Josep Asens, Rovirosa y los equipos del dolor (In Memoriam)

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Publicamos este escrito de Josep Asens, que acaba de morir, en recuerdo agradecido y pidiendo al Padre por su salvación. Fue un sacerdote entusiasta, amigo de Guillermo Rovirosa y gran trabajador con los más pobres y con los enfermos desde los “equipos del dolor”

LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

San Pablo dice a los Filipenses: » es por gracia que se os ha concedido no solo creer en Cristo, sino también de sufrir por El» (Fi.1,29)

A Rovirosa también se le concedió la gracia de creer en Cristo, y de sufrir mucho por ÉL. Sobre todo en los últimos años de su vida. Los que le hemos seguido de cerca sabemos que fue crucificado en cuerpo y alma.

Este sufrimiento integral le acercó mas a Cristo.

De una actividad apostólica a todo gas, pasó a una etapa de inactividad e inmovilidad. Esto motivado como dice El «por dos hechos notables»: Uno de orden moral y muy doloroso, consistente en encontrar suspicacias y recelos donde yo esperaba encontrar mas confianza el otro de orden material: La amputación de un pie, a consecuencia de un accidente de circulación.»(Judas P.190). Casi simultáneamente se ve postergado y fuera de la Comisión Nacional atropellado por un tranvía en Madrid. Fueron dos golpes fortísimos que parecía que le habían dejado abatido por fuera y desecho por dentro. En cambio lo resistió bien y se hizo con un espíritu sobrenatural impresionante.

Estos dos acontecimientos tuvieron lugar entre Mayo y Junio de 1957. Mas exactamente, el accidente fue el veintidós de Junio y lo otro unos días antes: Al cabo de poco tiempo el veintitrés de Agosto del mismo año, me escribía » Poco a poco espero rehacerme», si me cierran un camino, Nuestro Señor abrirá otros cinco para que pueda gastar el otro pié y toda la vida que me queda para intentar que los que hoy maldicen a Cristo le conozcan y estimen.
Este mismo año, a finales de Octubre, nos hizo una visita a Reus, la primera después del accidente nos cautivó al verlo sobrenaturalmente tan eufórico. Con un fuego contagioso nos repetía su lema de aquella nueva etapa: » ARA MES QUE MAI»= «ahora mas que nunca», nos hablo de una manera impresionante del sacrificio de Abraham y como Dios nos pide algo semejante, cuando nos pide que le sacrifiquemos lo que más arraigado que tenemos en nuestro espíritu: ideas, ilusiones, proyectos, etc.

Sin duda se retrataba él y su sacrificio de su alejamiento de la Hoac.

El sufrimiento moral, había de producir un drama muy doloroso en su corazón finamente sensible. El era consciente de la campaña difamatoria y desalmada que de un tiempo a esta parte se traían contra él, principalmente en las altas esferas de la Acción Católica y también cerca de la jerarquía. Un hombre de su talla locamente enamorado de Cristo e incondicionalmente al lado de los pobres y oprimidos, les daba miedo a los beneficiarios del orden (desorden) establecido. En esta campaña se sembraban dudas sobre la sinceridad de su conversión le reprochaban sin delicadeza el doloroso caso de su mujer; le acusaban de maniobras políticas; le querían echar como a un apestado; le tildaban de «bestia negra» etc. :

Este juego sucio de regusto integrista, obtuvo resultados positivos: La Jerarquía competente le echó de la Comisión Nacional. Lo que es verdaderamente aleccionador es el silencio heroico que él guardo, el respeto y docilidad que manifestó siempre hacia la Jerarquía Eclesiástica. Mucha gente de la Hoac; y no hace falta nombrar los de fuera, se creyeron que el accidente de circulación era el único motivo de haberse retirado de la actividad de dirigente Nacional.

Algunas personalidades religiosas. Le aconsejaban que se defendiera. El se negó se tragó esta píldora de contradicción y hallaba su consuelo en la lectura reposada de la Biblia. De aquí le nacieron probablemente las ganas de escribir un libro sobre «Jesucristo signo de contradicción». Le sorprendió la muerte y le impidió realizar este proyecto».
Refiriéndose a su dolor moral; D. Tomas Malagon en el elogio fúnebre» Rovirosa ha ofrecido a Dios sacrificios dolorosisimos, como el que pidió al patriarca de Ur. (Abraham).

A sus amigos más íntimos les contó la rica experiencia de su dolor físico, pero no les dijo nada ni una palabra del otro.

Pocos días después del accidente le visitó Jacinto Martín, gran dirigente de la Hoac y muy amigo suyo. He aquí lo que dice: » Aquel día le habían levantado la primera cura, y estaba muy tranquilo. Le pregunto si tenia dolores…» Entre otras cosas le dijo:» Si ahora Dios me dijera: Toma tu pie y olvida este dolor», yo le respondería: Quedaos Señor con él pié y déjame esta experiencia que me enriquece y me perfecciona…»Después hablamos de otro dolor reciente suyo, no físico del cual no le habían levantado aun cura alguna: Su apartamiento de la Hoac. La experiencia de aquel dolor, por mucho que le tiré de la lengua, se la guardó celosamente para si mismo (Jacinto Martín en el Boletín de Militantes extraordinario sobre Rovirosa, Mayo – Junio 1967 p.24).

Rovirosa decía a una ciega y paralítica de Reus enferma Hoacista.

“Con gran alegría recibí tu carta tan afectuosa a principios de año y aunque haya tardado tanto en contestarla , eso no quiere en absoluto decir que te olvide, no. Precisamente si a veces me viene la tentación de quejarme, tu recuerdo y tu ejemplo me mantienen en la línea de la “acción de gracias”.

Escucha, hermanita querida; estos ocho largos meses de inmovilidad, atado por la pata como un pollo, después de una vida tan atareada como la que llevaba me han servido mucho, y me han aclarado la vista en muchas cosas. Por ejemplo : he descubierto que ser cristiano no consiste principalmente en hacer o no hacer, tales cosas o tales otras, sino en ser Cristo, queriendo como Cristo nos ama.( El hacer, o no hacer viene determinado, no principalmente por lo que está mandado en los preceptos y reglamentos, sino por imperativos de este Amor de Cristo en nosotros.) Yo tuve la suerte de estar 24 horas clavado en la cruz de Cristo a raíz del accidente, siendo la sed abrasadora (mientras fuera llovía a cántaros) la que presidía los otros sufrimientos del cuerpo, y fue el descubrimiento de un mundo maravilloso y desconocido. Esto no lo cambiaría por nada en el mundo. Quisieron darme un calmante, y yo les dije que no hacía falta, y tuve la suerte de que no me lo pusieran. Tengamos en cuenta, sin embargo, que mientras Cristo estaba en la Cruz, no sólo sufría físicamente, (¡que ya estaba bien!) sino moralmente, viendo que los que le atormentaban hasta la muerte eran a los que Él quería servir y particularmente que todo eso resultaría inútil para tantos que rechazarían la salvación que Él nos estaba ganando ¡a un precio tan caro! Y seguía queriéndonos a todos, y a darlo todo por bien empleado…

Este texto nos deja entrever, aunque muy borroso el doble sufrimiento que Dios le había regalado. Podemos decir que esta cruz doble que el Señor cargó sobre la espalda de Rovirosa, la llevó consigo hasta el final de su vida. La herida no se le acababa de cicatrizar. Por fin se decidieron los médicos a cortarle un poco la pierna para poder coserle mejor. Cuando la cosa estaba bien curada y llevaba bien sin sufrir el pié ortopédico le sobrevino de repente una trombosis celebral, y a los cuatro días murió.

Perdió la palabra, pero conservó; en gran parte, el conocimiento hasta los últimos momentos. El Cura D. Domingo Canamasas que lo asistió hasta el último momento, me decía por carta que murió como un santo, con una gran paz interior. He aquí el final de esta carta:» El que tantas lecciones nos había dado de palabra y en estos últimos años la gran lección de su silencio murió sin que pudiéramos saber cuales hubieran sido sus ultimas palabras ¿ Que nos hubiera dicho en los últimos momentos de su vida si hubiera podido hablar?

Las grandes almas crecen en silencio y en el silencio. Así en silencio y sin una sola queja a pesar de todos los sufrimientos, hacia las cuatro de la tarde del Jueves, día veintisiete Cristo le llamaba a su lado…»El hombre que había madurado por el sufrimiento, moría el veintisiete de febrero de 1964.

NACIMIENTO DE LA HERMANDAD O.A.G.

Ahora quisiera exponer brevemente lo que he prometido al principio: Como Rovirosa quiso edificar la HOAC. Sobre el dolor de los enfermos.

La Hoac nació oficialmente con las normas para la especialización obrera de A. C. Publicadas el año 1946.

Por la Jerarquía, pero vitalmente nació del dolor amorosamente sufrido, como nace toda criatura.

La madrugada del veinticuatro de Octubre de 1946 moría en la Clínica «Victoria Eugenia» de Madrid un tuberculoso, de nombre Fermín y de oficio carpintero. Era el presidente del primer Equipo de Dolor de la Hoac. Sus ultimas palabras fueron estas: » He pasado muy mala noche. ¡ Cómo nunca! A cada nuevo dolor yo le iba diciendo al Señor: Lo ofrezco por la Semana Nacional de los obreros de A. C. Y no puede imaginarse como junto a los dolores que no menguaban sentía una alegría y una confianza grandísima. Ya sé que no vale nada, pero mi vida la ofrecía al Señor por la Hoac.

Esto explica el éxito sorprendente de la primera Semana Nacional de la Hoac.,que según testimonio de Rovirosa el día de su clausura, tres de Noviembre de 1946: «Esta semana debía ser un fracaso…

El secreto del éxito sin igual lo sabemos muchos…» Y les contó con emoción, el caso de Fermín el carpintero.

Muchas veces, hacia notar Rovirosa la debilidad de los elementos humanos que llevaban el peso de la obra. En la comisión Nacional estaba D,Eugenio Merino, primer Conciliario Nacional ciego y presunto tuberculoso (El Obispo de León, Dr. Almarcha lo cedió a la Hoac, porque se pensaba que estaba tuberculoso); Guillermo Rovirosa extuberculoso y Miguel Saa, exleproso… No obstante» Dios ayudaba descaradamente a la Hoac» Según frase optimista de un conciliario y seguía adelante.

Desde las páginas del Boletín de Militantes, del cual fue director una pila de años, iba sembrando y cultivando la idea fecunda le los «Equipos de Dolor». Como pequeña muestra, he aquí dos citas entre muchas que podríamos confeccionar… » Si la Hoac tiene su secreto su mística, su «material divino» para construirse es el SACRIFICIO.

«Los sanos ofreciendo el sacrificio de la actividad. » Pero también necesitamos a los enfermos con la ACTIVIDAD DE SU DOLOR. Necesitamos convertir los Hospitales y Clínicas los enfermos de nuestros Sanatorios y de tantas y tantas buhardillas en Altares en los que continuamente se ofrezcan al Señor dolores y sufrimientos por la grande y auténtica Hoac! Enfermos que nos apadrinen¡ Así se hace la Hoac !Asi la haces Señor ¡ A pesar de todo… ( Boletín de Militantes, Octubre de 1949, nº 23).

Si queremos que los éxitos coronen nuestras empresas, no bastan nuestras actividades y nuestro dinamismo, hace falta pulsar este resorte secreto, esta bomba atómica de los que llevan la Cruz del dolor con Cristo crucificado, porque todo apostolado no será fecundo si no se riega con el dolor o el martirio»( Boletín de Militantes, Diciembre de 1950, nº 37).

Los Equipos de Dolor como un grupo de enfermos crónicos que aman la obra y ofrecen su dolor por el fruto de dicha obra, se ha ido extendiendo y arraigando. El Centro de Reus, siguiendo la pauta de Rovirosa, ha trabajado y sigue trabajando en este sentido.

Aprovechando «la inactividad de Rovirosa, le pedí que me escribiera una carta de cara a los enfermos hoacistas. Él accedió. Yo la enviaba en forma de carta circular, en Enero de 1958. Entre varios mensajes que nos envió a las noches Apostólicas de Reus, hay uno titulado» La unión hace la fuerza». Lo hizo en los últimos años y manifiesta su visión sobrenatural de los enfermos: Después de hablar de Dios se complace en manifestar su fuerza a través de los débiles, los enfermos y afirma que un enfermo crónico si está unido a Cristo y a los hermanos es revestido del máximo poder redentor, acaba diciendo: – » Este me parece un aspecto muy importante del mensaje cristiano que nuestro Señor nos encomienda: de llamar a los enfermos pobres que no pueden utilizar ninguna de las formas de las fuerzas de la tierra, pueden en cambio testimoniar la fuerza infinita del amor del cielo.

Como punto final quiero transmitir un trozo de su cuaderno «JUDAS» donde acordándose como el mismo dice, de su madre sufriente, viviendo la experiencia de la doble cruz que Dios le regalo en la ultima etapa de su vida, se expresa de la siguiente manera: «Antes de la resurrección de Jesús solamente haba una clase de cruces: las dolorosas… Pero la Resurrección gloriosa de Jesús (porque es Dios) lo trastornó todo, y en este todo podemos incluir, en primer lugar, la Cruz, que de dolorosa paso a ser Gloriosa. »

– «…La diferencia entre la Cruz dolorosa y la Cruz Gloriosa está en la disposición intima del que la lleva: Cuando rehúso la cruz, por el amor que me tengo a mi mismo justificándome en el derecho natural que me asiste a tratar de esquivar cualquier dolor que incomode mi agonía, la Cruz es amarga y con frecuencia insoportable. De aquí el gran éxito de los «calmantes» físicos y psicológicos. Pero cuando acepto la cruz (la que sea) por amor a Jesús crucificado, como don de Dios que me permite acercarme más y más al Amado, entonces la cruz todavía conserva su sabor amargo, pero sucede algo que se parece a lo que pasa con el cacao, que tomado sólo es intolerable, pero que con azúcar forma eso tan agradable que llamamos chocolate. El chocolate contiene todo el amargor del cacao, todo, pero no solamente es tolerable, sino, atractivo en sumo grado. Claro esta que esto no es mas que una semejanza puramente material, pero quizá pueda ser un incentivo para quien no haya saboreado nunca el chocolate exquisito que forma lo amargo de la cruz aceptada, junto con el dulzor que pone Jesús cuando viene y carga con ella.» (Judas, 162).

A Rovirosa se le puede acusar de poseer un fuerte espíritu sobrenatural y de ser un gran enamorado de Jesucristo, del Evangelio, pero es injusto lanzarle las bajas acusaciones, de las que ha sido objeto en su vida de gran converso. A semejanza de Jesucristo, ha sido, es y será signo de contradicción.

Autor: Mosén Asens