El "delito " de Saro-Wiwa fue luchar su tierra, esquilmada por las multinacionales petroleras durante 30 años. Su voz era demasiado molesta tanto para la Shell como para el régimen militar. Insistía siempre a su pueblo que hiciesen valer sus derechos de manera pacífica Insistía siempre a su pueblo que hiciesen valer sus derechos de manera pacífica. Tuvo el valor de desafiar a la Shell con su voz y su pluma y ésta montó un sistema de vigilancia a sus actividades a escala mundial, llegando a ser cómplice de su muerte. Sentenciado a muerte y posteriormente ahorcado el 10 de noviembre de 1995 en Port Hacourt con sus compañeros Ogoni. Saro-Wiwa pretendía pronunciar como alegato final de su defensa este texto que no pudo leer:
«Vuecencia, todos nosotros seremos un día confrontados por el juicio de la Historia. Yo soy un hombre de paz y de ideas, yo me he preguntado por la indecente pobreza de mi pueblo, que vive sobre una tierra dotada de riquezas por la providencia, afectada por su marginación política y su estrangulamiento económico, un hombre sublevado por la devastación de su tierra, su último patrimonio, un hombre deseoso de preservar su derecho a la vida y a unas condiciones de vida decentes (…) he consagrado mi vida y mis recursos intelectuales a esta causa.
No albergo ninguna duda del éxito de la causa por la que decidí batirme, sean cuales fueren los procesamientos que nos sean entablados, a mí y a los que creen en nuestra causa y los obstáculos que podamos encontrar en nuestro camino. Ni nuestro encarcelamiento ni nuestra muerte podrán frenar nuestra victoria.
Repito que un día nos enfrentaremos todos al juicio de la Historia. Mis compañeros y yo no somos los únicos procesados. La Shell también es juzgada aquí hoy. La compañía, es cierto, ha logrado mantenerse al margen de este proceso, pero su día llegará (…) No tengo ninguna duda de que un día le serán pedidas cuentas sobre la guerra ecológica que ha librado en el delta y pagará por sus crímenes.
También se juzga aquí a la nación nigeriana entera, sus actuales dirigentes y cuantos les sostienen (…) No se trata sólo de los militares, una manada de políticos les apoyan: abogados, jueces, universitarios y hombres de negocios. Todos se escudan tras la afirmación de que ellos se limitan a cumplir con su deber. Son hombres y mujeres que no tienen siquiera el coraje de responder de sus actos. Sí, aquí se nos juzga a todos, señoría: porque por nuestros actos hemos traicionado a nuestro país y hemos comprometido el futuro de nuestros hijos(…). Dependerá de las decisiones que tomen los opresores el que se desarrolle o no por los métodos pacíficos que yo siempre he defendido.
Profundamente convencido de mi inocencia frente a los falsos cargos de los que se me acusa, hago un llamamiento al pueblo ogoni, a los pueblos del delta del Níger y a las minorías oprimidas de Nigeria a que se levanten y luchen pacíficamente por sus derechos, Dios y la historia están de su lado».