Desde que se fundó la FAO el 16 de Octubre de 1945, el hambre se ha multiplicado. El Movimiento Cultural Cristiano denuncia los mitos del hambre.
Los objetivos del Milenio de la ONU, planteaban reducir a la mitad el número de personas que pasan hambre en el mundo para el año 2015, no solo no se ha reducido sino que en los dos últimos años el hambre ha crecido en más de 150 millones de personas, sobre todo por el incremento de los precios de los alimentos básicos.
El Movimiento Cultural Cristiano lleva 25 años planteando la lucha contra las causas para erradicar este genocidio silenciado en sus verdaderas raíces.
Lo primero que hemos de hacer para tomar conciencia del engaño al que estamos sometidos es el de combatir los mitos del hambre.
En la carpeta editada por Voz de los sin Voz, con motivo de los 25 años de Campaña por la Justicia en las relaciones Norte-Sur, se hacen referencia a los mitos que sobre el Hambre los medios de comunicación nos quieren imponer en sus noticias.
PRIMER MITO: Sencillamente no hay suficiente cantidad de comida para todos. ¡MENTIRA! La abundancia y no la escasez es lo que mejor define el abastecimiento mundial de alimentos. Podíamos alimentar ya en los años 70 a más de 2 veces la población de entonces según la FAO. Hoy, con los medios técnicos que se poseen, ya lo podemos hacer a más de 3 veces la población actual (otros piensan que incluso más). Producimos cereales (aún con escasas cosechas en algún ciclo) para que cada habitante tuviera 3.500 calorías diarias. Sin contar con otros alimentos corrientes: legumbres, frutas, verduras…
SEGUNDO MITO: Acusemos a la naturaleza y a los desastres naturales ¡MENTIRA! Las hambrunas no son desastres naturales sino desastres sociales. Quiénes son más vulnerables a los efectos de la naturaleza y el clima son -¿Casualidad?- los más pobres. Una media verdad sirve para encubrir una ordenación de la agricultura y de las normas económicas que hace extremadamente vulnerable a la población privada de recursos.
TERCER MITO: Demasiadas bocas que alimentar. El mito de la superpoblación. ¡MENTIRA! La fertilidad y el índice de crecimiento están disminuyendo en todo el mundo. Nunca la densidad de la población ha explicado la extensión del hambre. Mírese Japón o cualquier área de Europa y compárese con la densidad de África. Es la mejora de las condiciones de vida la que permite un crecimiento sostenible. Son la injusta distribución de los recursos (tierras, trabajo, alimentos, educación y salud) lo que impide acceder a la población a la riqueza existente para todos.
CUARTO MITO: La producción de alimentos es la principal amenaza al Medio Ambiente. ¡MENTIRA! ¿Por qué se les obliga a los campesinos a dejar sus tierras productivas e instalarse en otras improductivas o en la selva? ¿Por qué se obliga a incrementar la producción a base de fertilizantes químicos o plaguicidas? ¿Por qué se han trasladado las empresas más contaminantes a las áreas de los países empobrecidos y ahora se le obliga a pagar por contaminantes lo que antes no pagaron los países enriquecidos?
QUINTO MITO: El problema se arregla aumentando la producción de alimentos. Más “Revolución Verde” ¡MENTIRA! En los años 70, a instancias de la Fundación Rockefeller y Ford, nuevas semillas (acompañadas de plaguicidas, fertilizantes químicos y nuevos sistemas de riego) habían remplazado las prácticas de millones de campesinos de los países empobrecidos. Se aumentó la producción de cereales. Pero ¿a quién se benefició? Pues a los terratenientes y oligarcas que pudieron “comprar”. Se produjo una concentración de la propiedad que aumentó aún más el hambre de los pobres.
SEXTO MITO: El libre mercado y el libre comercio pueden erradicar el hambre. ¡MENTIRA! Ninguna fórmula liberal ha prescindido en la práctica del concurso del Estado. Y ningún gobierno ha podido en la práctica cambiar el control de los recursos por parte de una élite. Ni el aumento de la producción, ni de las exportaciones ni de la liberalización de las barreras comerciales ha beneficiado nunca a nadie que no sean las élites económicas locales y extranjeras, que para exportar “competitivamente” se han visto además obligadas a hacer trabajar con sueldos de subsistencia y condiciones de trabajo miserables y a consumir productos de exportación más baratos (dumping) que eliminan productos del mercado local y le ponen a los más pobres en manos de los vaivenes de la especulación
SÉPTIMO MITO: Los empobrecidos son sólo víctimas pasivas. El mundo empobrecido depende de forma importante de la “Ayuda” y movilización del mundo enriquecido. ¡MENTIRA! No somos conscientes -¡Gracias a nuestros censurados medios de desinformación!- de las luchas que libran millones y millones de empobrecidos para obtener el control de sus propias vidas. Como veremos adelante, no necesitan tanto nuestra ayuda como nuestra lucha para que el Norte enriquecido deje de robarles. Sólo con eso serían capaces de generar lo necesario para que desaparezca el hambre.
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