La PETROLERA ELF, al SERVICIO del ESTADO FRANCÉS

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Pilar de la influencia de París en Africa, el grupo petrolero Elf Aquitaine extiende sus redes desde hace cuarenta años tanto sobre el continente negro, como en la política interior francesa.
De esta forma se ha constituido un verdadero sistema de injerencia financiera y política. Esta actividad, aún misteriosa, ha sido objeto de investigaciones judiciales y el antiguo «encargado de asuntos generales» de Elf, Alfred Sirven, se encuentra huido. Entre otras actuaciones, se han llevado a cabo investigaciones en la sede parisina del Banco africano del grupo, la FIBA.

Raramente tres letras habrán dado tanto que hablar, con excepción de los acrónimos de la CIA y el KGB. Además, la investigación «Un Africa bajo influencia», realizada por la cadena de televisión francoalemana Arte1, sobre el grupo petrolero francés Elf Aquitaine, se ha movido tanto en las aguas de la «inteligencia» como en las del off shore. El relato comienza con la pérdida francesa del petróleo sahariano en 1962. De Georges Clemenceau al general De Gaulle, la ambición de un aprovisionamiento bajo el pabellón nacional preocupaba a París. El milagro gabonés va a ofrecer a la Francia gaullista, los medios para colmar sus ambiciones, lejos de las concesiones que hay que negociar con los anglosajones en las tierras reservadas del Próximo Oriente.

En ese contexto, y después de varias fusiones de diversos establecimientos, nacería en 1965 Elf Aquitania, un nombre que siembra el terror. Pero la provincia petrolera de Gabón, como el resto del Africa poscolonial, se verá sacudida, en los años 60, por la contestación de la calle y la impaciencia de los militares. De ahí la entrada en escena de hombres de los servicios secretos -como Maurice Robert, Robert Maloubier y otros, todos tratados de forma apasionante en este documental- que «bloquean» en primera línea la guardia presidencial pero, sobre todo, el sistema político y económico vinculado a los beneficios del petróleo.

Esos nuevos mandatarios eligen un «corresponsal», Omar Bongo. Su credo es el orden y la estabilidad que necesita el «emir de la República», Pierre Guillaumat, primer director del grupo petrolero y hombre clave del gaullismo (2). La elite de ingenieros se apoya en el clan de los de servicios de información para gestionar lo imprevisible, lo imponderable, en resumen, lo que las ecuaciones no pueden resolver. Los nombramientos, las expulsiones, la vigilancia, la delación, se convierten en las misiones de una parte del Servicio de Documentación y Contraespionaje (SDECE), entonces en plena «gabonización». Los funcionarios de los servicios de información se convierten, poco a poco -y oficialmente- en los contratados de la sociedad petrolera Elf. De la pretensión nacional de asegurar un petróleo vital para la metrópoli se pasará a una lógica de dominación de las redes políticas africanas para limitar cualquier competencia, o riesgo para los acuerdos comerciales ventajosos para Elf.

A partir de su plataforma gabonesa, Elf y su clan despliegan una política a escala del conjunto del continente africano en la década de los 60 y 70, en simbiosis con Jacques Foccart, consejero africano del Elíseo. Se puede mencionar, en particular, la aventura de Biafra, que debía comprometer los intereses de Shell y BP en Nigeria, lo que no impidió a Robert Maloubier, como ha explicado ante las cámaras, apreciar en Lagos la vodka de quien se nombra como el comisario político de la embajada de la Unión Soviética…
Presidente del grupo a comienzos de los años 80, Albin Chalandon cambia poco ese sistema que piensa que sirve, en buena ley, fielmente a dos amos, el Estado y Elf. Los servidores de la República se acercan, por todos los medios, a los privilegios del oro negro: de mala gana dejan sitio a los especialistas de la política y las finanzas que quieren tomar el relevo de los espías y los provocadores. En esta guerra interna se verán ayudados por el presidente Bongo que, apoyado por los recursos del petróleo, poco a poco irá conquistando su autonomía frente a quienes se creen sus mentores. Chalandon apuesta, también, por Denis Sassu N’Guesso, el sucesor de Marien Nguabi al frente de Congo-Brazaville, y por el desarrollo de un costoso campo petrolífero congoleño, Emeraude.

El clan de los «gaboneses» se hunde entonces en la miseria y se refugia en el gaullismo de ultramar, no sin acercarse a la extrema derecha. Mantiene su confianza en los dirigentes de Elf para Africa y en los jefes de Estado del golfo de Guinea. La distribución de prebendas a la clase política francesa -entre ellas, el reciente asunto Roland Dumas [obligado a dimitir como presidente del Consejo Constitucional y antiguo ministro de Asuntos Exteriores francés] supone uno de los episodios recientes y conocidos- liga, durante la «generación Mitterrand», a París, tanto con Brazaville como con Yaundé. El antiguo presidente del Consejo Constitucional explicó, además, que una parte de las importantes sumas en efectivo de que disponía, eran honorarios pagados por el presidente Bongo.

A comienzos de los años 80, el politólogo Jean François Bayart recordaba estas «metástasis» africanas que empezaban a proliferar en el cuerpo político de Francia. En aquella época, los agentes en la sombra de Elf se dedicaban mucho más a montajes financieros a partir de Elf Aquitaine International, filial suiza del grupo instalada en Ginebra, que a la formación de agentes o a la lucha contra las compañías rivales. El objetivo: conservar la formidable renta africana para abrir nuevos horizontes a la sociedad petrolera en zonas prometedoras, desde Libia al Asia central.

François Mitterrand, como Valéry Giscard d’Estaing, no cuestionaron directamente el mundo poscolonial de la Elf africana. Hombre del imperio francés, Mitterrand esperará a la cumbre francoafricana de La Baule (1990) para aplaudir el inevitable viento de cambio en el Africa francófona. Durante ese tiempo, Elf Afrique organizó sus finanzas y las de sus socios africanos a través del FIBA (French Intercontinental Bank for Africa), del que Elf poseía el 43%, el 50,9% del cual pertenecía a accionistas privados, con un 35% retenido por la familia Bongo (3). En cuanto al «monsieur Afrique» del grupo, André Tarallo, presidente de Elf Gabon, se dotó de una flota de aviones Falcon y reforzó la fracción corsa de la red, ligada al antiguo ministro del Interior, Charles Pasqua.

Lok Le Floch-Prigent toma en su mano los destinos de Elf a partir de 1987. En el reportaje de Jean-Michel Meurice y Fabrizio Calvi, afirma que «Francia en Africa son Chirac y Pasqua, pues, para Africa, Francia es gaullista». Un muelle práctico para Elf, lo mismo que para su director general y su hombre de confianza, Alfred Sirven: así pueden continuar organizando el bombeo financiero junto al del petróleo. Tras el espejo sin azogue se deja que se afanen los hombres de Tarallo y se llama en su ayuda a los gobiernos de cohabitación cuando aparecen dificultades con los gobiernos africanos.

Misteriosas transferencias

Pero, con Sirven, se puso en marcha una nueva fase de la actuación humana. En Angola, donde Elf tiene sus mejores yacimientos (que le otorgan un importante papel junto a Chevron), Le Foch-Prigent no dudó en enviar a Philippe Bohn e Yves Verwaede a negociar con la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola Unita de Jonás Savimbi. Examinado sobre el asunto Elf, el antiguo diputado europeo (Democracia Liberal) Yves Verwaede ha certificado que efectuó misiones con Unita en Angola. (4)…

A pesar de seguir manteniendo sus antiguas relaciones con Unita, Elf se esforzó en presentar una casa respetable ante el gobierno de Luanda: visitas de un diplomático destacado a su servicio (Bernard du Chaffaut), revistas dedicadas a las promesas del país y préstamos concedidos sobre las facturas petroleras pendientes, tanto del Estado angoleño como de Brazaville, que alimentaron la guerra contra Unita que, según el parecer del propio Le Floch-Prigent, también recibía pagos de la sociedad Elf… Queda por descubrir qué parte de estas misteriosas transferencias ha sido recuperada por el jefe de Unita, Savimbi, y cuánto han desviado los intermediarios por el camino…

El antiguo presidente congoleño Pascal Lissouba ha reconocido que, por instigación de Omar Bongo, recibió dinero de Elf para su campaña electoral y pudo recurrir a consejeros de información como Pierre-Yves Gilleron, también pagado por Elf. Pero, después de su derrota, ha afirmado que los soldados de su adversario, Sassu Nguesso, fueron abastecidos con armas angoleñas transportadas en embarcaciones de la sociedad Elf; incluso presentó una querella contra el Grupo en París, el 20 de noviembre de 1997. Sea como fuere, en su precipitación para llegar a su hotel particular parisino (pagado con la renta del petróleo), dejó tras el una documentación abrumadora sobre el papel del FIBA en los pagos de millones de dólares a los mercaderes de la muerte que proporcionaron helicópteros y bombas a su régimen.

Abundan los hechos que lo demuestran: la acción de Elf en Africa sigue siendo enormemente misteriosa, incluso después de la llegada de Philippe Jaffré, convertido en Presidente director general de la sociedad tras de haber sido su responsable en Africa, y la privatización del grupo. Si el testimonio de los hombres interrogados en la investigación de Arte resulta precioso es porque hicieron claramente suyos los intereses petroleros de Francia, considerados como de interés nacional. Además, manifiestan la increíble seguridad que otorga la ilusión del poder legítimo y absoluto proporcionado por el dinero y el poder.

Cobertura de su enriquecimiento personal, esta identificación con una Francia en busca de la independencia energética les ha cegado hasta el punto de no medir la capacidad de resistencia de presidentes como Bongo, Lissouba o Eduardo Dos Santos, el antiguo jefe de Estado angoleño, a los que pensaban manipular. En eso reside, sin duda, el aspecto desfasado de esos soldados de Elf en un momento en que las batallas por los yacimientos sirios, las aventuras iraníes y los mercados de Asia llaman a los modernos protagonistas de la era de la «Totalización» (5).

Notas
(1) Documental de Jean-Michel Meurice, Fabrizio Calvi y Laurence Dequay, una coproducción La Sept-Art, MK2TV, difundido el miércoles 12 de abril del 2000 en Arte.
(2) Politécnico, fundador de la Dirección general de Servicios Especiales (DGSS), fue ministro del Ejército del general De Gaulle.
(3) Léase a Antoine Glaser y Stephen Smith, Ces Messieurs Afrique, Calmann-Levy (tomo 1 en 1992, tomo 2 en 1997). En marzo del 2000, Elf ha anunciado que el FIBA está en vías de desmantelamiento por decisión de su Consejo de administración y es objeto de investigaciones judiciales en el marco del asunto Roland Dumas.
(4) Hervé Gattegno, «Elf Aquitaine International, ou les caramels d’Alfred Sirven», Le Monde, 22 de diciembre de 1999.
(5) En octubre de 1999 Elf se fusionó con Total.