La OIT se complace nuevamente en mentir sobre la esclavitud infantil

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Intentando moderar la autocomplacencia, la OIT señala que el número de niños explotados disminuye en 78 millones en el mundo, dejando la cifra de “niños trabajadores” en 168 millones (un 11% de la población infantil). México, Brasil e Indonesia encabezan esta disminución.

No podemos más que alegrarnos de que las cifras “oficiales” deduzcan que hay niños ya fuera del infierno de la esclavitud y la explotación. Aunque, como siempre, los “objetivos que se propusieron” siguen estando lejos de cumplirse.

Por regiones, África Subsahariana registra un 21%, siendo la región que registra la tasa relativa más alta. Asia y Pacífico, un 9% (aunque es la mayor en términos absolutos). Iberoamérica, un 9% también. Y Oriente Medio y África del Norte, un 8%.

El propio informe expone sus “carencias” de datos en este terreno. No existen suficientes datos para generar estimaciones específicas sobre las regiones de Europa Oriental y Asia Central, así como para los países de la región del Pacífico y el Caribe o para las economías industrializadas”. Los que llevamos años haciendo el seguimiento de estos temas tampoco pasaremos por alto el desastre que supone el funcionamiento de algunos de los Estados de los que se han “estimado” las estadísticas, el inmenso número existente de niños “no registrados” en las periferias de las grandes ciudades. No nos parece muy “científica” una estimación que prescinde del estudio al menos de 400 millones de menores de 18 años (el total de lo “excluido” supone 1.400 millones de habitantes al menos).

Por sectores, la agricultura representa el 59% del total. La industria, un 13% y los servicios un 12%. También aquí un inciso hecho por la propia OIT: ¿cómo se están contabilizando los trabajos invisibles como el trabajo doméstico, sin que aún muchos Estados estén de acuerdo en qué se considera tal cosa?

Insistimos. La burocracia tiene muchos intereses a los que servir. Sigue llamando “trabajo” a lo que es explotación y esclavitud. Sigue llamando “tendencias”, “estimaciones”, “estadísticas” a lo que sabe que son infancias destrozadas. Sigue aplicando paños calientes a los Estados y las Empresas que consienten- o miran para otro lado- ante la esclavitud infantil. ¿Para qué narices tenemos el Tribunal Penal Internacional en los casos ya bien documenta-dos en los que se sabe de “contratantes” y empresas que, con el consentimiento de gobiernos corruptos, han convertido en un infierno la vida de los niños? ¿Por qué no es un crimen y un delito punible internacional tener a niños desescolarizados? ¿Por qué es tan prioritario y urgente salvar a las finanzas o intervenir política y militarmente en ciertos países, y se toman todas las medidas que haya que tomarse, y no lo es sacar a la infancia de la miseria?.

No permitamos nunca que la parafernalia de la “burocracia” internacional esté por encima del bien común y la moral. La explotación y la esclavitud infantil deben y pueden desaparecer ya en un mundo que además ha condenado a los adultos al desempleo o a la precariedad laboral.