No sé si conocerán que esta misma semana ha ingresado en la cárcel un onubense de unos cuarenta años, condenado a 12 años de reclusión por robar un televisor, un radiocasette y un jamón…¡hace 21 años!…¿Justicia justa?
No sé si conocerán que esta misma semana ha ingresado en la cárcel un onubense de unos cuarenta años, condenado a 12 años de reclusión por robar un televisor, un radiocasette y un jamón…¡hace 21 años!
Como dijo alguna vez un presidente del Congreso, ¡manda huevos! Este señor tiene hoy en día, bueno tenía, una vida normal como cualquiera de nosotros; su trabajo, su novia embarazada, etc. Veintiún años después se ve abocado a cumplir una pena de cuando tenía tan solo 19.
Y después hay quien me pide confianza en la Justicia. La misma justicia y la misma ley que permite que asesinos condenados a miles de años solo cumplan 30. Comparen ustedes mismos: el etarra Henry Parot, tan de moda estos días, cumplirá 30 años de privación de libertad como resultado de varios asesinatos y una condena de miles de años; nuestro conciudadano anónimo parece que tendrá que cumplir sus doce añitos por robar un par de electrodomésticos y una pata de cerdo. Y digo que lo tendrá que hacer, porque no le quedan cartuchos que quemar. El Gobierno español no le ha concedido el indulto. El Gobierno, sea del color que sea, que se lo concedió a Antonio Tejero o a José Barrionuevo, por dar algunos ejemplos, se lo niega a alguien que ya ha cumplido el supuesto objetivo de nuestro sistema penal: la reinserción social.
Esta es la clase de justicia en la que reiteradamente nos piden que creamos. Que quieren que les diga, no puedo creer en una justicia que es aplicada o aplicable con un sesgo tan enorme, en una justicia que es benevolente con asesinos o financieros que estafan cientos de millones, en una justicia que tarda más de 20 años en resolver un asunto, en una justicia que parece hecha para castigar duramente a pobres desgraciados y sólo suavemente a ricos agraciados, en definitiva a una Justicia que deja muchísimas evidencias de injusta.
Y ustedes, ¿pueden creer en esta clase de… ¿justicia?
Antonio García Arrabal
Málaga