¿QUÉ PRETENDEN CON LA MACRO-MEZQUITA DE CÓRDOBA?

1994

No seamos ingenuos, a nadie se le escapa que la estrategia que subyace en iniciativas como la que han dado lugar a este escrito es introducir lenta pero inexorablemente en nuestra cultura y sociedad una nueva forma de islamización.

1. Los cristianos cordobeses miramos con comprensión cualquier proyecto que pretenda poner a disposición de la comunidad musulmana residente en nuestra ciudad, o de cualquier otra confesión religiosa aquí radicada, los espacios necesarios para atender dignamente las necesidades específicas de culto derivadas de tal presencia, siempre que la utilización de los mismos no limite o perturbe las manifestaciones culturales propias de otras confesiones.

2. El proyecto de construcción de una macro mezquita para Córdoba junto a la antigua ciudad palatina de Medina Azahara, tal como se recoge en la prensa, parece, sin embargo, desproporcionado en relación con las necesidades de espacio para culto de la pequeña comunidad musulmana que hay en Córdoba en estos momentos (menos de un millar de personas censadas). Por tanto, dada  la magnitud de esta iniciativa, parece innegable que persigue unos fines que superan claramente el derecho al culto que toda religión debe tener.

3. El hecho de que el citado proyecto pudiera llevarse a cabo, directa o indirectamente, por interposición de capital saudí o de los Emiratos Árabes Unidos, suscita serias dudas en cuanto al grado de independencia del  mismo respecto a grupos islamistas radicales o de inspiración fundamentalista. A nadie medianamente informado de lo que es la realidad religiosa, cultural  y política en estos países se le oculta el grado de intolerancia que sufren en ellos otras religiones distintas de la musulmana, ni las dificultades de todo tipo que arrastran los no musulmanes, más aún los agnósticos y los no creyentes, para poder desarrollar una vida de ciudadanos libres con los mismos derechos que los de la mayoría musulmana. Esta consideración que hacemos en cuanto a la independencia del proyecto no sólo la suscitamos nosotros; aparece también en las manifestaciones del propio Presidente de la Junta Islámica Española cuando declara: <<No es Arabia Saudí una referencia válida para nosotros, que preferimos mezquitas más modestas, con capital autóctono y apoyo de los ayuntamientos. Somos transparentes y nos desmarcamos del capital con condicionantes>>.

4. Las reflexiones anteriores plantean graves dudas acerca de si, entre los condicionantes del proyecto, no habrá alguno de índole política y de gran alcance: el interés de cierto mundo islámico por recuperar Córdoba como símbolo de la hegemonía musulmana en la Península Ibérica y en Occidente y como catalizadora de la cultura islámica en Europa. El plantear la nueva mezquita como «una vuelta a Al-Andalus», como plataforma de «yihad» o con un sentido de recuperación histórica del territorio perdido, como parecen pretender países caracterizados por su intolerancia (baste recordar como los EAU y Arabia Saudí reconocían como legítimo el régimen integrista de los talibanes de Afganistán), es un germen de futura discordia social, cultural y política.

5. No seamos ingenuos, a nadie se le escapa que la estrategia que subyace en iniciativas como la que han dado lugar a este escrito es introducir lenta pero inexorablemente en nuestra cultura y sociedad una nueva forma de islamización. Infiltrándose en los pueblos y ciudades de Occidente de manera más o menos soterrada, gracias a la «ingenuidad» de Occidente, la red se  va extendiendo silenciosamente. Tengamos siempre presentes las palabras del arzobispo de Esmirna (Turquía), monseñor Giuseppe Bernardini, en el Sínodo de Europa, citando las declaraciones de un autorizado personaje musulmán, durante un encuentro oficial sobre el diálogo islámico-cristiano:

<<Gracias a vuestras leyes democráticas os invadiremos, gracias a nuestras leyes religiosas os dominaremos; los petrodólares que entran en las cajas de Arabia Saudí y de otros Gobiernos islámicos son usados, no para crear trabajo en los países pobres del norte de África y de Oriente Medio, sino para construir mezquitas y centros culturales en países cristianos con inmigración islámica, incluida Roma>>.

6. Finalmente, las consideraciones anteriores las hacemos desde un  respeto profundo a los auténticos creyentes musulmanes que hay en Córdoba, pero también desde la convicción de que conviene evitar planteamientos o reivindicaciones políticas o culturales que puedan suponer miradas al pasado. Como se ha dicho desde instancias cercanas al Obispado de Córdoba, cristianos y musulmanes debemos regirnos por el principio de  reciprocidad, el respeto mutuo, la cooperación y el diálogo, en señal de que ambas religiones <<son hermanas porque nos aúna el mismo Padre Dios>>

Presencia Cristiana de Córdoba