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Jóvenes en España, un 90 % del sueldo para la vivienda

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Apenas el 19% de los jóvenes menores de 30 años ha logrado emanciparse en España, entre otras cosas porque para poder alquilar en solitario tendrían que destinar más del 90% de su salario, que de media se sitúa en torno a los 900 euros mensuales

Son datos de un informe del Consejo de la Juventud correspondiente al segundo semestre de 2018, año que concluyó con la menor proporción de la última década de personas de 16 a 29 años independizadas. De hecho, en seis comunidades autónomas (Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, el País Vasco y Cantabria), este porcentaje no alcanzaba ni el 17%.

En lo que respecta al alquiler, el estudio determina que, cruzando el precio medio al alquiler en España (862 euros) y el salario medio de este colectivo (900 euros), una persona joven necesitaría el 90% de su sueldo para poder alquilar. Un porcentaje que, según el responsable del informe, Joffre López, se situaba en torno al 60% en el año 2013, el primero en que se recogieron datos en este sentido.

Así las cosas, aunque el alquiler sigue siendo la opción más habitual entre los jóvenes emancipados, ha perdido algo de terreno como fórmula mayoritaria: del 60,6 % en 2017 al 59,2% en 2018. Los jóvenes, sin embargo, tampoco tienen fácil dar el salto a la compra, ya que, el Consejo calcula que para ello necesitarían unos ingresos mínimos de 1.881 euros al mes, es decir, 22.582 al año, teniendo en cuenta las condiciones que en la actualidad piden los bancos para conceder una hipoteca, como que no se pueda destinar más del 30% de los ingresos a pagarla.

A esto hay que sumar la promoción cultural que se hace contra la familia como concepción solidaria (también en lo económico) de la vida en común. Llueve sobre mojado.

El estudio apunta a que el descenso en el número de jóvenes emancipados no obedece a un desplome repentino de la autonomía residencial de la población joven en el último trimestre de 2018, sino que se trata de la culminación de un proceso que arrancó en 2009 y que, de forma más o menos ininterrumpida, ha ido prolongándose hasta hoy.

Así, la proporción de jóvenes emancipados estuvo aumentado año tras año entre 2001 y 2008, pero a partir de ese momento ha ido disminuyendo hasta regresar a cotas semejantes a las de mediados de los noventa.

Actualmente, según el balance, no son solo menos los jóvenes que pueden vivir fuera de casa de los padres, sino que cuando lo consiguen tienen más probabilidades de encontrarse en situación de vulnerabilidad económica y social: se trata del colectivo de edad con los índices de riesgo de exclusión social más elevados, el 34,8% de media.

Asimismo, el informe indica que, aunque en el 2018 el mercado de trabajo juvenil experimentó una notable mejoría -ya que la tasa de empleo superó el umbral del 40%-, la temporalidad siguió siendo «extremadamente elevada», según el autor.

El 55,5 % de los asalariados tenía contratos temporales, cuando la media en el conjunto de la población era del 26,9 % y cuando en el mismo trimestre de 2010 era de casi diez puntos menos.

A esto hay que sumar la promoción cultural que se hace contra la familia como concepción solidaria (también en lo económico) de la vida en común. Llueve sobre mojado.

Fuente Agencias