La autoayuda o cómo ser más esclavo del Sistema

2393

He leído una entrevista a Marian Donner, autora del libro ‘Manifiesto en contra de la autoayuda. En defensa de la autodestrucción’, sobre lo venenosa que puede ser la industria de la autoayuda. Señalo algunos puntos interesantes:

El mensaje de la industria de la autoayuda es que el éxito y la felicidad son una elección personal. Una idea perversa que ignora la dimensión social del ser humano y que valida las injusticias del Imperio diciéndole a la víctima: “sé positivo, esfuérzate más”.

Donner formó en su día parte del equipo de prensa de un partido político de su país, Holanda, que se decía de izquierdas. Destaca que lo importante del partido era proyectar públicamente una buena imagen del candidato, pero que en ningún momento se buscaba mejorar las condiciones de la clase obrera o acabar con la pobreza, ni se cuestionaba al mercado o al sistema mismo. Esto, lógicamente, le resultó decepcionante.

Donner también trabajó durante 12 años de recepcionista en una agencia de acompañantes y es ahí donde descubrió que, para los clientes, gente adinerada, el sexo no era lo esencial. Lo esencial era sentirse escuchados.

En la entrevista denuncia que se ha deshumanizado a las personas, que se nos pide que seamos robots y que trabajemos sin descanso porque lo único importante es la productividad. Además, se nos pide que tengamos cuerpos perfectos. Esto conlleva que nadie sea feliz.

Según Donner, la industria de la autoayuda es un negocio que crece más cuanta más gente haya infeliz. Y la solución que propone siempre es individualista lo que, a su vez, genera sentimiento de culpa en las personas, porque les hace pensar que no están haciendo todo lo posible por crecer personal y profesionalmente. Por ello es un círculo que nunca termina.

“La autoayuda personaliza lo político y únicamente te enseña a adaptarte mejor en esta sociedad, a aceptar sus males y ser capaz de soportar lo insoportable”, afirma Donner: “Con este libro, sobre todo, quería poner el foco en esa sociedad neoliberal que te culpa de no ser lo suficientemente productivo y te dice que tú tienes la culpa de todos tus males”

Sobre el teletrabajo, potenciado por la pandemia, afirma que el empleo se apoderó de la vida privada de las personas y obligó a estar callados a los hijos en casa, porque su padre o su madre estaban frente al ordenador. Y advierte que esta tendencia ha llegado para quedarse.

Como salida a un sistema cada vez más opresor propone que, frente al individualismo (propio de la autoayuda), “lo único que nos queda es unirnos. No hay que poner sobre la mesa sólo los problemas que tienes tú, sino los de todos. Sólo así, conjuntamente, hallaremos alternativas para solucionar lo que realmente importa”.

Nos recuerda que los casos de la gente que alcanza el éxito, que son los que acaparan los medios de comunicación, quienes triunfan, son muy pocos. Y que, además, éstos siempre presumen de haber trabajado duro y sin descanso, pero que omiten la suerte que tuvieron por estar en el lugar adecuado o conocer a las personas adecuadas, como si el resto no trabajásemos duro. Para completar esta imagen falaz de que el que triunfa es porque se esfuerza más que los demás, hay unas redes sociales en las que siempre hay alguna persona más guapa y exitosa que tú, con la que terminas comparándote.

Sobre las redes sociales añade que el único objetivo por el que éstas fueron creadas es el beneficio económico: “Instagram y Facebook quieren hacernos adictos, distraídos e infelices. Pero también es posible imaginar una plataforma social en la que el beneficio no sea lo primordial, como Wikipedia…” Lo que le lleva a afirmar: “Hay que imaginar otra sociedad, otro mundo, en el que no todo gire en torno al crecimiento, la eficiencia y el beneficio. […] En definitiva, tenemos que soñar para el mundo, no para nosotros mismos”.

Donner no se muestra optimista de cara al futuro, pero concluye con un mensaje: “Sin esperanza no se puede hacer nada. Por muy complicado que sea cambiar el sistema, tendremos que hacerlo porque hasta la misma naturaleza nos lo está advirtiendo. No tenemos más alternativa.”

Pedro Alberto Zamora