La infantilización y mercantilización de la información

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La verdad mediática dice que cuando todos los medios de información dicen que algo es verdad, eso se impone aunque sea falso. La comunicación obedece más a las leyes del mercado que de la información
Para entender la situación hoy hay que comprender una serie de elementos. En los últimos 10 años, el fenómeno más importante que se produce en el mundo es la globalización económica. Esta globalización económica se caracteriza por la interdependencia cada vez mayor de las economías de los países con respecto a la economía de los demás.

Asistimos a escala planetaria a una apertura de las economías y a una relación cada vez más estrecha entre las economías de los países. Este fenómeno de mundialización económica es una mundialización que se caracteriza más como una mundialización financiera más que económica. Sobre el 100% de los intercambios que se realizan en el mundo, 99% son financieros. La globalización es esencialmente financiera. Lo que más circula son órdenes de compra y venta de valores y la producción de objetos y servicios concretos representa sólo el 1% de los intercambios. Este fenómeno, que sucede mediante la supresión de barreras y aranceles en la mayoría de los países que adhieren a esa mundialización en nombre de lo que se llama el neoliberalismo económico, ha permitido que exista una libertad total de la circulación de los focos. Estos focos económicos, si circulan totalmente, pueden hacerlo porque circulan por unas vías que se llaman las autopistas de la comunicación. Si no existiera la puesta a punto de la infraestructura de las autopistas de la comunicación, la globalización de la economía no podría darse como se da. Desde cualquier parte del mundo puede enviarse una orden que se transforma en una venta o una compra, en una inversión a través de las bolsas integradas del mundo.

Infantilización y mercantilización de la información

Hasta ahora teníamos tres esferas autónomas: la de la información, la de la comunicación publicitaria y la de la cultura de masas. La cultura de masas es la cultura que se somete al mercado. La cultura que selecciona el mercado es la cultura de masas. Hasta ahora teníamos estas tres esferas independientes. Ahora observamos que se están fusionando. Una esfera absorbe a las demás. La esfera de la comunicación publicitaria es la que absorbe a las demás. Hoy día los principios de la comunicación publicitaria se imponen tanto en la información como en la cultura de masas. Es decir que se comunica de la misma manera cuando se informa, se publicita o se hace cultura de masas. Cómo se comunica? Privilegiando tres cualidades: la rapidez (ya sea publicidad, información o texto la información debe ser rápida y corta, con títulos directos como títulos publicitarios); la sencillez (máximo de comprensión); y hay que ser divertido. El aburrimiento es el adversario de estas tres esferas de comunicación. De hecho, cuando estas tres cualidades se repiten conducen inevitablemente a una concepción muy infantil del pensamiento. Hay un proceso de infantilización de los mensajes.

La comunicación se caracteriza por ser veloz, abundante y por ser una mercancía. Por consiguiente, obedece más a las leyes del mercado que de la información. Se ve sometida a una regulación de tipo mercantil y no informativa. De ahí que en la mayoría de los nuevos grupos de comunicación como por ejemplo Murdoch, quienes los dirigen no son periodistas. Son empresarios cuya principal preocupación es el provecho.

El poder de la información

El sistema mediático puede muchas veces imponer una verdad mediática. La verdad mediática dice que cuando todos los medios de información dicen que algo es verdad, eso se impone aunque sea falso. Esto significa que, cuando la prensa dice que algo es verdad, por ejemplo que los serbios son malos, eso es verdad. Esto se basa en una premisa que dice que repetir es demostrar. Pero repetir no es demostrar.

Hasta ahora estábamos convencidos de que cuanta más información hay, hay más libertad. Esa ecuación se ha modificado. Hoy la información es sobreabundante pero no estamos convencidos de que haya más libertad que en períodos en que la información no era tan abundante. Además, creíamos que los medios eran el cuarto poder porque protegían al ciudadano contra el abuso de otro poder, pero hoy los medios en la globalización constituyen uno de los poderes.

A cualquier persona que es preparada para ser gerente de un conglomerado se le dice que la información es poder. La relación entre la información y el poder es un tema central. Informar puede ser dominar.
Respecto al fenómeno de la globalización, coincido con Margarita en que no es un proceso nuevo. Lo que ha cambiado es que los cambios tecnológicos han aumentado la velocidad del fenómeno. Lo que al cristianismo le llevó cinco siglos, ahora le hubiera llevado unos pocos días. El cambio tecnológico imprime velocidad. Un caso interesante en el 91, es el caso Somalía y la intervención norteamericana en ese país. Cuando Bush, para ganar la elección, planea un éxito militar, piensa en Somalía. Cuatro meses antes de la elección, la CNN empieza a transmitir a la hora del desayuno las imágenes de niños raquíticos en Somalía muriéndose de hambre y realiza una encuesta entre sus televidentes para ver si apoyaban la intervención en Somalía. A mediodía se comunicaba que el 82% apoyaba la intervención. Cuando Clinton asume, se encontró con este tema. En el noticiero se empezaron a emitir imágenes de cadáveres de marines. Hubo encuestas y el resultado: el 85% de la opinión pública norteamericana dice que hay que irse de Somalía. Esto lo llevó a Clinton a decir: «No puede ser que la CNN maneje la política exterior de Estados Unidos. Poner o sacar 30.000 efectivos de un país no puede hacerse con la velocidad del cambio de un público impactado por el reciclado de las encuestas. Es un caso extremo y discutible pero en algún punto muestra cuál es el problema. Quién decide que en el noticiero de la mañana esté la imagen del niño raquítico o la imagen de un marine muerto? Es que en una hora yo sé lo que piensa la opinión pública norteamericana.

Hay que prestar atención a la relación existente entre información y poder. Recuerdo que en 1976-77, cuando gobernaba el presidente Carter en EEUU, la Unesco encargó a Sig Mac Bride, premio Nobel irlandés, un informe sobre medios de comunicación. El informe era muy interesante y proponía la democratización de los medios, que se le diera medios a las universidades, etc. sin modificar el sistema de propiedad privada. Sin embargo, provocó tanta resistencia que se le retiró financiación a la Unesco. El poder se resiste a los cambios.

Y uno se pregunta qué es la opinión pública? Es el reflejo de la opinión de los medios. Sobre la mayoría de los problemas sobre los que hablan los medios nosotros los ciudadanos no tenemos ninguna experiencia concreta. La experiencia que tengo es virtual. Si me preguntan en una encuesta qué piensa de la revolución islámica en Irán, qué conocimiento tengo yo además del virtual de los medios. Cualquier cosa que diga, estaré repitiendo lo que queda del mensaje que he recibido.

Esto lleva a dos conclusiones: la opinión pública la construyen los medios, la fabrican, y por lo tanto deducimos que poseer los medios es poseer el poder de fabricar opinión.

No ver es dramático para los pueblos

Durante la guerra de las Malvinas (Argentina – Inglaterra 1982) varios periodistas pedieron autorización para ir a cubrirla. Un solo corresponsal pudo ir y las únicas imágenes que tuvimos fueron fragmentadas, absolutamente imposible llegar a alguna conclusión. Nadie vió la guerra hasta el momento de la rendición. Esta falta total de imagen nos llevó a una ignorancia que nos llevó a uno de los casos más abyectos de contra información. Cuando empezaron a llegar las imágenes, la ciudadanía se enteró cómo se habían enviado cocinas a leña a un archipiélago que no tiene árboles, cómo se habían robado la comida para los chicos, cuando esto de supo ahí sonó la campana de muerte de la dictadura militar en Argentina.

Cuando cayó el régimen de Caecescu, que fue el último régimen comunista del este en caer, dio la impresión de que se produjo una guerra callejera entre los partidarios de Caesescu, y por otra parte el pueblo armado, una guerra por las calles de Bucarest. Cuando se produce esto que es el primer acontecimiento que se sigue en directo en todo el mundo, es el momento en que aprovecha Estados Unidos para invadir Panamá. El efecto biombo: mientras la humanidad sigue los hechos de Rumania, Estados Unidos invade Panamá. Esta es una guerra invisible. El único periodista que estaba allí, del diario español El País, es abatido. No puede haber testigos. Y nunca veremos un barrio de Panamá destruido por equivocación donde mueren 2000 personas.

La censura en los paises «democráticos»

Pero, cómo funciona la censura en una sociedad democrática? No funciona con la supresión sino con la acumulación de información, funciona dándonos información. El problema que nos la da en un sistema de instantaneidad que nadie puede verificar. Me da tanta información que esa masa me oculta otra. Mientras consumo y me asfixio con información, me olvido de buscar la veradera información. Y, a veces, la información que recibo es totalmente falsa. Por qué la guerra del Golfo fue una gigantesca mentira? Porque consumimos la información sin saber que la mayoría era falsa.

Ahora nos emocionamos viendo los refugiados de Kosovo y nos emocionamos con razón pero no a 100% de razón. Porque, qué es lo que hace que la opinión pública norteamericana adhiera a la idea de la guerra del Golfo cuando al principio no está de acuerdo con que se empiece una guerra? Qué es el Golfo para el público, qué es un emirato y por qué voy a hacer la guerra para proteger a ese emir que vive como un rey? La cosa cambia cuando un documento de televisión llega y vemos por fin un testimonio de la ocupación iraquí en Kuwait. Ustedes recuerdan que Kuwait fue ocupada a las dos de la madrugada y que no hay una sola fotografía de la ocupación. Llega el testimonio de la gente que huye y aparece una enfermera de un hospital de Kuwait y cuenta, llorando frente a una cámara, que los soldados iraquíes habían irrumpido en una maternidad, habían arrojado a los recién nacidos que estaban en incubadoras al suelo y se habían llevado las incubadoras como botín de guerra. Esa imagen nos mostró que estábamos ante una situación espantosa. Y días después llega otro testimonio con un video que muestra la resistencia civil contra la ocupación iraquí, vemos a civiles con fusiles que atacan a tanques iraquíes, un documento mal filmado.

Primero, la enfermera no existió jamás. La escena de la ocupación en el hospital nunca existió. La enfermera era la sobrina del embajador de Kuwait en Estados Unidos, que estudiaba medicina en una universidad y sabía perfecto inglés y un guionista genial que se llama Mike Zealer? que había sido contratado por el emir para construir documentos falsos que indujesen a la opinión pública. Y Zealer fabrica eso como también fabrica las imágenes de la resistencia con falsos tanques de cartón. Así la opinión pública se da vuelta. No censurando ni suprimiendo imágenes sino añadiendo.

¿Hasta qué punto habrá una horizontalidad en Internet y para cuándo debemos esperarla?

Hay un concepto, la plusvalía ideológica: los medios llaman al consumo de otros medios, las tecnologías llaman al consumo de más tecnología. La pregunta es cuál es el tope que nosotros queremos ponerle a estos consumos tecnológicos. De qué forma ayudan a la resolución de nuestros problemas. Recuerden que Internet viene asociado al verbo «navegar», un placer del cual mucha gente no gozará jamás. Debemos preguntarnos cuál es el sentido de esta avidez por apropiarnos de tecnología, si no es un sustituto virtual de lo que nunca tendremos.

En la Argentina existen redes de radios universitarias. Pero ustedes saben que los presupuestos de la educación superior son nefastos. Debemos dejar de ser globalizados para ser libres alguna vez. Si nosotros fuéramos capaces de generar circuitos alternativos de información, sin ataduras comerciales, descubriríamos que hay canales para la información libre. Se puede empezar a democratizar la información desde las escuelas