidor compre se donará un euro a los proyectos en los que colabora con UNICEF y Save the Children, pero ¿se trata de una donación o de una pequeña colaboración, que aportan los comparadores y que le permite seguir ganando dinero,   además de lavar su imagen?


En una entrevista realizado por la BBC en 2007  a Anders Dahlvig, un jefe ejecutivo de la multinacional confesó que la empresa no era tan “ética y ecológica” como proclama.  “si uno sabe como funciona la economía mundial, debe saber que no se puede garantizar que no exista trabajo infantil”. IKEA no ha firmado los acuerdos internacionales Rugmark que garantizan que no hay esclavitud  infantil en su cadena de producción 


Ikea ha sido una empresa controvertida  desde los inicios.  El fundador  Ingvar Kamprad  perteneció en su juventud a  un movimiento pro nazi sueco. 


La empresa de la familia Kamprad creó un código de conducta que en la práctica no es más que papel mojado, pues los trabajadores de los 1.300 subcontratistas que proporcionan sus productos a Ikea tienen prohibido el derecho a la sindicación (algunos incluso nunca han oído hablar de ello) y trabajan una media de quince horas al día (de las ocho de la mañana a las once de la noche) sin contar las horas extra y el horario nocturno, frecuente cuando se acelera el plazo de entrega de los pedidos. Muchos de los obreros que viven lejos de la fábrica duermen directamente en sus puestos de trabajo para no perder tiempo en desplazamientos, que les sería descontado del sueldo. Por si fuera poco, son los trabajadores, y no la empresa, quienes corren con los gastos en seguridad médica, descontados de sus 36€ mensuales de salario.


Más cerca de nosotros, Ikea ha destacado fomentando el trabajo precario entre jóvenes y estudiantes, o rompiendo huelgas (en Bélgica un bono de compra en una tienda de electrodomésticos a los trabajadores que permanecieran en su puesto de trabajo el día de la huelga), pero tiene su peor antecedente en una circular interna de la compañía en Francia firmada por el director de marketing, que aconsejaba no contratar a trabajadores de color porque “tienen menos posibilidades, y aquí de lo que se trata es de avanzar rápido.” Según un sindicalista citado por el diario L’Humanité, el director de un Ikea parisino declaró a la prensa en 1997 que querían reforzar “su imagen nórdica” y que por esa razón no iban a poner “personas de origen extranjero en contacto con la clientela.” Se pidió a Ikea que desmintiera estas acusaciones, pero los responsables de la compañía      se hicieron los suecos.


En el gran drama de la esclavitud infantil, no podemos responsabilizar exclusivamente a las multinacionales  ya que todos colaboramos en la cadena, cuando adquirimos productos sin preguntarnos o sin querer saber  cómo es posible que vendan tan barato , quién está regalando su trabajo, en qué condiciones se producen esos productos que nosotros compramos a precio de ganga. Pero si hemos de pedir transparencia,  apelar a su conciencia y denunciar los hechos. No es moral hacer una campaña de juguetes navideños a precio de 1 euro para ayudar a los niños vietnamitas, albaneses o rusos y seguir simultáneamente esclavizando a los indios o paquistaníes.


Necesitamos una nueva economía  que ponga en el centro la dignidad de la persona, y la dignidad del trabajo, una forma de ser solidarios con los que sufren que no esté ligada a consumismo”, un trabajo decente para los padres de los niños esclavizados que permita la alimentación de las familias, y que todos lo niños del mundo puedan ir a la escuela sin necesidad de trabajar.