Una encuesta realizada hace unos años concluía que el 98 % de los estudiantes pensaba que Galileo había muerto quemado por la Iglesia católica, pero la realidad es que Galileo murió viejo en su casa, pidiendo la extremaunción y agradeciendo su amistad con el Papa.
El actual Papa Benedicto XVI ha sido censurado en la universidad romana de la Sapienza, por haber dicho que el juicio a Galileo fue «razonable y justo» y que «la Iglesia permaneció mucho más fiel a la razón que el mismo Galileo».
Estas declaraciones hechas en 1990 han sido utilizadas por algunos estudiantes y profesores para atacar a la Iglesia por «ir contra la ciencia» y hacer presión para que se suspendiera una conferencia que el Papa iba a dar en la universidad.
No sé si estos profesores y estudiantes de la prestigiosa Universidad de la Sapienza (por cierto, fundada por un papa) conocen que Galileo no tenía razón. A pesar de haber tenido la intuición de un genio al declarar que la Tierra gira en torno al Sol, no pudo demostrarlo. De hecho, la prueba que Galileo mostró ante el comité de la Iglesia fue la existencia de las mareas. Cosa que hoy sabemos que son debidas a la atracción de la Luna y no al movimiento de nuestro planeta. Hasta Stephen Hawkings, que pidió revisar la sentencia a Galileo antes de dar una conferencia ante Juan Pablo II, reconoció su validez.
Una encuesta realizada hace unos años concluía que el 98 % de los estudiantes pensaba que Galileo había muerto quemado por la Iglesia católica, pero la realidad es que Galileo murió viejo en su casa, pidiendo la extremaunción y agradeciendo su amistad con el Papa.
La Iglesia actuó, en el momento de la polémica, como el mejor de los editores científicos a la hora evaluar un trabajo de investigación. si no hay demostración, no se acepta. ¿hay algo mas científico que esto?
Y la condena no fue la hoguera, como mucha gente piensa, si no la simple prohibición de divulgar sus ideas.
¿A qué viene entonces los ataques desde los estudiantes y profesores de la Sapienza? Estos hechos solo se pueden explicar desde una aplastante manipulación que se vive en Europa contra la Iglesia católica, que pretende mostrarla como reaccionaria y contra el progreso. Pero el poso dejado por la Iglesia a lo largo de veinte siglos en nuestra cultura tiene, sin duda, muchísimas más luces que sombras. Es como el árbol que no deja ver al bosque.