Nuestras calles han cambiado su fisonomía en pocos años y ahora la parada del autobús o la cola del supermercado parecen una torre de Babel.
Las razas y las lenguas se confunden en nuestra vida cotidiana pero esto no significa que estemos en condiciones de igualdad. La emigración ha traído a España a los empobrecidos del Sur y a los hijos del otro lado del Telón de Acero, y entre nosotros continúan siendo ciudadanos de segunda. Ellos sacrifican su familia por el «derecho» de nuestras familias a cuidar los abuelos por poco dinero y dejando en manos de otros las caricias y las molestias. Ellos echan horas mal pagadas por nuestro «derecho» a las merecidas vacaciones sin que nos falte ningún servicio en los centros hosteleros que visitamos. Ellas callan sometidas a la esclavitud sexual, para que a algunas se les llene la boca de defender un feminismo que sólo entiende de los privilegios de las mujeres con aspiraciones a ministra. Ellos mismos nos han dejado sus testimonios, con nombre cambiado por seguridad, pero no por ello son menos reales sus experiencias. Por una vez, escuchemos su voz… y que, de ahora en adelante, ellos y nosotros nos unamos en una lucha solidaria para que haya justicia para todos los hombres.
» MOHAMED trabajó con un contrato de trabajo ilegal como vigilante nocturno. Sus cuadrantes horarios evidenciaban que realizaba un horario excesivo. Había semanas que trabajaba doce horas diarias seis días a la semana. Su salario solo alcanzaba el Salario Mínimo Interprofesional. Cuando le despidieron sufrió un ataque de nervios puesto que no podía pagar el alquiler de su casa y mantener a sus hijos. Estaba convencido que no podría reclamar nada ya que nadie le creería. Vive con la conciencia de que las palabras de un moro no tienen la misma credibilidad que las de un español. Esta angustia no es infundada. Le ha ocurrido en diversas ocasiones. Cuando ha solicitado ayuda, españoles que no pasan necesidad consideran su asunto poco importante y le dan cita para dentro de varias semanas.
» GABRIELA es una ecuatoriana muy guapa. Trabajaba en una cafetería y el dueño la usaba para atraer clientes masculinos que consumieran mientras miraban una belleza femenina. Todos los meses el jefe le robaba doscientos euros en su nómina. Cuando se enteró de que tenía novio le prohibió terminantemente que éste apareciera por el establecimiento. Tuvo que abandonar el trabajo con una fuerte crisis de ansiedad.
» DANIELA es colombiana. Tiene dos trabajos. Cuida a una anciana por las noches y por el día trabaja en una residencia de ancianos. Vive con la angustia de haber dejado a sus hijos en su país con sus padres. El dinero que gana únicamente le permite malvivir en España y mantener a su familia al otro lado del Atlántico. La dueña de la residencia de ancianos maltrata a los ancianos y obliga a Daniela a trabajar los siete días de la semana. A pesar de incumplir toda la normativa referida a residencias de la tercera edad las autoridades hacen la vista gorda. Cuando se descubre el pastel, cierra la residencia y abre otra en la misma ciudad dejando un reguero de deudas. Daniela acabó en la calle y con varios meses impagados. La empresaria tiene la seguridad de que quedará impune puesto que al inicio del contrato exigió que Daniela le firmara varias hojas en blanco que podrá rellenar cuando quiera para justificar cualquier pago.
Los inmigrantes son responsables de la mitad de nuestro crecimiento de los últimos cinco años; han financiado nuestro superávit y son contribuyentes netos en todas las facetas del gasto público.
» MIHAL es un búlgaro joven y fuerte. Es un gran especialista en hacer trabajos de construcción. No obstante, ninguna empresa le hace contrato de trabajo y solo se contratan a cambio de que se haga autónomo y corra con todos los gastos fiscales y de Seguridad Social. Un trabajo así le impide tener vacaciones y corre más riesgos que cualquier trabajador ya que está expuesto a la arbitrariedad de las empresas que le contratan. Tiene que poner de su bolsillo el transporte y las herramientas. Le exigen trabajos en plazos imposibles de realizar y no tiene compañeros de trabajo. Está solo. La última empresa no le ha pagado y le ha dejado un agujero económico importante pero los recibos de la Seguridad Social llegan mes a mes. No podrá cobrar el desempleo.
» YORDAN es un búlgaro que trabajaba para una empresa de construcción. Trabajó en multitud de obras y llegó a estar trabajando cinco meses sin cobrar. A cambio, su jefe le pidió que su mujer trabajara en su casa como empleada doméstica y tuvieron que acceder para poder cobrar algo y pagar el piso y la comida de los hijos.
» IVAN es un búlgaro de cincuenta años. Es ingeniero pero en España solo ha encontrado trabajo de carpintero. Vive sólo puesto que no ha logrado la reunificación familiar y los suyos siguen en su país. Sufrió un accidente laboral y se ha destrozado las manos. La empresa le engañó y le dijo que ponía su abogado a su servicio para reclamar una pensión de la Seguridad Social por Incapacidad derivada de Accidente de Trabajo. Los plazos transcurrieron y no se hizo reclamación ninguna. Ya no puede realizar ningún trabajo manual y no cobra un duro.
» EDWING es ecuatoriano y trabaja en una empresa de construcción. Trabaja a destajo pero la empresa no le paga y cuando lo hace es con un retraso de dos meses. Él y su mujer han trabajado duro en los últimos cuatro años y confiados decidieron comprar un piso para dejar de pagar un alquiler abusivo y poder ser propietarios de su vivienda. El banco les pidió varios avalistas, les impuso un interés superior al que exige a otros clientes, les obligó a suscribir varios seguros y les hizo toda la tramitación de escrituras e impuestos. Por equivocación del gestor esta familia pagó en materia de impuestos una cantidad en torno a un 50% superior a la que deberían haber pagado. El banco les prometió que la cuota inicial era alta pero que se mantendría, o incluso bajaría. La subida de tipos de interés les ha subido la cuota mensual cerca de trescientos euros y ya no pueden afrontar el pago. El director de la sucursal bancaria, tan amable en un principio, les ha dicho que tiene orden de no permitir demoras en el pago y que si ello ocurre les demandaría y perderían el piso en una subasta. No han tenido más remedio que vender el piso. En la operación han perdido cerca de 30.000 euros.
» ESTELA es dominicana y ha trabajado en hostelería. Su jefe la obligaba a hacer horas extraordinarias y la pagaba por debajo de lo establecido en el convenio colectivo. Fue a una abogada de una ONG de esas que tienen una oficina para atender a extranjeros. Decepcionada por haber perdido el juicio se lo hizo saber a la abogada y ésta le tiró el expediente a la cara gritándola que a ella nadie le decía como tenía que hacer su trabajo.
» MOISES es portugués. Cuenta que cuando empezaron a subir los sueldos de su país, el empresariado comenzó a traer trabajadores de sus excolonias para bajar los salarios. Los caboverdianos empezaron a acudir en masa a Portugal y él emigró a España para labrarse un porvenir. Encontró trabajo de camionero en una empresa fantasma que hace portes internacionales para un conocido empresario del transporte. La empresa no pagó y se declaró insolvente. El juez consideró que la empresa principal no debía asumir las deudas. Hoy ya no encuentra trabajo porque los empresarios prefieren contratar conductores de países del Este que son capaces de aguantar 24 horas seguidas al volante.
» IVANKA es una mujer búlgara que cuida a una anciana y vive angustiada porque el Subdelegado del Gobierno ha dictado orden de expulsión contra su hijo de veinticuatro años. Viven escondidos y cuando visitan a abogados, hacen la consulta sin decir su dirección ni su teléfono por miedo al chivatazo. Estaban en el despacho de un abogado y cuando sonó el teléfono salieron corriendo creyendo que era la policía. Un abogado intentó interceder ante el Subdelegado del Gobierno y éste respondió despectivamente: «aquí no queremos esta gentuza». Al final le cazaron y fue deportado. A la semana siguiente Ivanka se enteró de que su marido estaba conviviendo con otra mujer.
» ANA es una madre polaca de dos hijos, uno de los cuales se quedó en Polonia cuando ella se vino a España. Por intermediación de ONG´s ha tenido varios trabajos en alguno de los cuales ha padecido acoso laboral por parte de su patrón. Cuando se ha quejado a las ONG´s le han dicho que tiene que aguantar, que así son las cosas. Perdió la custodia del hijo que trajo a España durante una crisis en la que por no tener trabajo tuvo que quedarse en la calle. La administración le ha dicho que «hasta que no estabilice su situación» no le devolverá la custodia de su hijo. Ana empieza a apuntar signos de desequilibrio mental: suspicacia permanente, agresividad, desconfianza…
» MARTA era diplomada superior en su país, Argentina. Cuando vino a España, los hijos de una anciana la contrataron en España por 600 euros al mes para cuidar de su madre todo el día (incluida la noche) excepto de 9 a 13 h. Es decir, trabaja 20 horas diarias. Está interna en la casa, pero no tiene habitación propia, duerme en un sofá-cama que debe recoger todos los días, siendo así consciente de lo provisional de su trabajo. Los hijos de la anciana a la que cuida la desprecian con comentarios sobre su origen y la cantidad de personas que podrían sustituirla en su trabajo.
Todos ellos han tenido que esperar largas colas en las oficinas de la administración pública que dicen estar para resolver sus problemas. Lo investigamos y comprobamos que existen órdenes expresas de que ello sea así. Así aprenden a «integrarse» como deben en nuestro país. Deben aprender cuanto antes que no tienen nada que exigir y mucho que aportar, y las colas cumplen perfectamente esa función.
El inmigrante que me dejó un recuerdo más amargo fue el que me pidió que le rellenara un impreso porque ninguno de los funcionarios que estaba leyendo el periódico detrás del mostrador lo quiso hacer. Su documentación solo indicaba su nombre de pila y carecía de fecha de nacimiento. Muchos no saben esa fecha, ni la sabrán sus hijos. No podrá celebrar su cumpleaños. Nuestra sociedad le considera un objeto sin historia.
Los datos nos acusan. Los inmigrantes son responsables de la mitad de nuestro crecimiento de los últimos cinco años; han financiado nuestro superávit y son contribuyentes netos en todas las facetas del gasto público; han detenido el declive demográfico de nuestro país; mantienen la inflación a raya cobrando un tercio menos que los españoles, etc.
La insolidaridad de los españoles alcanza en la inmigración su punto álgido. Nuestros vecinos no se quejan porque tienen miedo. ¿Hemos hablado con ellos?.
Artículo publicado en la Revista Autogestión
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