En Zaratán, pueblo del Alfoz de Valladolid, se abrió un centro de una conocida marca comercial, el martes 15 de diciembre y la fiebre del consumismo se desató. Había ocho mil personas esperando. Ocho mil. Y sin exagerar. Un atasco en toda regla a las doce y media de la noche. Y a dos grados bajo cero
Esta fiebre, nunca vista hasta ahora en Valladolid ni en las rebajas de enero explica a qué grado de moralidad hemos llegado en esta sociedad donde queremos llenar el vacío de sentido de la vida con el materialismo del tener.
Más que nunca es necesario oponer a esta inmensa sed de consumismo, provocado por multinacionales y trasnacionales, unasformas de vida que muestren los ideales de justicia y de solidaridad con los últimos. En todo Castilla y León hay personas todos los días durmiendo al aire libre con temperaturas bajo cero, muchos parados, muchos jóvenes en precario y con contratos basura. Digamos no al consumismo que mata el corazón de la persona que se ha hecho para amar y no para consumir