¿Cuándo repararemos la injusticia con África?

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Los argumentos contra las indemnizaciones a África se centran en detalles: ¿Cómo pueden medirse, y pagarse, las millones y millones de vidas destruidas durante siglos? ¿Puede haber una compensación adecuada para siglos de esclavitud, colonización y destrucción? ¿Podemos considerar a un grupo de personas responsable por las acciones de sus antepasados? ¿Dónde encajaría la explotación actual? En 1989 el precio mínimo establecido para el café, que le aseguraba un ingreso mínimo a los campesinos, fue eliminado por exigencia del Banco Mundial…

Los argumentos contra las indemnizaciones a África se centran en detalles: ¿Cómo pueden medirse, y pagarse, las millones y millones de vidas destruidas durante siglos? ¿El problema quedará resuelto cuando se logre acordar y pagar una cifra? ¿Puede haber una compensación adecuada para siglos de esclavitud, colonización y destrucción? ¿Podemos considerar a un grupo de personas responsable por las acciones de sus antepasados? ¿Dónde encajaría la explotación actual?

Una forma de resolver el tema es dejar de pensar en qué sería una compensación adecuada por la esclavitud. El crimen es demasiado grande, fue cometido por demasiada gente, a lo largo de demasiado tiempo; con tantos perpetradores y víctimas muertas, que una restitución, en el sentido de castigar a los perpetradores haciéndoles pagar una compensación a las víctimas, es imposible.

Además, imagínense si se lograra acordar y pagar una cifra, haciendo para ello una transferencia directa desde gobiernos occidentales hacia países africanos. ¿Verían el dinero, algún día, las personas que más lo necesitan? ¿Se utilizaría el dinero para enfrentar los problemas serios que afectan a África? ¿O la operación entera sería usada para hacer «relaciones públicas», con las que Occidente limpiaría su conciencia sin tener que resolver los problemas que creó? Sin cambios fundamentales en las relaciones de poder entre África y Occidente, los logros reales de las indemnizaciones se devorarían rápidamente. Por otro lado, las indemnizaciones podrían darse bajo la forma de una «reforma reformista»- que apoya la lógica del sistema actual con una transferencia rápida de recursos que volverían más rápido aún desde África a Occidente- o bajo la forma de una «reforma no reformista», que va en contra de la lógica del sistema actual y moviliza al mundo hacia una mayor equidad y solidaridad.

Un camino hacia un programa de indemnizaciones «no reformistas» puede darse a través de una focalización sobre el daño hecho a la sociedad africana con de la esclavitud, el colonialismo, las intervenciones militares y los programas de ajuste estructural, así como también en la forma de reparar esos daños. La pregunta de ¿qué le corresponde a África? pasa a ser: «¿Qué se necesitará para poner a África en igualdad de condiciones con el resto del mundo, con todas las mejoras de calidad de vida, infraestructura, tecnología y ecología que esto implica?». Con relación a la pregunta de cual sería el origen de estos fondos, la respuesta es que hay suficiente dinero en los niveles superiores, o sea que los recursos serían transferidos desde las instituciones que actualmente continúan con el saqueo de África: empresas, gobiernos e instituciones militares.

El daño ocasionado por Europa (y Norteamérica) a África se dio en cuatro fases. La primera fue el periodo de esclavitud, 1450-1850. La segunda fue el periodo de colonización, 1850-1960. La tercera fue en la independencia temprana, 1960-1980. La cuarta fue en el período de ajuste estructural, de 1980 a la actualidad.

ESCLAVITUD

En su libro «The African Slave», Basil Davidson sintetiza el daño inflingido por la relación de esclavitud que dominó la interacción entre Europa y África entre 1450-1850, intensificada en 1650-1850.

Despoblamiento. Davidson considera que el impacto directo del despoblamiento de África fue menos devastador que el impacto social, económico y político. Por supuesto que esto no es ningún consuelo para las millones de personas cuyas vidas fueron destruidas por el comercio de personas. Un número estimativo de las personas llevadas es de 12 millones, además de 2 millones que murieron en el camino y 7 millones muertes antes del embarque, totalizando alrededor de 21 millones entre 1650 y 1850. Fue una pérdida devastadora, y hay evidencia de que el despoblamiento tuvo un impacto duradero. En zonas donde las personas carecían de capacidad para defenderse del tráfico de esclavos hay densidades poblacionales más bajas aún que en los lugares donde la gente podía defenderse.

Impactos económicos. La esclavitud produjo daños constantes y decisivos en el desarrollo económico y tecnológico de África. Según palabras de Davidson, «la producción exportadora era un monocultivo de seres humanos». Fueron llevadas las personas que hubieran contribuido su labor a África y que hubieran desarrollado habilidades, tecnologías e industrias locales. Ni siquiera se les dio la posibilidad de enviar cosas hacia África, siguiendo el camino inverso de la migración de trabajadores.

Impactos socio-políticos. El tráfico de esclavos fortaleció a los elementos más conservadores de la sociedad africana, permitiéndoles comerciar con gente a cambio de armas devastadoras para producir aún más esclavización.

Posiblemente África hubiera podido recuperarse de la prolongada y destructiva relación si esta hubiera sido seguida por una nueva relación de igualdad, con avances tecnológicos y una expansión de la libertad económica. Pero la esclavitud ayudó a preparar el terreno, en la forma de sociedades y estructuras sociales devastadas, para el colonialismo.

COLONIALISMO

Una excelente introducción a los impactos del colonialismo y las subsiguientes relaciones entre Occidente y África es el trabajo de Brooke Schoepf, Claude Schoepf y Joyce Millen en «Dying for Growth».

Los países europeos continuaron los cinco siglos de esclavización convirtiendo a África en posesiones coloniales. Lo hicieron de maneras increíblemente violentas. La conquista belga del Congo mató a millones de personas. Europa desarrolló métodos de «tierra quemada» para la guerra, destruyendo sistemas agrícolas y despoblando áreas enteras.

El colonialismo fue una época de monopolio capitalista. Europa estableció plantaciones para cultivar productos altamente comerciables, minas y sistemas de transporte para facilitar la extracción de los recursos. Las vías y los caminos fueron diseñados para la exportación de mercancías, no para comunicaciones ni desarrollos económicos internos de África.

El colonialismo devastó estructuras sociales que ya habían sido devastadas por la esclavización. Se forzó con impuestos y coerción a que la gente trabajara en emprendimientos coloniales donde eran sobre-exigidos y mal alimentados. La agricultura sufrió, la producción alimenticia declinó y luego hubo falta de comida, hambrunas y epidemias. El periodo menos sano de la historia africana fue el de la era colonial, comprendido entre 1890 y 1930.

Si había crecimiento económico, los beneficios se transferían a Europa. La sociedad civil, gravemente afectada por la habilidad de los jefes para deshacerse de sus detractores durante los siglos de esclavitud, fue destruida más aún por las políticas coloniales. Los trabajos especializados y la educación eran monopolizados generalmente por los colonos blancos – y cuando no lo eran, eran entregados de manera tal que se creaba una elite controlada por los poderes coloniales, que actuara por intereses coloniales y no por intereses africanos.

El colonialismo destruyó la economía africana y el sistema agrícola y los reemplazó por sistemas, infraestructuras y estructuras de clase diseñadas para la exportación de bienes y explotación de mano de obra y recursos primarios africanos para beneficio europeo. Por entonces era necesaria una reorientación de esos sistemas sociales hacia la utilización de trabajo y recursos africanos para obtener beneficios para África. También eran necesarias una nueva infraestructura de transporte y comunicación, reformas agrarias para revertir la destrucción agrícola y una transferencia de recursos para reconstruir las áreas más dañadas por las guerras. Al llegar la independencia, ese hubiera sido el curso de la indemnización. Pero desde entonces, Europa (y Norteamérica) no ha actuado para reparar los daños de la esclavitud y el colonialismo, sino que más bien han inflingido mayores daños sobre África.

INDEPENDENCIA TEMPRANA

Europa no sólo no tenía ninguna intención de resignar su control sobre África, sino que además existía una idea generalizada de que África debía ser «entregada» a Europa, para ayudarla a reconstruirse después de finalizada la Segunda Guerra Mundial (y de ninguna manera al revés.) Las elites coloniales, que habían servido a los intereses europeos, normalmente se mantenían en el poder. Lo mismo hacían las economías dependientes de las manufacturas. De hecho, gran parte de la economía continuaba en manos extranjeras. Cuando algunos líderes africanos intentaron emprender un camino de desarrollo independiente, fueron derrocados por golpes apoyados desde Occidente.

Sucedió en 1961, con el asesinato de Patrice Lumumba en el Congo. Lumumba fue elegido primer ministro en 1960. Buscó lograr un desarrollo independiente para África. Pero Bélgica apoyó un levantamiento en Katanga, una provincia del Congo rica en recursos naturales, e intervino violentamente para apoyar el pedido de independencia de la provincia. Una intervención de las Naciones Unidas siguió a la de Bélgica. Lumumba fue destituido de su puesto por el presidente bajo circunstancias bastante oscuras. Luego logró convencer al Parlamento para retornar al poder, pero fue obligado a huir. Hay evidencia de que EEUU fue cómplice en su asesinato en 1961 (ver William Blum, «Killing Hope.») Una guerra civil larga y brutal siguió al asesinato. Al fin de la guerra, Mobutu Sese Seko, un sangriento y delictivo dictador, llegó al poder. Mobutu fue reemplazado a mediados de los noventas por Laurent Kabila, otro dictador, cuyo hijo es actualmente el dueño del poder en el Congo.

Un golpe militar, también apoyado por Occidente, derrocó a Kwame Nkrumah, un líder pan-africacionista en Ghana, en 1966. Nkrumah también buscaba un desarrollo independiente. El golpe fue seguido por una ola de privatizaciones.

Aquellos gobiernos que no fueron derrocados y que deseaban diversificar la economía de sus países y construir servicios públicos, lo hacían por medio de préstamos dados por instituciones financieras internacionales. Con sectores de la economía controlados por multinacionales que se repartían los beneficios, los países africanos veían habitualmente que era imposible construir capitales y capacidad productiva. La diversificación era lenta, si es que se daba, y cuando los precios de las mercancías colapsaron, África ingresó en una crisis de deuda.

Por lo tanto, el daño ocasionado durante la época de independencia temprana consiste, en cierto grado, en no haberle dado a África su oportunidad de reparar los daños ocasionados en los periodos precedentes, como así también algún daño directo ocasionado por el asesinato de líderes, y haber permitido la acumulación de deudas y la continuación del apartheid. La crisis de la deuda inaugura el cuarto periodo de daño a África: el periodo de ajuste estructural.

AJUSTE ESTRUCTURAL

Desde los 80´s, África ha sufrido programas de ajustes estructurales (SAPs). El ajuste estructural implica, normalmente: privatización de industrias y servicios públicos, desregulación de leyes de trabajo y medio ambiente, achicamiento de la fuerza de trabajo y los servicios del sector público- incluyendo salud, educación y alimentos subsidiados- una contracción de los servicios públicos esenciales en los países pobres.

En Zaire (previamente Congo), por ejemplo, en 1984, un SAP llevó a que 80.000 trabajadores de salud y educación fueran despedidos de puestos gubernamentales. Resulta difícil calcular los efectos de semejante accionar: ya sea por los ingresos perdidos por familias enteras, por la pérdida de los servicios que esos trabajadores proveían, o por la pérdida de gastos en consumo que hubieran hecho y en el debilitamiento de las organizaciones que se quedaban sin sus trabajadores. En 1985, Ghana empleó a 1.782 médicos. En 1992, empleó a 965.

Los SAPs no han llevado a una reducción de la deuda africana, cuyo valor original se ha pagado varias veces. Las obligaciones de la deuda se llevan una porción aberrante de los ingresos, necesarios para que los países puedan mantener con vida a su gente, y también obliga a los países a que mantengan sus economías orientadas hacia la producción de exportaciones para poder obtener intercambio extranjero. Por cada dólar de asistencia recibido por África en 1993, tres dólares quedaron en obligaciones de deuda; cuatro quintas partes de las ganancias por exportaciones de Uganda van a las obligaciones por exportaciones. Entre 1990 y 1993, los países africanos gastaron 1340 millones en obligaciones por deuda – cuatro veces lo que gastaron en salud. El hecho de que África produzca cultivos de rápido consumo para exportaciones e importe alimentos no es bueno para su propia seguridad alimenticia, pero es bueno para el comercio agrícola occidental, que consigue un mercado en África a expensas de reformas agrícolas y el alivio del hambre.

La era de ajustes estructurales fue dañina también para la política exterior. EEUU intervino en la guerra civil de Somalia en 1993, supuestamente para «restaurar esperanza». Dicha intervención costó la vida de 18 estadounidenses y entre 7.000 y 10.000 somalíes. Las 18 vidas que perdió EEUU llevaron a que impidiera una intervención de la ONU en Ruanda, a pesar de que el comandante encargado de las operaciones en el lugar aseguró que podrían haberse prevenido 800.000 muertes en 1994 y 1995 con 5.000 soldados de la ONU, los cuales requerían de un transporte aéreo que tan sólo EEUU podía brindar. En Sudán, en 1998, EEUU destruyó una planta farmacéutica, eliminando la mitad de las provisiones medicinales del país con consecuencias catastróficas, aún no investigadas, sobre la salud pública.

No se puede echar toda la culpa a Occidente, aunque el papel histórico indica que incluso las estructuras políticas africanas fueron creadas por la prolongada y destructiva relación con Occidente. Cuando se considera el daño actual, producido por las intervenciones militares y los SAPs, queda claro que está ocurriendo una cantidad horrorosa de sufrimiento innecesario.

Hasta en el genocidio de Ruanda, producido por el accionar político de extremistas del Hutu Power, Occidente cumplió un papel que va más allá del simple hecho de no haber actuado para prevenirlo. En este genocidio el Hutu Power organizaba a Hutus para matar a Tutsis y Hutus moderados. Al lado de Ruanda, en Burundi, una minoría gobernante Tutsi pasó la mayor parte del tiempo transcurrido entre los 60´s y fines de los 80´s masacrando a Hutus políticamente activos que trataron de sacarlos del poder: miles en 1965, tal vez hasta 100.000 en 1972, unos 5.000 en 1988. Al menos una parte de la responsabilidad, según Basil Davidson, (en «The Black Mans Burden») pertenece al legado colonial. Tanto en Ruanda como en Burundi la relación entre Tutsis y Hutus había sido de castas, siendo la minoría Tutsi dominante- pero era un sistema de casta con obligaciones mutuas y derechos por costumbres. El colonialismo belga hizo que los Tutsis pasaran de ser una casta superior comprometida y con responsabilidades a ser una minoría dictatorial sin compromisos ni responsabilidades. El resultado fue una ruptura entre los dos grupos, profundizada por la intervención occidental, que se dio a partir de la globalización en su forma de «causa juzgada»: en 1990 Ruanda sufrió una devaluación de su moneda que dejó a muchos jóvenes sin trabajo. En 1989 el precio mínimo establecido para el café, que le aseguraba un ingreso mínimo a los campesinos, fue eliminado por exigencia del Banco Mundial. Pobreza, desempleo e inseguridad económica no llevan indefectiblemente hacia violencia genocida pero la alimentan, al haber más personas dispuestas a creer en una campaña organizada por la «búsqueda de chivos expiatorios». En África, con un nivel tan alto de propiedad extranjera en la economía, donde el estado es una fuente esencial de trabajo, la competencia por el patronazgo estatal puede ser (y fue) manipulada por movimientos comunales como el Hutu Power.

Occidente también tiene papel central en la crisis africana del SIDA. Mientras que existe cierta controversia sobre si el SIDA es la causa de la muerte de millones de africanos, tal cual lo aseguran la mayoría de los profesionales de la salud, y sobre el hecho de sí hay 35 millones de africanos infectados, tanto opositores como investigadores del tema SIDA concuerdan en que la respuesta correcta no es, definitivamente, la contracción de los sistemas públicos de salud y la exacerbación de la pobreza a través de SAPs. El desacuerdo es sobre drogas. Las drogas baratas y genéricas contra el SIDA parecen haber tenido éxito en reducir la transmisión y prolongar la vida en Brasil. Un efecto colateral de las drogas genéricas es que interfieren con los derechos a las ganancias de las corporaciones farmacéuticas, derechos protegidos por organismos de comercio como la OMC, y que son reforzados por instituciones financieras internacionales. Los opositores al tema del SIDA, en su mayoría, están de acuerdo en que la salud de las personas tiene prioridad sobre las ganancias de las corporaciones. Están en desacuerdo sobre el hecho de que las drogas ayudan a dicha salud. Sea cual sea el caso, las drogas deberían estar disponibles, como lo son en Brasil y como los son para las clases altas.

El ejemplo de las drogas es, en realidad, una buena ilustración del tema de las indemnizaciones. ¿Quién debería sufrir económicamente para que sea protegida la salud de los africanos? : las corporaciones farmacéuticas. Estas corporaciones pueden ser ofrecidas como opciones por no interferir con la producción de genéricos o ser nacionalizados y administrados en interés público, destinándose las ganancias a la construcción de sistemas de salud públicos en África. De la misma forma, ¿quién debería reconstruir la producción farmacéutica de Sudán y reparar los daños ocasionados por su pérdida? : el gobierno de los EEUU sacando, para ello, fondos del presupuesto militar. ¿Quién debería sufrir las consecuencias cuando las deudas africanas son borradas de los libros? : las instituciones prestamistas y sus beneficios. ¿Quién debería pagar por la «reestructuración» de la agricultura, el transporte, las comunicaciones, el desarrollo y la independencia local en África? : aquellos gobiernos y corporaciones que se beneficiaron con el saqueo- en otras palabras, las elites del primer mundo. ¿Cuánto es suficiente? : lo que haga falta para reparar el daño y restaurar la igualdad entre África y el mundo.

Esto es factible técnica y económicamente. Los recursos para reconstruir África existen. Lo que Occidente debe es una relación de igualdad y los recursos para deshacer el daño que ha causado. En el proceso, las elites de países ricos perderían mucho poder, beneficios y control, pero esto debe suceder de cualquier modo.

Por Justin Podur
Titulo Original: Non-reformist reparations for Africa

Publicado en Solidaridad.net 14/10/2003