La balcanización del este del Congo. Sigue la guerra por los minerales

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La Conferencia Episcopal Nacional Congoleña (CENCO) ha expresado recientemente su cercanía a la población de la diócesis de Bunia, en Ituri, que ha sido víctima de una serie de recientes atentados, en medio de una estrategia de desestabilización mediante la violencia indiscriminada.

Una nueva rebelión estaría madurando en la llanura de Ruzizi, en la provincia de Kivu del Sur, al este de la República Democrática del Congo. Así lo informa en una nota enviada a la Agencia Fides la ONG local ACMEJ, que denuncia cómo el trabajo de los activistas locales por la defensa de los derechos humanos y sociales peligra debido a los grupos armados nacionales y extranjeros.

“El acceso a las aldeas de las llanuras de Ruzizi/Uvira, Fizi y Mwenga requiere una planificación cuidadosa para evitar emboscadas”, señala la nota. “En todos estos pueblos se habla del nacimiento de una nueva rebelión destinada a poner en práctica el proyecto de balcanización del este de la RDC; algunos miembros de las comunidades estarían de acuerdo con esta iniciativa malsana”, denuncia la ACMEJ. El clima que se ha creado en la zona “dificulta la recogida de datos por parte de los defensores de los derechos humanos: no sabemos a quién dirigirnos ni pedir información”.

Para entender estos últimos acontecimientos, hay que recordar que, desde hace más de dos décadas, la llanura de Ruzizi ha sido escenario de conflictos y violencia. En su día, la dinámica de los conflictos estaba vinculada principalmente a la contestación del poder consuetudinario, que a menudo se presentaba en forma de conflicto intercomunal. Los grupos armados se movilizaron entonces para garantizar la protección de sus comunidades, aunque a menudo bajo el impulso de empresarios políticos y militares que perseguían objetivos personales. En la actualidad, la violencia está vinculada principalmente a las estrategias de generación de ingresos de los grupos armados, que incluyen el robo a mano armada, el hurto, el asesinato, el secuestro para pedir rescate y el saqueo de ganado.

En todo esto, dice la ACMEJ, “los grupos armados nacionales y extranjeros y el ejército regular de Burundi se han confabulado con su milicia Imbonerakure”.

Las tres provincias orientales de la RDC (Kivu del Norte y del Sur e Ituri) viven desde hace décadas en la inseguridad. La Conferencia Episcopal Nacional Congoleña (CENCO) ha expresado recientemente su cercanía a la población de la diócesis de Bunia, en Ituri, que ha sido víctima de una serie de recientes atentados. En un comunicado emitido el 9 de febrero, los obispos condenaron la violencia y expresaron “compasión y cercanía fraternal y espiritual, asegurando al pueblo nuestras oraciones ante esta dramática situación”.

 

Milicias burundesas

Los miembros de la milicia burundesa Imbonerakure han acampado en la costa del río Ruzizi, donde han establecido al menos tres campamentos en las localidades de Mwaba, Ngendo y Ndunga, en los que se ha izado la bandera de Burundi. Así lo afirma en una nota enviada a la Agencia Fides la ONG local Dynamique des Intellectuelles d’Uvira (DYTU), en Kivu del Sur, al este de la República Democrática del Congo (RDC).
“Desde su llegada a la llanura de Ruzizi, a orillas del río del mismo nombre, ya hemos registrado varios casos de violaciones de los derechos humanos y de intimidación de activistas de la sociedad civil local”, afirma la ONG, según la cual los milicianos burundeses han realizado varias detenciones arbitrarias.

En particular, DYTU afirma que “algunos activistas de la sociedad civil han sido víctimas de violaciones, arrestos y detenciones arbitrarias. Otros han sido amenazados con la suspensión de sus actividades de derechos humanos o se han visto obligados a huir”. Además, los milicianos burundeses han instalado varios puestos de control para extorsionar a los transeúntes.

Desde diciembre de 2021, los Imbonerakure («los que ven desde lejos» en kirundi), una milicia cercana al gobierno de Burundi, han cruzado la frontera de la República Democrática del Congo a través de la llanura de Ruzizi, en el territorio de Uvira, para instalarse en las tierras altas, donde se enfrentan con los rebeldes burundeses de Tabala Roja y sus aliados. Como consecuencia de estos enfrentamientos, varios pueblos de Masango y Kitoga han sufrido incendios, obligando a sus habitantes a huir.

Fuente: Agencia Fides