La cultura

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Es necesario recordar esto contra nuestra civilización libresca. La cultura no consiste, en ninguna esfera, en atiborrarse de saber, sino en una transformación profunda del sujeto.

La cultura no es un sector, sino una función global de la vida personal. Para un ser que se hace, y que se hace por despliegue, todo es cultura: el arreglo de una fábrica o la formación de un cuerpo, así como saber sostener una conversación o el aprovechamiento de la tierra. Es decir que no hay una cultura respecto de la cual toda otra actividad sería inculta (“un hombre culto”), sino tantas culturas diversas como actividades hay. Es necesario recordar esto contra nuestra civilización libresca.

Siendo la vida personal libertad y superación, y no acumulación y repetición, la cultura no consiste, en ninguna esfera, en atiborrarse de saber, sino en una transformación profunda del sujeto, que lo dispone para mayores posibilidades para un acrecentamiento de los llamados interiores. Como se ha dicho, la cultura es lo que queda cuando ya no se sabe nada: es el hombre mismo.

De esto se sigue que, como todo lo que pertenece a la persona, la cultura se despierta, no se fabrica ni se impone (…)

Toda cultura es trascendente y superación. En cuanto se detiene, la cultura se vuelve incultura: academicismo, pedantería, lugar común. En cuanto no apunta a lo universal, se deseca en especialidad. En cuanto confunde universalidad y totalidad fijada, se endurece en sistema (…)

La división en manos blancas, manos callosas, y los prejuicios ligados a la primacía del “espíritu”, hacen confundir la cultura con los conocimientos librescos y las técnicas intelectuales.

El Personalismo. Ediciones Voz de los Sin Voz