En un enérgico comunicado, los obispos de Guatemala señalaron que la campaña para legalizar el aborto en el mundo lanzada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es 'una guerra de los poderosos contra los más débiles'.
GUATEMALA, 23 Ago. 07 / 08:18 am (ACI)
El documento de cuatro páginas recuerda que en 2003 la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un documento que lleva por título: «Aborto sin Riesgos, Guía técnica y de políticas para Sistemas de Salud», cuya finalidad, según los prelados, es «promover, en los estados miembros, el entrenamiento y equipamiento de los servicios de salud para asegurar que los abortos sean seguros y accesibles».
Luego de exponer los presupuestos pro abortistas del documento, los obispos de Guatemala señalan que éstos «sirven de base para indicar que el proveer servicios adecuados para un aborto temprano salva la vida de las mujeres y evita los costos, usualmente sustanciales, del tratamiento de complicaciones prevenibles del aborto inseguro».
«También constituye una propuesta del documento el que se realicen abortos en hospitales escuela, lo cual es considerado particularmente importante para asegurar que un conjunto relevante de profesionales sea competente en la prestación de servicios de aborto durante las rotaciones de entrenamiento clínico», añade el comunicado episcopal.
Según el Episcopado, el documento de la OMS alienta a «que se creen políticas que faciliten el acceso a servicios de aborto sin riesgos en todos los casos en los cuales lo permita la ley así como la creación y facilitación de ambientes políticos que permitan la aprobación del aborto seguro y la eliminación de barreras administrativas y regulatorias existentes».
El comunicado del Episcopado guatemalteco responde a esta propuesta recordando que «todo hombre, abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón, el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término».
Los obispos señalan que en el caso de la campaña abortista lanzada por la OMS «se puede hablar de una guerra de los poderosos contra los débiles», porque «la vida que exigiría más acogida, amor y cuidado es tenida por inútil, o considerada como un peso insoportable y, por tanto, despreciada de muchos modos. Se desencadena así una especie de conjura contra la vida».
Los obispos denuncian que «se acusa a la Iglesia Católica de favorecer de hecho el aborto al continuar obstinadamente enseñando la ilicitud moral de la anticoncepción»; pero señalan que «los contravalores inherentes a la mentalidad anticonceptiva, bien diversa del ejercicio responsable de la paternidad y maternidad, respetando el significado pleno del acto conyugal, son tales que hacen precisamente más fuerte esta tentación, ante la eventual concepción de una vida no deseada».
Los obispos reafirman que «entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, el aborto procurado tiene características que lo vuelve un delito particularmente grave»; por eso, «la aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida».