La evangelización si es auténtica es siempre nueva

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La evangelización ha ido unida siempre a la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana. Salvados de la tristeza. Redescubramos la belleza y la alegría de ser cristianos.

Liberación integral

Iluminados por Cristo, el sufrimiento, la injusticia y la cruz nos interpelan a vivir como Iglesia samaritana, recordando que “la evangelización ha ido unida siempre a la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana”; es promoción humana integral.

Urge crear estructuras que consoliden un orden social, económico y político en el que no haya inequidad y donde haya posibilidades para todos. Igualmente, se requieren nuevas estructuras que promuevan una auténtica convivencia humana.

La misericordia siempre será necesaria, pero no debe contribuir a crear círculos viciosos que sean funcionales a un sistema económico inicuo. Se requiere que las obras de misericordia estén acompañas por la búsqueda de una verdadera justicia social.

Los pobres han de ser sujetos de su propio desarrollo.

No hay nuevas estructuras si no hay hombres nuevos y mujeres nuevas que movilicen y hagan converger en los pueblos ideales y poderosas energías morales y religiosas.

Jesús defiende los derechos de los débiles y la vida digna de todo ser humano. De su Maestro, el discípulo ha aprendido a luchar contra toda forma de desprecio de la vida y de explotación de la persona humana(…) Por ello, sana a los enfermos, expulsa los demonios y compromete a los discípulos en la promoción de la dignidad humana y de relaciones sociales fundadas en la justicia…

Jesucristo es la respuesta total, sobreabundante y satisfactoria a las preguntas humanas sobre la verdad, el sentido de la vida y de la realidad, la felicidad, la justicia y la belleza.

San Juan Crisóstomo exhortaba: “¿Quieren en verdad honrar el cuerpo de Cristo? No consientan que esté desnudo. No lo honren en el templo con manteles de seda mientras afuera lo dejan pasar frío y desnudez”.

Los cristianos, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: “Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo”.

Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, de la avaricia, del vacío interior, del aislamiento, de la autoreferencialidad.

El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada…

El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia auténtica de verdad y de belleza busca por sí misma su expansión, y cualquier persona que viva una profunda liberación adquiere mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás…

El Papa nos dice: sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación.

Hizo una llamada de atención a que el Papa eligiera en sus primeras salidas de Roma, estar con los inmigrantes en Lampedusa y con los parados en Cerdeña, donde envió sendos mensajes de solidaridad con los últimos de la tierra y con los aplastados; remarcando así la necesidad de que la Iglesia esté presente en las realidades fruto de la injusticia.

La Iglesia en salida

La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor; y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos.(…) La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo.

Dimensión social de la evangelización

Desde la dulce y confortadora alegría de evangelizar, la Buena Nueva de Jesucristo tiene un destino universal. Su mandato de caridad abraza todas las dimensiones de la existencia, todas las personas, todos los ambientes de la convivencia y todos los pueblos. Nada de lo humano le puede resultar extraño»; evangelizar genera historia.

Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres.

La Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas.

El pedido de Jesús a sus discípulos: «¡Dadles vosotros de comer!»; implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos.

Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Dios les otorga «su primera misericordia». Esta preferencia divina tiene consecuencias en la vida de fe de todos los cristianos, llamados a tener «los mismos sentimientos de Jesucristo.

Quiero una Iglesia pobre para los pobres –dice Frnacisco- ellos tienen mucho que enseñarnos. Además de participar del sensus fidei, en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos.

* Monseñor Jorge Lozano es obispo de Gualeguaychú en Argentina. En su estancia en España, en los cursos y charlas organizadas por el Movimiento Cultural Cristiano, nos expone a grandes pinceladas las líneas de los últimos documentos eclesiales, de importancia primordial para la Nueva Evangelización, sobre todo el Documento de Aparecida y la última exhortación del Papa Francisco, La Alegría del Evangelio. Extractamos aquí el contenido de sus aportaciones.