Reflexión previa a las elecciones en EEUU sobre la dignidad del trabajo, a la luz de la Laborem Exercem.
Nuestro vicario general, Mary Jo Tully, está involucrado en la preparación de los jóvenes para recibir el sacramento de la Confirmación, que no sólo espera que los jóvenes se familiaricen con los diez mandamientos de la iglesia y las ocho bienaventuranzas de Jesús, también insiste en que se familiaricen con los siete temas de la enseñanza social católica. Estos temas nos hablan de la importancia de construir una sociedad justa y de vivir una vida santa en medio de todos los desafíos del mundo de hoy.
En la actual campaña política se habla mucho acerca de la economía, pero casi nada sobre el imperativo moral para superar la pobreza generalizada en un país como el nuestro, que está dotado con unos recursos increíbles económicos y de poder. |
Uno de esos siete temas es «la dignidad del trabajo y los derechos de los trabajadores.» Nosotros, los obispos estadounidenses hemos expresado ese tema con estas palabras: «La economía debe servir al pueblo y no al revés. El trabajo es más que una manera de ganarse la vida, sino que es una forma de continuar participando en la creación de Dios. Si la dignidad de los trabajadores ha de ser protegida, los derechos básicos de los trabajadores deben ser respetados – el derecho a un trabajo remunerado, a salarios decentes y justos, a la organización sindical, a la propiedad privada y a la iniciativa económica «.
En su encíclica Laborem Exercens, el Papa Juan Pablo II afirmó que el trabajo es una obligación, un deber por parte de todos y cada uno de nosotros. Tenemos que trabajar por respeto a los demás, especialmente a las familias. Pero también tenemos que trabajar para mantener a la sociedad en que vivimos, el país en el que somos ciudadanos, la familia humana de la que todos somos miembros. El Santo Padre llegó a afirmar que el trabajo es una buena cosa porque a través de nuestro trabajo no sólo se transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino también se logran su realización personal los seres humanos y por lo tanto cada uno de nosotros se convierte en «un ser humano más ser «.
En su primera encíclica, el Papa Benedicto XVI nos recuerda que, en muchos casos, los resultados de la pobreza de una violación de la dignidad del trabajo humano. Esto ocurre cuando las oportunidades de trabajo son limitadas, debido al desempleo o subempleo, o «bien porque se devalúan los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia».
En el documento de este año, los obispos reconocen que muchas personas siguen luchando con la rota economía y su triste impacto en la vida de la familia.
La verdad del asunto es que la economía actual no está produciendo suficientes empleos con uno mínimos de decencia. Muchos de nuestros conciudadanos sufren el desempleo y el subempleo o viven en la pobreza con sus necesidades básicas insatisfechas va. Este es un gran fracaso para una nación orgullosa y fuerte como la nuestra. Nosotros, la gente de fe hemos de defender a los que más sufren. Les ofrecemos nuestra solidaridad y pedimos a nuestros legisladores ya todos los ciudadanos a hacer lo que podamos para ayudarles a satisfacer sus necesidades básicas.
En la actualidad más de doce millones de trabajadores que buscan trabajo simplemente no pueden encontrar un trabajo. Luego están los diez millones de familias que son los «trabajadores pobres». Estas personas trabajan duro, pero no son compensados adecuadamente para satisfacer sus propias necesidades básicas. Más de 46 millones de personas en nuestra gran nación vive en la pobreza, 16 millones de los cuales son niños. En la actual campaña política se habla mucho acerca de la economía, pero casi nada sobre el imperativo moral para superar la pobreza generalizada en un país como el nuestro, que está dotado con unos recursos increíbles económicos y de poder. Además, muchos cabezas de familia se ven obligados a trabajar en un empleo segunda y tercera, poniendo mayor presión sobre el bienestar de sus familias. En la actualidad existe un gran peligro de que los trabajadores sean explotados o maltratados de distintas maneras. Los inmigrantes y sus familias son especialmente vulnerables, poniendo de relieve una vez más la necesidad de una reforma migratoria integral….
Cuando hay tanto en juego durante un momento como este, todos necesitamos dar un paso atrás y pensar en las dimensiones morales y humanas de la pobreza y el trabajo demasiado no es suficiente. Instamos a los candidatos a cargos y sus campañas para hacer frente al imperativo moral que es nuestro para resistir y superar la pobreza. En el documento de los obispos sobre la Ciudadanía Fiel, afirmamos: «Las decisiones económicas y las instituciones deben ser evaluadas en función de si protegen o socavan la dignidad de la persona humana.» En la actualidad los obispos están desarrollando una reflexión pastoral sobre el trabajo, la pobreza y la rota economía. Gane quien gane en noviembre, esta será una importante agenda en todos los niveles de gobierno.
El día del Trabajo está a la vuelta de la esquina y todavía hay un número incalculable de personas trabajando en las familias con necesidades urgentes y apremiantes. A los católicos en este país se les pide que se unan en oración especial con todos los trabajadores, pero sobre todo aquellos que están viviendo en la actualidad sin trabajo y que luchan por vivir con dignidad. Sería un error para los ciudadanos católicos el permanecer al margen con los dedos cruzados, y esperar que alguien vaya a llegar y empuje a nuestro gobierno a crear una economía verdaderamente justa que persiga la dignidad del trabajo y los derechos de todos los trabajadores.
* Extracto
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Sección: Teología
Con fichas de trabajo