Cuando San Pablo escribió en la carta a los Romanos 8,22 que «la creación entera gime en dolores de parto» tenía a vista las cosmológicas de la redención. Para san Pablo, el misterio de la encamación afecta directa y cualitativamente a toda la creación, por lo que el misterio de la redención también supondrá la renovación radical de todo el universo en lo que el autor del Apocalipsis denominó «un nuevo cielo y una nueva tierra». En los textos inspirados del cristianismo hay una perspectiva positiva, redentora, para el cosmos entero como nueva creación.
Adentrados en el siglo XXI, estamos desafiados a creer contra toda desesperanza. En estos momentos históricos nos percibimos como la generación que está en una de las mayores encrucijadas jamás vividas por la humanidad. El poder que el ser humano ha adquirido sobre la creación, en concreto sobre el planeta tierra, le otorga un poder destructivo sin precedentes, así como la posibilidad de preservarlo. Sin embargo, no podemos mantener una esperanza con ingenuidades, por ello el sentido crítico es esencial para comprometer la esperanza con acciones concretas. No podemos ser optimistas ingenuos en los tiempos de capitalismo salvaje que rondan nuestro planeta. Ese capitalismo transforma todo y todos en mercancías. El planeta es, para el capital, un gran mercado a ser explotado en todas sus vertientes. Esta lógica especulativa puede ser percibida en dos ejemplos concretos de explotación de materias primas y energías contaminantes que están en alza: la llamada fracturación hidráulica (fraking) del esquisto para extraer petróleo y gas, y la explotación de las reservas de gas en el pleno polo norte.
Es público y notorio el cambio, entre otros cambios, de política energética del gobierno Trump en EEUU. En marzo de 2017 anunció su propósito de priorizar la explotación de las llamadas energías sucias, concediendo un aumento generalizado de permisos para abrir nuevos pozos y campos petrolíferos en EEUU, el aumento del carbón para producción de energía, retomar la construcción de centrales nucleares y dar un impulso estratégico a la producción de petróleo a través de la fractura (fracking) hidráulica del esquisto.
La técnica de la «fracturación hidráulica» consiste en horadar las rocas a grandes profundidades donde se encuentran almacenados depósitos naturales de gas o de petróleo presos entre rocas. El procedimiento consiste en la inyección a gran presión de una mezcla de agua con varios productos químicos y arena con objetivo de aumentar las fracturas de las rocas y permitir la salida de los gases y petróleo allí presos. El método utiliza los pozos verticales, pero principalmente explora y agranda las grietas horizontales de las rocas, principalmente de esquisto.
Esta técnica permite un lucro más rápido y fácil que los clásicos pozos de petróleo.
Esta técnica permite un lucro más rápido y fácil que los clásicos pozos de petróleo. El método tiene graves impactos ambientales porque, entre otros aspectos, contamina los acuíferos subterráneos con los productos químicos inyectados, derrocha ingentes cantidades de agua y en las regiones donde este método fue utilizado se han detectado un aumento de movimientos sísmicos. Por todo ello, la fracturación hidráulica está prohibida en la mayoría de los países, o al menos está en cuarentena.
El gobierno Trump de EEUU ha decidido liberar de forma total e indiscriminada la utilización de la fracturación hidráulica. Ello está teniendo un primer impacto brutal sobre el comercio de petróleo mundial. EEUU, que era tradicionalmente uno de los mayores importadores de petróleo del mundo, está llegando a su plena autosuficiencia e incluso está previendo ser un país exportador de petróleo. Todo ello debido, principalmente, al petróleo extraído a través de la fracturación hidráulica de grandes extensiones en todo EEUU. El número de sondas de fracturación hidráulica aumentó 91 % en los primeros meses de 2017. La multinacional Exxon, gran soporte de la política de Trump, lidera con casi una tercera parte de los presupuestos de las explotaciones, junto con otras grandes del sector como Mobil. En abril de 2017 la producción pasó de 9 millones de barriles por día, por primera vez.
En otro punto del planeta, al comienzo de diciembre de 2017, saltó la noticia al mundo: Rusia inicia la explotación de gas al norte del círculo polar ártico. Putin, en esa fecha, inauguró la planta construida por Novatek en la península de Yamal, en el mar de Kara, a más de 2.500 kilómetros al norte de Moscú. Un mar siempre congelado y donde nunca amanece durante todos los meses de invierno. Estamos en pleno círculo polar ártico. El presidente Vladimir Putin viajó a inicios de diciembre, 2017, al puerto de Saretta, en la península de Yamal, para asistir al llenado oficial del primer tanque de gas licuado, metano, de la nueva planta de la compañía Novatek.
Este hecho se junta a otro particularmente preocupante. El cambio climático del planeta está acelerando el deshielo del círculo polar ártico y sus mares de hielo ya no son más impenetrables para los buques de navegación. Rusia ha creado una flota de rompehielos nucleares capaces de abrir rutas marítimas en medio de los fragilizados mares helados del ártico. Estos rompehielos nucleares abrirán los mares helados del ártico para los barcos cargados de metano. Con ello pretende crear una ruta directa por el polo norte para comercializar y entregar gas a todos los puntos del planeta durante todo el año. El primer buque fue dirección a China, pero el próximo año parte del gas también abastecerá a España con un contrato de Fenosa, que posteriormente representará el 10% del gas consumido en España. La compañía Yamal-SPG tiene por accionistas a Novatek (50,1%), la china CNPC (20%), la francesa TOTAL (20%) y el fondo estatal chino Silk Road Fund (9,9%). Entre los muchos impactos que esta explotación de gas está ocasionando se puede mencionar, de forma simbólica, que el pueblo que en 2002 tenía 19 vecinos, hoy contiene más de 22.000 trabajadores de la planta. Yamal-SPG tiene previsto construir tres líneas de producción. Además de la primera línea que fue inaugurada en diciembre de 2017, está prevista la inauguración de la segunda en 2018 y la tercera en 2019. Su producción total alcanzará 16.5 millones de toneladas.
Cuando vemos impávidos al planeta Tierra siendo horadado en sus entrañas y concomitantemente rasgado en su superficie como si fuese un mero objeto de explotación comercial, volvemos a recordar que la Tierra es un ecosistema vivo muy fragilizado al que estamos tensionando al límite. Más allá del límite del equilibrio de la vida en el planeta, sólo existe el abismo y la barbarie. Por todo ello, volvemos al tema inicial de esta reflexión: la tierra entera gime en dolores de muerte, provocados por la inercia de un sistema productivo, el capitalismo, que sólo se mantiene con la depredación de la Vida. Es un sistema idolátrico como jamás antes en la historia de la humanidad se vivió. Exige el sacrificio de la vida para mantener el ídolo, es decir, el lucro del capital, Moloc.
Castor Bartolomé A.
Mundo Rural